-El Plan Estratégico de Repsol contempla una apuesta muy decidida por el gas y la electricidad. ¿Ya no se puede ser 'solo' una petrolera?
-Nosotros somos suministradores de energía para la movilidad. Desarrollamos y ofrecemos lo que el cliente y la sociedad quieren: diésel, gasolína, glp, gas natural y electricidad. Y hemos sido pioneros en esto. Hace ya diez años que lanzamos la primera compañía de servicios de recarga eléctrica, Ibil, con el Gobierno Vasco. Un sector en el que somos líderes en España. Y la semana pasada inauguramos la primera estación de recarga ultrarrápida. Además, tenemos un compromiso por ofrecer energía con cada vez menos contenido en CO2, reduciéndolo en nuestras operaciones industriales y a través del mix que ofrecemos.
-¿Lo hacen otras petroleras?
-Hace cinco años fuimos pioneros creando con otras siete, la mayoría europeas y siendo Repsol la más pequeña, un grupo que trabaja compartiendo tecnología para avanzar en un compromiso del sector del petróleo y el gas por ofrecer productos con menor contenido en CO2. Hemos creado un fondo para inversiones tecnológicas dotado con 1.300 millones de dólares. No somos los únicos, pero sí los que hemos estado desde el principio en cabeza.
-Repsol es la firma que más clientes gana en gas y electricidad, en perjuicio de operadores tradicionales. ¿Son ustedes muy agresivos?
-Hay magníficos operadores en España y nosotros tratamos de entrar ofreciendo un producto más diversificado. ¿Cuál es la palanca de ese crecimiento? Pues que tenemos diez millones de clientes en España y 4,5 en energía para el hogar (butano, propano, gasóil...), con lo que adaptamos nuestra oferta a esos clientes y construimos nuevos servicios energéticos en el entorno digital, como nuestra aplicación de pago Waylet o servicios de domótica.
-En esa incorporación de la domótica entra la firma donostiarra Wattio, en la que participan...
-Es una magnífica compañía. Lo que queremos es ofrecer una propuesta tecnológica avanzada. Suelo decir que no toda la innovación sucede dentro de Repsol. Afortunadamente, hay mucha fuera. Lo que tenemos que hacer es estar vinculados a centros tecnológicos y a 'start-up' que después podamos incorporar. Apuestas como la de Wattio u otras diferentes, como Graphenea, en el parque tecnológico de Miramón, lo que buscan es que estemos en un ecosistema de ciencia e innovación en el que captar para ofrecer después a nuestros clientes.
-Otra palanca indudable es que tienen la tienda más grande de España, sus 3.400 gasolineras.
-Una estación de servicio ya no tiene nada que ver con la de hace veinticinco años. Tratamos, efectivamente, de que esos 3.400 puntos de venta ofrezcan un valor añadido al cliente, también a través de alianzas con los mejores, como la que estamos profundizando con El Corte Inglés. Y con estaciones multienergía, pues tenemos ya 1.700 puntos de recarga, de los que 200 son públicos y 40 están en nuestras estaciones. Adaptamos la tecnología a una demanda aún incipiente.
-La siguiente apuesta en la diversificación es X-Elio, la firma de generación fotovoltaica de KKR y Gestamp por la que pujan...
-Todo tiene un racional. En este caso, que la electricidad que suministramos tenga un bajo componente de emisiones. En noviembre compramos activos no regulados de Viesgo, tenemos también almacenamiento, que es muy importante si hablamos de generación con renovables para los momentos en los que no se consume. Hace diez años desarrollamos tres parques eólicos 'offshore' en el mar del Norte y tenemos una operación experimental flotante frente a la costa de PortugaI. En fotovoltaica, el año pasado decidimos construir 235 megavatios en Extremadura, y queremos acelerar. También miramos otras firmas, fundamentalmente pequeños desarrolladores con buenos equipos técnicos que nos ayuden a generar rentabilidad.
-Lo que no hace más que subir este año es el petróleo. ¡Estará usted contento!
-Sí está subiendo. Aunque nosotros seremos, probablemente, la compañía petrolera menos dependiente del precio del crudo, ya que un 67% de nuestra producción es gas natural. Además, para lo que es el sector, la parte comercial e industrial es superior a la de exploración y producción, así que lo que incide esa subida en esta segunda rama no siempre conviene a la primera. No tenemos ningún tipo de avidez por que aumente el precio. Estaría mucho más satisfecho si se mantuviese en los niveles actuales y no subiese.
-Bueno, 70 dólares por barril no está nada mal...
-Hemos demostrado en el pasado, en 2014 o 2015, que a 40 dólares por barril tuvimos la mejor capacidad de adaptación en Europa. A 50 dólares somos capaces de generar valor, y así lo planteamos en el Plan Estratégico. Una subida, en términos generales, no es buena para la compañía.
-Seguro que le consta que el precio de los carburantes en Gipuzkoa es el segundo más alto de España. ¿Sabe usted por qué?
