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Jokin Altuna (Amezketa, 1996) es un genio de la pelota. Ganchos milimétricos, voleas potentes, saques envenenados, paradas al txoko que solo pueden dibujar los maestros... ... Pero es que ahora además es capaz de reflexionar sobre su carrera y transmitir sus sentimientos. El amezketarra disputará el día 20 su undécima final con solo 26 años. Y siempre quiere más.
– Ya no se puede poner nervioso antes de una final.
– Hoy no, pero la semana que viene seguro que sí. Es diferente la primera semana que la segunda. Ahora duermes mejor y no piensas tanto en el partido, luego sí que le das vueltas a la cabeza. Intento hacer distintos planes porque si no te vuelves loco.
– Siete finales del Cuatro y Medio. ¿Hace las mismas rutinas?
– Sí, siempre hago lo mismo en cuartos, semifinales o final. En casi todos los partidos. Si haces cosas raras es mucho peor, lo afronto como otro cualquiera aunque la importancia sea mayor.
– ¿Da tiempo a disfrutar de un partido a otro, saborea los éxitos que va cosechando?
– Disfruto más estas dos semanas que cuando gano. Es una gozada preparar estos partidos. Por suerte hago entrenamientos para un objetivo cuando otros compañeros durante el año no tienen nada por lo que luchar. En objetivos me refiero. Eso es más duro todavía. Todo es muy seguido y hay veces en las que paro para valorarlo.
– ¿Tenía hambre de final? En el Manomanista se quedó fuera, se operó del dedo y ha tenido un verano raro.
– Tenía hambre de competir. Sentía esa necesidad. He tenido problemas durante el verano, donde juegas mucho, pero echas en falta la adrenalina de la competición oficial. No he tenido mucha suerte y me ha faltado regularidad, ahora me encuentro genial.
– Son siete finales seguidas en la jaula y nadie lo ha conseguido. ¿Qué le dice?
– Pues que hay mucho trabajo detrás, pero también suerte por parte de las lesiones porque creo que no he estado nunca más de tres semanas sin entrenar. Eso es vital. Para jugar siete finales del Cuatro y Medio hay primero liguilla, pero luego siete semifinales a un partido. No es fácil. Sé que eso va a terminar algún día, que perderé, pero no me voy a poner nervioso o triste por ello.
– ¿Es su distancia favorita?
– Sí, sí que me encuentro cómodo. A los pelotaris que somos técnicos nos viene bien la distancia. Ahí están los números, aunque creo que en otras modalidades también estoy cómodo.
– ¿Es la más exigente?
– ¿Hoy en día? De lejos, la más exigente. A los pelotaris se nos ve más ahogados en el Cuatro y Medio que en el mano a mano, donde a veces los tantos son más cortos. El ritmo es menor porque juegas más atrás y el peloteo se hace en el cuatro o el cinco. Para mí el material más rápido se hace en este campeonato. Cuando alguien coge el saque es difícil contraatacar. Irujo y Aimar, aparte de ser técnicamente buenos, eran unas bestias físicas.
– ¿A semejante velocidad le da tiempo a pensar?
– Poco, la verdad. Se decide en milésimas de segundo, y cuando te adelantas, mucho menos. Eso no se puede trabajar, son chispazos que te vienen en el momento. Si mentalmente dudas, o no estás centrado, fallas. Incluso estando centrado lo haces, imagínate jugando tan rápido. El pelotazo típico de la jaula, el largo buscando las rayas, ya no vale para nada. Se hace más daño tocando pared izquierda porque el juego ha cambiado mucho.
– ¿Cree que el material es excesivamente vivo?
– Puede ser. El sábado veías el partido en el Labrit por la televisión... Con el cuero oscuro cuando toca el suelo la pelota resbala, no coge bote, anda del copón. Hay buenos restadores, pero si el contrario saca bien es casi imposible contrarrestar. Puedes traerla, pero quitar es imposible.
– ¿Cambiaría algo las pelotas?
– No lo sé. Cuando coges el saque tienes el poder y quieres la pelota más rápida posible para hacer daño. El problema es cuando tiene el saque el otro. El material también lleva al juego rápido, a ir adelante. Si reculas estás muerto. Eso es cosa de los seleccionadores.
