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Dentro de unos años Unai Laso se acordará de la dos paredes con la que sumó el 21-18 y de la volea a la ... pared izquierda que significó el 22-19 y su primera txapela en el Campeonato del Cuatro y Medio. Peio Etxeberria tardará en olvidar las dos voleas claras que falló en un momento crucial de la final, la primera con toda la cancha libre en el 17-17 cuando todo parecía indicar que iba a ser el 16-18 y a renglón seguido otra en el siguiente tanto, también en una situación favorable, el 18-17 para su rival antes de dirigirse al segundo descanso que obliga el reglamento.
Unai Laso se agarró con fe al partido y conquistó ayer en el Bizkaia de Bilbao su segunda txapela individual, la primera en el Cuatro y Medio. Ya poseía la del Manomanista de 2022 y en ese periodo de dos años y medio ha pasado por el quirófano para operarse de una lesión importante en la cadera. Su recuperación es un hecho contrastado.
Laso
22
-
19
Peio Etxeberria
Tantos perdidos: Laso, 6; Peio Etxeberria, 11.
Tantos de diez o más pelotazos: 16, 7 y 9.
De paso da una alegría a su empresa, Baiko, necesitada de títulos de Primera. Los pelotaris de la promotora vizcaína no ganaban en esta distancia desde que Bengoetxea VI se impuso a Altuna III en 2016. Las siete siguientes txapelas se las habían repartido entre el amezketarra, cuatro, y Joseba Ezkurdia, tres.
Laso sacó adelante un compromiso en el que la dureza, la intensidad y la emoción estuvieron por encima de la calidad en la definición. Falló once pelotas Peio Etxeberria, varias de ellas en la fase de la verdad, a la que se entró 14 iguales después de que el de Zenotz dejara escapar la renta de cuatro tantos del 10-14.
Desde el 16-16 hasta la conclusión Peio Etxeberria cobró un solo tanto de remate, el 21-19, gracias a una cortada de zurda. Unai Laso, en cambio, terminó cuatro: de gancho el 19-17 y el 20-17, de dos paredes el 21-18 y de volea el último y definitivo. No fue porque dominara más y creara mejores oportunidades. Aprovechó mejor las que tuvo.
Además, se sintió cómodo en el intercambio de pelotazos. No le importó ponerse a bote y seleccionar las entradas de aire para cambiar el ritmo del tanto o jugársela, sin apurar tanto como en el arranque. Demostró paciencia y los tantos largos, que al principio caían al casillero de Etxeberria, pasaron a sumarse a la cosecha positiva de Laso. Sustituyó la búsqueda de brillantez y la fogosidad por dosis altas de solidez, incluso de sobriedad. Y le funcionó con la ayuda de ese poso que da la presencia en finales, conocer lo que se cuece dentro de la cancha cuando aparecen el agotamiento, los nervios y el ansía de victoria. Era su sexta final en las tres grandes competiciones oficiales -cuatro de ellas individuales- y la tercera de Peio Etxeberria.
0-5 Salida fulgurante de Peio Etxeberria. Aunque entra al peloteo en dos tantos, Laso no es capaz de sacudirse el dominio del pelotari de Aspe.
8-9 Laso se acerca a un tanto. Ninguno de los dos aprovecha el saque, neutralizado por los buenos restos. Abundan los errores por ambas partes.
8-10 El tanto de la tarde, de 34 pelotazos. Se lo apunta Etxeberria, que recupera una buena dinámica y se escapa 10-14.
17-17 Manda fuera la volea Etxeberria con toda la cancha para él. La volea del siguiente tanto cae bajo chapa: 18-17.
20-17 Laso suma cuatro tantos consecutivos en un momento clave de la final y cobra tres tantos de renta, la máxima suya en toda la tarde.
22-19 Saca Peio Etxeberria, resta bien Laso, entran en el peloteo y el de Bizkarreta volea hacia la pared izquierda, donde se envenena la pelota.
Dio un paso atrás Peio Etxeberria y aceptó de alguna manera la estrategia planteada por el oponente. Desaparecieron las voleas al ancho de la primera mitad del encuentro, las dejadas como aquella del ancho a la contra del 8-11 o ganchos como el del 0-2 nada más empezar. De hecho, la primera vez que dejó de entrar de aire al resto de saque de Unai Laso fue con el 15-15. Hasta entonces había renunciado a esperar a bote. para conectar el segundo pelotazo.
Los dos fallos graves de volea del 17-17 y del 18-17 no solo subieron al marcador del rival. Minaron además la confianza de Peio Etxeberria en ese juego de aire que domina y con el que impone siempre un ritmo alto sobre la cancha.
Existía igualdad en los intercambios. Costaba crear ventajas en el peloteo. Excelentes restadores de saques ambos, la vía de las tacadas largas estaba cerrada. La final pendía de un momento de inspiración de alguien o del bache de uno de los dos.
Laso se hizo acreedor a esa corta racha de tantos que se presumía definitiva. Sumó cuatro desde el 16-17 en contra al 20-17 a favor. Las dos ocasiones en las que a partir de entonces Peio Etxeberria tuvo el saque en sus manos no le dieron rédito. Ambos cayeron a favor de Laso.
La final confirmó la igualdad que existe actualmente entre estos dos pelotaris dentro del cuatro y medio. Guardó muchas similitudes con el choque de la segunda jornada de la liguilla, en el Labrit de Pamplona, donde se registró el mismo resultado pero de color inverso. En aquella ocasión salió triunfador Peio Etxeberria.
En el frontón de la capital navarra dieron 328 pelotazos en 74 minutos. Esta vez fueron 356, veintiocho más, prácticamente con el mismo minutaje. Solo hubo dieciocho segundos de diferencia en el cronómetro.
Después de una edición del Campeonato del Cuatro y Medio marcada por los resultados abultados, numerosos tantos de saque y tacadas largas, convenció ver un toma y daca sin dominador claro salvo en la salida meteórica de Peio Etxeberria. Después del 0-5 se igualó todo.
Los 34 pelotazos que intercambiaron en el 8-10, el de mayor duración de la tarde, reconcilia con la distancia. Nada menos que dieciséis tantos, el 39% del total, alcanzaron o rebasaron la decena de pelotazos. Se agradece. Es un porcentaje alto para los tiempos que corren, con un material que dificulta la opción de esperar a bote ya que obliga a salir muy atrás para golpear la pelota.
Ahora bien, un partido de alta escuela pide un número inferior de errores y mayor acierto a la hora de acabar los tantos. El Bizkaia, un frontón en el que el resto es menos complicado que en otros según atestiguan los datos de las finales del acotado, también ayuda a ver partidos sin tanta influencia del primer disparo.
Unai Laso ya tiene su primera txapela post operación de cadera. Y el pelotari impetuoso que a los 24-25 años metió a todos en el bolsillo con su historia de resiliencia y rebeldía sabe a los 27 rebajar por momentos el ímpetu y la fogosidad si el momento lo requiere. Sello de gran pelotari.
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