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Jokin Altuna y Peio Etxeberria chocan las manos durante la elección de material en el Bizkaia de Bilbao. IGNACIO PÉREZ
Pelota | Cuatro y Medio

Cuarta txapela en ocho finales o primera en una

Altuna III, campeón del Cuatro y Medio en tres ocasiones, quiere recuperar el cetro al que también aspira Peio Etxeberria

Joseba Lezeta

San Sebastián

Domingo, 19 de noviembre 2023, 01:00

Jokin Altuna afronta hoy a los 27 años la octava final consecutiva en el Campeonato del Cuatro y Medio (ETB1, 17.00 horas). Se escribe fácil y se lee rápido. Basta una frase simple con sujeto y predicado. Lo que cuesta es conseguirlo. Detrás ... de esta sucesión de grandes citas hay cuarenta partidos, treinta victorias, cientos de entrenamientos, clase a espuertas y una fe inquebrantable.

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Peio Etxeberria es el sexto oponente en esta larga serie sin precedentes en esta competición. El de Zenotz sucede a Oinatz Bengoetxea, Mikel Urrutikoetxea, Joseba Ezkurdia –contrincante del amezketarra en tres finales–, Erik Jaka y Unai Laso. Cambia uno de los dos protagonistas mientras el otro permanece invariable.

Aimar Olaizola, al que lesiones graves le apearon de un par de ediciones cuando dominaba la distancia, encadenó cuatro finales entre 2011 y 2014. Como Patxi Eugi entre 1991 y 1994 o Juan Martínez de Irujo de 2008 a 2011. El amezketarra ha doblado esos registros.

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Sí hay precedentes en el Manomanista, la otra gran competición individual del calendario. Incluso de mayor envergadura. Julián Retegi estuvo presente en las catorce finales disputadas entre 1980 y 1993, sin faltar a ninguna. Eran otros tiempos. Durante la mayoría de estas ediciones el campeón esperaba en la final al aspirante.

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Mariano Juaristi 'Atano III' mantuvo el título más preciado de la pelota a mano durante veintidós años, desde 1926 a 1948, cuando le destronó Miguel Gallastegi. En aquella época no existía una competición como tal, sino la posibilidad de un desafío que no se concretó los primeros catorce años del reinado. Fue en 1940 cuando la Federación organizó una competición como tal, de carácter bianual en aquel arranque. El azkoitiarra se impuso en las cuatro primeras ediciones. Por algo no había retador.

Si Retegi II disputó catorce finales manomanistas de las que ganó once, Hilario Azkarate alcanzó nueve entre 1960 y 1968 con un balance positivo de seis ganadas y tres perdidas. Juan Ignacio Retegi, el I de la dinastía de Eratsun, tiene las mismas que Altuna III en el Cuatro y Medio: ocho de 1969 a 1976 (seis txapelas), si bien dos de ellas, las de 1972 y 1976 contra Julián Lajos, se suspendieron por la lesión de uno de los protagonistas.

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Grandes nombres todos, su simple mención ayuda a entender la envergadura de la trayectoria de Jokin Altuna, cuya punta de lanza es esta distancia, si bien también ha participado en cuatro de las seis últimas finales del Manomanista, modalidad para la que pocos confiaban en un pelotari inconformista capaz de evolucionar hacia terrenos que se presumían vedados para sus cualidades de origen.

Habituado en sus primeras finales a jugar contra rivales de generaciones anteriores –Bengoetxea VI–, precedentes –Urrutikoetxea y Ezkurdia– o cercanas en el tiempo –Jaka–, Jokin Altuna se encuentra esta tarde en el Bizkaia de Bilbao con un pelotari dos años más joven, Peio Etxeberria, circunstancia similar a la que hizo frente ante Unai Laso –un año menor– en 2021. No es necesario ir en su busca. Brotan por las esquinas.

