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La primera jornada de la liguilla de cuartos del Manomanista ha deparado la primera gran sorpresa del campeonato con la derrota del vigente campeón, ... Jokin Altuna, a manos de un Iker Larrazabal que accedió al torneo en su condición de ganador del mano a mano del Serie B del pasado año y que ya en la eliminatoria anterior fue capaz de apear a una de las referencias de la modalidad como es Joseba Ezkurdia. La derrota del de Amezketa, sin ser definitiva, le deja en una situación delicada y convierten su compromiso del domingo en el Atano III ante el riojano Javier Zabala en su primera final. «El próximo domingo tengo un partido muy importante en Donostia. Siempre he dicho que si pierdes el primero, aunque ganes los dos siguientes, ya no está en tu mano. El año pasado me salió bien, pero no siempre va a salir bien. Intentaré prepararme lo mejor posible durante la semana porque va a ser un partido a vida o muerte, de mucha tensión y a ver si seguimos vivos otra semana», dijo Altuna tras caer ante Larrazabal.
Que el campeón se estrene en el Manomanista con derrota no es algo tan inusual. Por de pronto, nadie ha repetido txapela desde que lo hiciera Aimar Olaizola en las ediciones de 2012 y 2013. Y desde aquel 2013, seis han sido los campeones que perdieron en su debut al año siguiente, algunos de los cuales cayeron eliminados a las primeras de cambio debido al sistema de competición, casos del propio Olaizola II (2014), Bengoetxea VI (2018), Altuna III (2019) e Irribarria (2020). Los otros cinco comenzaron ganando, pero ninguno de ellos revalidaría su txapela. No es sencillo permanecer en lo más alto.
Altuna llegó a este campeonato con una preparación mucho más exhaustiva y más descansado que en años anteriores debido a su prematura eliminación del Parejas. En los primeros tantos ante Larrazabal tuvo destellos del pelotari dominador en el mano a mano, pero poco a poco se fue diluyendo y problemas con su izquierda le terminaron condenando a una derrota que dejó al de Amezketa muy tocado. «Altuna está perdiendo desde hace tiempo. Últimamente está perdiendo más que ganando», dijo tras el partido cuestionado por lo sorprendente de su derrota.
Pero un repaso a sus resultados desde que cayera eliminado ante Laso (14-22) en las semifinales del Cuatro y Medio de 2024 revelan que efectivamente el de Amezketa ha perdido más partidos de los que ha ganado.
Tras aquella derrota ante Laso no disputó el partido por el tercer y cuarto puesto debido a una bursitis en su codo derecho, lo que le hizo llegar al Parejas sin más rodaje que los entrenamientos que pudo realizar en los días previos.
Aspe le emparejó con el joven Aitor Aranguren y la cosa no funcionó. El de Amezketa jugó trece de los catorce partidos del campeonato en los que logró cinco victorias y ocho derrotas, la última junto a Bikuña (4-22), sustituto de un Aranguren, quien había sido apartado días antes debido a su bajo nivel.
La solución de emergencia no resultó positiva y aquella durísima derrota en el Atano III que le eliminaba del Parejas, como el domingo, mostró al Altuna más autocrítico: «Es una pena perder así, dar esta imagen. Yo tenía el peso en la pareja, he fallado y es mi culpa, no la de Iñigo. La culpa es mía, he estado muy por debajo de mi nivel. No me da pena perder, sino dar esta imagen».
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Tras aquel campeonato, Altuna sólo disputó dos partidos por parejas en carnavales y en el Beotibar para coger ritmo de cara al Manomanista. Perdió con Eskuza ante Jaka y Martija (22-14) y ganó en compañía de Gabirondo frente a Artola y Aranguren (22-6). Ese rodaje y el descanso le permitían, en teoría, llegar al mano a mano en una buena condición, pero perdió y volvió a aparecer el Altuna más autocrítico. «Iker ha sido más. Ha jugado más, le ha dado más, ha sacado más y ha terminado más», comentó. «Si durante todo el partido no le pegas bien con la izquierda, a este nivel, es difícil ganar un partido. He sido un desastre con la izquierda».
El balance desde aquella derrota en las semifinales del Cuatro y Medio es de doce derrotas y seis victorias, impropio de un pelotari del nivel de Altuna, obligado ahora a recuperar su mejor versión para afrontar el domingo un partido a vida o muerte. La situación no es sencilla, pero tampoco irreversible y si alguien puede hacerlo es el propio Altuna. Ya lo demostró el pasado año.
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