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Eduardo Zubiaurre Ariznabarreta insiste sobre la premisa de que sus respuestas son «meras opiniones». Su larga experiencia al frente de los empresarios guipuzcoanos y vascos en sendas etapas –entre 2006 y 2012 y 2019 y 2022 como presidente de Adegi y Confebask, respectivamente– le confieren, ... sin embargo, el título oficioso de una de las voces más autorizadas para desgranar la realidad económica actual de Euskadi, que, a su juicio, «tiene una industria fuerte, pero está perdiendo, al igual que Europa, ventaja respecto a otros mercados». El empresario eibartarra, que también ha ocupado el sillón de la presidencia de Herramex –una asociación que terminó integrada en su día en la de Fabricantes de Máquina-Herramienta (AFM)–, pilota la firma familiar JAZ Zubiaurre, referente en la cepillería metálica y tratamiento de superficies, que este 2024 celebra, con expectativas de crecimiento, una efemérides muy especial: 100 años desde su fundación.
– Sólo 36 empresas vascas y 300 en todo el Estado han celebrado un centenario. ¿Cuál es la receta secreta?
– Supongo que la misma que utilizan las personas que llegan a los 100 años, ¿no? Intentando mantener los niveles de salud lo mejor posible. En nuestro caso, han sido varios los ingredientes principales: dedicación, compromiso, mucho trabajo y, sobre todo, el hecho de tener una actividad que sigue siendo competitiva a lo largo de los años.
– Habrán tenido sus buenos y malos momentos.
– Sí, claro. Como muchas empresas vascas hemos sufrido las consecuencias de la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación y la consecuente incertidumbre económica. Pese a todo, podemos decir que estamos en un buen momento. Al igual que las personas, cuando a uno le llega un problema de salud pero ha intentado cuidarse durante años, tiene más posibilidades de que la enfermedad le afecte menos. Nosotros recibimos las diferentes crisis desde una posición de relativa fuerza, por lo que ahora estamos bien, con resultados positivos y previsiones de crecimiento.
– ¿Puede darme algunos detalles?
– El año pasado, más o menos, hicimos una facturación de 10,6 millones de euros desde Eibar, mientras que a través de la filial que tenemos en New Bedford (Massachusetts, Estados Unidos) alcanzamos los cerca de 9 millones de dólares. Allí tenemos una decena de trabajadores, y vamos a ampliar la planta que actualmente tiene 2.000 metros cuadrados. Hoy en día, exportamos el 70% del producto a más de 65 países, y nuestro principal mercado es Norteamérica. El resto de la mayoría de exportaciones son a Alemania y otros países del centro de Europa. Para 2025 esperamos alcanzar los 12 millones de euros en ventas, y mantenemos una plantilla total de más de 70 trabajadores con unas retribuciones que siguen siendo competitivas.
– Su empresa puede ser un ejemplo de que la industria vasca recupera salud.
– Euskadi tiene un sector industrial fuerte y los niveles de bienestar están entre los más altos del Estado. Pero tenemos varios retos por delante. La población pasiva va a seguir aumentando. Por cada diez personas que se jubilan, sólo entran seis al mercado laboral, y esto es un problema. Vamos a necesitar 300.000 trabajadores las próximas décadas. Además, la industria vasca es muy exportadora, con sus mercados principales en Europa, que ha acusado mucho la pandemia y la guerra de Ucrania. Y todo eso, claro, nos ha repercutido.
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Mikel Calvo
– El Gobierno Vasco y Confebask coincidieron en que la revisión fiscal «debe contribuir a reforzar la competitividad de Euskadi y potenciar su crecimiento económico».
– La hoja de ruta tiene que ir por ahí. Debe existir un plan de incentivos que, de alguna manera, pueda llegar de manera más directa a las empresas porque nos estamos quedando atrás respecto a otras comunidades autónomas. No es descabellado afirmar que hemos perdido competitividad respecto a otros mercados. Por eso, hace falta una fiscalidad que fomente el crecimiento económico desde la iniciativa privada, que cree condiciones que favorezcan a la creación de empleo de calidad.
– ¿Está el Viejo Continente perdiendo terreno respecto a Estados Unidos y China?
– Hay un dicho, o algo parecido a un dicho, que lo escuché y resume, deportivamente, lo que está pasando en estos tres mercados: 'Estados Unidos incentiva, China planifica mientras que Europa regula'. Evidentemente, la economía europea ha acusado más el encarecimiento de las materias primas y de la energía como consecuencia de la guerra de Ucrania y la inflación que otros mercados, como pueden ser los de Norteamérica y Asia. Y no estamos consiguiendo canalizar la inversión pública dirigida a la industria y pymes, como pueden ser los Fondos Next Generation europeos.
– ¿Por qué?
– Son, principalmente, problemas relacionados con la burocracia. Creo que debería de existir un proceso con el objetivo de rebajar la centralización de las instituciones europeas de forma que la industria gane músculo, además de aumentar el presupuesto, y más facilidades para incetivar la inversión, que es lo que estamos echando en falta.
– ¿Qué están haciendo Estados Unidos y China que no esté haciendo Europa?
– Estados Unidos ha llevado a cabo un enorme plan de incentivos para atraer actividad económica, industria y aumentar la inversión en aquellos sectores que ellos consideran críticos. En Europa esto no se ha producido. Es más difícil valorar lo que está pasando en China porque, lógicamente, es un país más hermético. Pero lo que podemos ver por los planes oficiales es que, de alguna manera, el gigante asiático se ha mantenido abierto y activo, además de mostrar esa capacidad de resiliencia frente a las últimas crisis.
– ¿Han notado de primera mano la competencia china?
– Por supuesto. La fabricación del producto que hacemos y comercializamos en China se produce, sobre todo, a raíz de que algunas empresas alemanas van allí para abaratar los procesos y aumentar los márgenes de beneficio. Esto se produjo hace ya 30 años. Pero es lo que hay. Nosotros hacemos lo nuestro, ofreciendo un producto de calidad e innovador e intentamos competir lo mejor posible de esa manera.
– ¿Qué opina sobre el plan de Draghi de financiar con deuda común una inversión de 800.000 millones de euros al año para reindustrializar Europa?
– Lo primero y más destacable que podemos extraer de ese informe es que, efectivamente, Europa necesita más inversión, más facilidades de acceder a las ayudas dirigidas al crecimiento del sector privado, una forma de recuperar el tiempo y el espacio económico perdido respecto a los mercados chino y norteamericano. Es la confirmación de que la industria europea debe recibir un impulso.
– ¿Y es posible el plan de Draghi?
– Si queremos retomar la delantera, hay que acometer un plan ambicioso. No sé si es posible llevar a cabo lo que propone Draghi en concreto, por ahora lo veo difícil. Hay muchos retos por delante que tienen que ver con el reto demográfico y la pérdida de músculo industrial en Europa. Ya lo estamos viendo con las grandes firmas alemanas.
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