– ¿El juego es distinto?
– Muchísimo. Cuando empecé jugué con los mejores y el juego era más tranquilo, se jugaba mucho más a bote y el contrario te hacía menos saque-remate. Había que fabricar el tanto y luego terminarlo. Eso lo he comprobado, no sé si se juega mejor o peor, pero la velocidad es mucho mayor.
– Ha ganado los dos últimos enfrentamientos ante Ezkurdia, pero ha perdido las dos últimas finales contra él.
– Está todo igualadísimo porque hemos jugado muchos partidos en contra tanto en el Manomanista como en el Cuatro y Medio. Es un rival durísimo y un pelotari completísimo, pero seguro que él piensa lo mismo.
– Con lo alto y corpulento que es, lo rápido que se mueve.
– Es una barbaridad. Llega a todas las pelotas en posiciones forzadas y es capaz de pasar al ataque cuando no debería. Si no lo mueves y gana la mitad de la cancha, estás perdido. Siempre ha trabajado igual y físicamente es fortísimo pese a que tiene las piernas muy, muy finas. Anda muy rápido.
– Él le ha ganado las dos veces en el Navarra Arena y ahora se pasa al Bizkaia. ¿Cambia algo?
– Ni pienso en eso. Han pasado tres años y ningún partido sirve de referencia porque el momento de juego cambia. Cuando juegas un partido tan importante no piensas en otros enfrentamientos. Es cierto que en el Bizkaia me ha ido bien en cuanto a resultados. El de Bilbao es más noble, el frontis es diferente, el de Pamplona es más vivo. Y la reacción del suelo y la pared izquierda es diferente.
– Todos los pelotaris suelen decir que Ezkurdia ahoga. ¿Cómo es eso?
– Cuando tiene el saque, saca muy fuerte y restar es complicado. Pero es que luego suele ir de aire. Restas y ya te está esperando para entrar de aire y te saca hacia atrás... Si domino yo, él no va a ganar y si domina él, yo no voy a ganar. Si me coge el centro de la cancha... estoy perdido.
– ¿Es indefendible?
– Cuando agarra la mitad de la cancha y se pone a volear, sí, sin duda. Defendiendo es muy bueno. Igual a otros pelotaris cuando estás defendiendo puedes pasar al ataque, pero con Ezkurdia es imposible. No te hace el tanto directo, pero luego te coge a bote y le da mucho. Me tengo que centrar en lo mío y motivos tengo para confiar en mí mismo.
– ¿Ha visto las dos finales? ¿Por qué le ganó?
– Hace mucho tiempo, sí. ¿Por qué ganó? Porque jugó más. Y yo cuando le he ganado, igual. En los dos partidos dominó él y esta vez si pasa lo mismo me ganará.
– ¿Siente esa presión de que tiene que ganar siempre?
– Cuando sales favorito y llegas a la final la gente dice: «Bah, es lo normal, lo que tenía que pasar». Y no. Luego está cómo lo ves tú. Noto que no se me exige ganar, sino también jugar bien, cuando no es normal lo que estoy consiguiendo. No me exijo más a mí mismo por lo que digan otros, yo ya soy exigente conmigo mismo. Cuando no llegue a la final no voy a pensar que lo he hecho mal. Y eso llegará.
– ¿Le da miedo que llegue ese momento?
– Voy a tener malos resultados, lo tengo clarísimo. Si mi carrera es larga, tendré malos resultados, lesiones... Si no llego a una final durante un año la gente dirá que estoy acabado. ¡Pero es que es lo normal! Cuando no juego bien saco conclusiones, pero soy consciente de que hay un rival que lucha por lo mismo. Tendré bajones, pero hasta ahora me ha ido muy bien.
– ¿Se siente afortunado?
– ¡Por supuesto! Quiero disfrutar estas dos semanas porque son momentos preciosos. Te da alegría currar y que lleguen los resultados. No todos ganan. Mira Elordi o Darío, que son de mi quinta, trabajan como los demás y no han podido culminar un grandísimo trabajo. Ahí es donde veo lo difícil que es lo que estoy haciendo, para ellos son las primeras veces y yo llevo once finales con esta.
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