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El hombro de Jokin Altuna

Con tres txapelas en su haber (2017, 2020 y 2021), Altuna III se halla embarcado en la singladura hacia la cuarta con la esperanza de aprovechar esta oportunidad. Complicada, por cierto. La lesión en el hombro izquierdo que arrastra desde primeros de agosto le ha impedido preparar esta edición como le habría gustado. Peor aún, un golpe contra la pared izquierda en la segunda jornada de la liguilla de cuartos le obligó a saltarse la tercera y le ha impedido completar un ensayo en condiciones durante las cuatro últimas semanas.

Estuvo contra las cuerdas en la semifinal contra Jaka en el Astelena. Caía 20-15 y 21-18. Tiró de gen competitivo y de instinto ganador para sobreponerse a la situación.

Esa dolencia incrementa la complejidad del objetivo. Pero en realidad, todas las finales de Jokin Altuna en el acotado salvo la que ganó 22-9 a Jaka en 2020 han estado plagadas de obstáculos. Tres de ellas se resolvieron por emocionantes 22-21, una a favor y dos en contra. Ganó otra 22-20. Y las dos del Navarra Arena favorables a Ezkurdia también fueron apretadas: 22-16 y 22-17.

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Esas vivencias y la experiencia acumulada en ocho finales contrastan con la bisoñez de Peio Etxeberria en estos compromisos. Sabía el de Zenotz lo que era una semifinal del Campeonato del Cuatro y Medio porque había disputado dos con anterioridad. Desde la victoria ante Peña II en el Ogueta que le dio el billete para el Bizkaia ha tenido la oportunidad de descubrir una nueva dimensión de la que había oído hablar. Incluso lo había sentido cercana con su amigo Ezkurdia. Percibía cómo era. La familia, los amigos, la cuadrilla, la afición...

Prolongar la dulzura de la aproximación es ahora su objetivo. Porque las finales también guardan amargura en varios rincones. La cancha te deja solo ante la inmensidad del evento. Solo tu botillero puede darte un consejo, soltar un grito de ánimo o servir de consuelo.

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Ha sido hasta ahora el mejor pelotari de la competición. Empezó con una exhibición ante Jaka en Soria. Alcanzó en el Deportivo de Bilbao el punto culminante de su juego en la primera parte del duelo en el que por fin ganó a Ezkurdia después de varios intentos estériles. Y contra Peña II exhibió la solvencia que le había faltado en compromisos de este calibre.

Sus armas volverán a ser las mismas que le han ayudado a instalarse en la élite de la disciplina y le han dado el pasaporte para la final: ritmo, ritmo y más ritmo. Tantos físicos, poder de recuperación, cuerpos al límite... Voleas, una zurda peligrosa, un saque interesante y un resto alabado por el propio Altuna III: «Peio ha sido el mejor restador de saques del Campeonato con diferencia».

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Jokin Altuna tratará de frenar el ímpetu con argumentos que no por conocidos dejan de sorprender. Incluso al oponente. Sabes qué puede hacer y, sin embargo, te lo hace. Saca con dirección, busca los ángulos para mover al contrario, termina lo mismo con la zurda que con la derecha, defiende todo lo defendible, es completo además de intuitivo, controla los tiempos... Ahora bien, el perfecto funcionamiento de esa maquinaria depende del estado de su hombro izquierdo, que seguramente le obligará a ausentarse de las canchas en los compases iniciales del Campeonato de Parejas.

El amezketarra ha trazado un plan de juego en el que considera fundamental mostrarse agresivo. «En este partido, más que nunca y viendo cómo ha ido el Campeonato, si no voy para adelante me parece imposible ganar la final». La viveza del material dificulta la defensa y bonifica la posesión del saque, ya de por sí fundamental.

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Durante la semana se ha comentado la posibilidad de una infiltración en el hombro con el fin de aliviar el dolor y poder jugar en mejores condiciones. Corresponde a los médicos y al propio Altuna III evaluar la idoneidad de una medida de este tipo.

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