-La subida del crudo depende de factores que escapan de nuestras manos. Hay que pensar que somos el mayor consumidor de España en nuestras cinco refinerías, con lo que el alza también nos afecta. Se están produciendo a nivel mundial varios fenómenos, como las crisis en países como Venezuela o Libia, un alza de la demanda desde Asia y una crisis reciente que redujo las inversiones en algunas compañías y eso se paga ahora con menos producción.
Efecto frontera
-¿Y Gipuzkoa?
-El caso guipuzcoano es evidente que lo vivo muy de cerca. Primero, es un mercado muy competitivo. Nosotros, Repsol, tenemos un 36% de banderas en las estaciones, pero en las que somos nosotros los que fijamos el precio son un 12%. Hay mucha competencia. Hay estaciones en cooperativas, abanderadas... Es un mercado dieselizado por la importancia del transporte. La cercanía de la frontera genera una demanda muy importante de la parte francesa, lo que incide en la ratio oferta/demanda. Y en las últimas semanas en Gipuzkoa el mercado ha visto añadirse lo que se conocía como el 'céntimo sanitario', que son casi seis céntimos por litro. Además, lo que hay es una política de descuentos y de fidelización muy alta en el territorio. Son todos estos factores los que influyen. Pero me atrevería a decir que los principales son el factor frontera y que nos hemos encontrado con esa regularización de impuestos en toda España que aquí ha supuesto esos seis céntimos.
-Mencionaba usted Venezuela. Existen hoy muchos condicionantes internacionales. ¿Hay que acostumbrarse a la incertidumbre?
-La incertidumbre siempre ha estado ahí y nos tenemos que acostumbrar. Yo siempre pongo un ejemplo, y además de aquí. Al final del siglo XVIII, entran los altos hornos alemanes y la economía local, que había vivido de la transformación del hierro, pierde competitividad, Una auténtica catástrofe económica y la gente tiene que emigrar. La Sociedad Vascongada de Amigos del País crea la Cátedra de Química y trae a los mejores investigadores. Y salen jóvenes hacia Alemania a aprender. Si algo hemos demostrado aquí es que somos capaces de adaptarnos a las revoluciones industriales. Va a seguir sucediendo, pero ahora las olas de innovación son más rápidas.
-Y en España, con un próximo Parlamento que se adivina tan atomizado y una formación de nuevo Gobierno que se antoja complicada, ¿puede generarse una incertidumbre que afecte a la economía?
-Nosotros operamos en veintiocho países. Y como empresa lo que valoramos es la estabilidad y cierta certidumbre. Vivimos en la Unión Europea, y cuando operas en el norte de África, en países de Latinoamérica que no mencionaré, en el entorno asiático... Si ves la realidad española y europea, es evidente que tenemos nuestras peculiaridades, pero vivimos en un entorno de seguridad jurídica, estabilidad política y en el marco de la UE.
-¿Viene otra crisis?
-Nadie lo sabe. Es verdad que existe una cierta desaceleración, que quiere decir que crecemos menos. En el caso europeo, y esto me preocupa y me produce cierto enfado, se está produciendo una ralentización industrial; y parte de la misma se está generando por muchas incertidumbres que se están metiendo respecto a los términos de cómo debe abordarse la transición energética y la movilidad del futuro. Estos discursos de cierta demonización del vehículo de combustión y del diésel han generado una incertidumbre a la hora de comprar. No se si alguien ha pensado que somos el segundo fabricante de coches de Europa. El 11% del PIB español y casi el 20% del vasco dependen del automóvil, y estos comentarios no son inocuos. Lo que se dice tiene repercusión inmediata en Mercedes en Vitoria, en Landaben en Pamplona, en los que fabrican bloques de motor o estampación de chapa, en la contratación de gente... Esto ha impactado mucho en Alemania, de la que somos dependientes por nuestra exportación. Lo que viene de fuera no podemos cambiarlo, pero yo sí pediría a nuestros dirigentes un compromiso en defensa de la industria. Si queremos una sociedad moderna y con oportunidades para los jóvenes, necesitamos darles esas oportunidades. Necesitamos a la industria. Y cualquier apuesta energética ha de estar completamente basada en las capacidades tecnológicas; sino vamos a llevar a la sociedad a un mayor empobrecimiento.
-Usted le pidió en junio de 2018 al Gobierno que abordara la transición energética de manera «justa, eficiente y con el menor impacto posible a la industria». ¿Ha fallado el Ejecutivo?
-El mal, el daño en el tejido industrial, ya está hecho. Yo lo que pido a todos los responsables políticos es que esa transición la hagamos poniendo el foco en los intereses industriales del país. Hay una correlación muy clara en las comunidades autónomas entre la industria, el PIB, el paro y la desigualdad. El turismo está muy bien y es un complemento magnífico, pero la estabilidad salarial y la generación de un entorno científico y formativo los da la industria. Claro que tenemos que tener claro el objetivo de la descarbonización y ser firmes en el cumplimiento de nuestros compromisos internacionales, pero compatibilizándolo con nuestros intereses industriales. La paradoja es que ese que no se compra coche, aumenta la emisión, que estos mensajes generan emisiones.
