Zugarrondo: «La cabeza la tengo solo en las niñas»

El mero hecho de no entrar en los planes, la falta de ilusión derivado por lo general de los pocos minutos de juego disfrutados a lo largo de la temporada o las grandes dificultades existentes para compaginar el deporte con una profesión suelen ser con frecuencia las razones de peso que se suelen exponer las jugadoras para recalar en otro club o simplemente inclinarse por retirarse de la práctica de manera definitiva, a pesar de su juventud.

En esta edición se ha producido un caso muy atípico protagonizado por Maite Zugarrondo, una de las tres guardametas de un Super Amara, recientemente proclamado campeón de Copa y que todavía tiene una remota posibilidad de reeditar el título de Liga.

La razón fundamental que le ha llevado a abandonar el balonmano de élite a sus 30 años es poderse «dedicar por entero al cuidado» de sus «dos sobrinas de cuatro y seis años, al haberle concedido «la custodia permanente después de estar cuidando de ellas desde hace casi dos años», puntualiza.

En el arranque de la temporada 2017/18 se planteó tomar esta decisión, pero el apoyo y la ayuda que le brindaron desde el club al proporcionarle la posibilidad de poder compartir la vivienda con sus sobrinas en Pasai Donibane y el hecho de que se trataba de una medida de carácter temporal «hizo que al final me decidiera por seguir jugando».

Durante este periodo ha sido supervisada por las instituciones navarras y guipuzcoanas hasta obtener «la custodia definitiva. Esto ha hecho que las cosas cambien por completo», precisa la meta navarra.

Reconoce que desde que le ha tocado asumir el rol de madre y padre de manera repentina se ha resentido su condición como jugadora. «No es lo mismo. Antes estaba mucho más centrada en el balonmano. Se puede decir que me llevaba el trabajo a casa para así estudiar los vídeos de los partidos -comenta-, pero no sólo eso, cuidaba mucho más las horas de sueño, la alimentación... Y ahora ya no estás sola. En ocasiones he sentido estar con la cabeza en otro sitio más pendiente de las niñas que de otra cosa».

Durante este tiempo ha meditado en repetidas ocasiones sobre su temprana retirada. «Últimamente esto ya no era posible e incluso he llegado a cuestionarme dejarlo durante la temporada. Este último año se me ha hecho largo y en los momentos en los que he querido tirar la toalla teniendo en cuenta que no supondría un gran quebranto al estar tres porteras ha sido cuando más he sentido el apoyo del club. Antes de renovar también lo medité mucho y al final decidí seguir».

Su vida va a dar un importante giro, empezando por su residencia y por su nuevo trabajo. «Nos volvemos a Pamplona y la posibilidad de trabajar sólo por las mañanas como coordinadora del club Maristas que tiene relación directa con el Anaitasuna me permitirá dar una mayor estabilidad a mis sobrinas». Incluso ha descartado ejercer de enfermera a pesar de estar mejor retribuido por tener jornadas de varios turnos.