-¿Qué le parece el plan 'Eusko-Renove' del Gobierno Vasco?
-La industria y los propios fabricantes de coches españoles, lo han puesto de ejemplo. Esto es un buen ejemplo de una política positiva. Necesitamos administraciones muy implicadas en la generación de actividad industrial. Los planes Renove siempre han tenido influencia positiva, y este también, además orientada a todas las motorizaciones.
-¿Es esa la buena dirección?
-Es que, la otra política, desde mi punto de vista tiene tres defectos. Focaliza las ayudas en un único tipo de coches. Aquí voy a ser un poco provocador, ya que es una magnífica transferencia de renta de los pobres a los ricos, puesto que subvenciona coches caros que solo una parte de la población se los puede permitir. Además, hablamos de vehículos que no suelen fabricarse en España, con lo que supone de debilitamiento industrial. Creo que un Gobierno se tiene que preocupar de atender a su industria. Y, tres, como la mayoría no puede comprar esos coches, sigue con el antiguo, con lo que la caída de las emisiones es menor. Si fuéramos capaces de renovar las furgonetas diésel antiguas que entran en Madrid o Barcelona todas las mañanas a repartir, el impacto sería enorme.
-Entiendo que el diésel no tiene los días contados...
-En términos tecnológicos, el diésel es una de las tecnologías más eficientes del mundo en términos de emisiones de CO2. Cuando uno toma todo el ciclo de vida de una batería eléctrica, que desgraciadamente está y va a estar fabricada en China si en Europa perdemos esa apuesta industrial, sopesando la media del mix (recordemos que países como Alemania usan mucha generación de carbón), creo que técnicamente es muy difícil sostener que en 2030 un vehículo diésel vaya a emitir más CO2 que uno eléctrico.
-Conocemos el impacto de esta crisis del diésel en la automoción pero, ¿cuál es el golpe a Repsol, productor de carburantes?
-Es mayor el impacto a la industria del coche, pues solo el 30% de la producción de crudo se usa para vehículo ligero. Esos mensajes no dañan en el corto plazo al productor de carburante, lo que hacen es provocar esa no compra de coches. Si alguien pretendía, que seguro que no, atacar a este sector lo que provoca es dañar directamente a la industria del automóvil. Esa persona que no compra sigue conduciendo su coche antiguo.
-Al mismo tiempo, y puede parecer paradójico, su apuesta por el coche eléctrico, además desde Euskadi y con Ibil, parece muy decidida.
-Absolutamente. La iniciamos aquí. Las grandes empresas tenemos que tener un compromiso muy claro con la sociedad como tractores industriales de nuestros muchos proveedores. Creo que Repsol está cumpliendo. Lo que tratamos en estas nuevas formas de energía es que todas estén basadas en la innovación.
-Hablemos, si le parece, de la conexión de Repsol con Euskadi, que empieza con Petronor, de la que se dice que si se resfría, el País Vasco corre el riesgo de coger una pulmonía. ¿Cuál es el estado de salud de la refinería?
-Repsol es la suma de muchas cosas. Petronor es uno de los orígenes de la compañía. Incluso los accionistas de la refinería, como BBVA o Pemex, pasaron a la cabecera. Petronor está en un buen momento de salud y muy bien dirigida. Y el sector del refino, tras años complicados, atraviesa un buen momento. La inversión en la planta de coque fueron 1.000 millones y sin ella la planta hubiera pasado serias dificultades. Se ha especializado en distintos combustibles entre los que alguno tendrá mucha demanda, por ejemplo, en el transporte marítimo. Goza de muy buena salud y estamos haciendo las cosas bien. Como bien dice usted, no solo es Petronor, y como decía aquel 'el orden que se consulte en Hacienda', los tres grandes contribuyentes en Euskadi somos CLH, Petronor y Esergui. Con lo que todo esto es muy importante para sostener la Sanidad y todo lo que se paga con los impuestos.
-Comparten ustedes accionariado en Petronor con Kutxabank. Cuando el BCE empuja a a la banca a vender activos industriales, ¿está amarrada esa participación?
-Tendría que responder el otro socio. Pero sí puedo decir que esto empezó en 1969, cuando se constituyó Petronor con la caja de ahorros vizcaína, y que estamos muy contentos con Kutxabank como accionista. No soy experto, pero ha resistido los años peores de la crisis y hoy tiene los mejores ratios de capital. Nosotros estamos muy cómodos, y por lo que nos dicen, ellos también.
-La ligazón de Repsol con Gipuzkoa pasa también por su apoyo a Cidetec, referente en el almacenamiento de energía. ¿Qué papel puede jugar en la la movilidad futura?
-Si tenemos ligazón con Gipuzkoa es mérito de Gipuzkoa, no de Repsol. Somos una compañía tecnológica y ¿qué pasa en este territorio?, que tiene, junto a todo Euskadi y su 'interland', unos entornos de innovación y un tejido competitivo que hace que surja la colaboración. Es evidente que Tecnalia es un referente en investigación. Y Cidetec, con sus investigaciones en baterías de ion-litio es una referencia en Europa en el almacenamiento de energía.
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