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Las primeras 24 horas de campaña han arrancado bajo la lluvia, a veces furiosa, en este variable mes de mayo. Aguaceros y, a la vez, encuestas que van a marcar el primer fin de semana electoral. El más llamativo, el Sociómetro del Gobierno Vasco, que recoge la victoria del PNV en los tres territorios y en las tres capitales (Donostia, Bilbao y Vitoria). Pero atención a la letra pequeña, que ya se sabe que el diablo está siempre en los detalles. ¿Y qué nos dice?
De entrada, atención al voto directo, que es el que confiesa en primera instancia el encuestado ante una primera pregunta espontánea. ¿A qué partido votará usted el 28 de mayo? Pregunta explícita y espontánea, sin otras 'cocinas' de los datos posteriores.
Pues el Sociómetro da una cifra a tener en cuenta y que explica lo volátil que puede ser esta aventura de 15 días. En voto directo EH Bildu se impone al PNV en San Sebastián. Pasó lo mismo en el estudio de febrero por 0,5 décimas. Ahora lo hace por ocho décimas (14,8% frente a 14,0%) pero suficiente como para que a algunos se les enciendan las alarmas. ¿Y si ganase al final EH Bildu? Porque aunque es verdad que la encuesta otorga al PNV una ventaja de hasta tres ediles en San Sebastián, el voto directo puede sorprender. ¿Quiere decir que hay pulsión de cambio? Eso sería correr mucho. Pero...
En Gipuzkoa, a su vez, los jeltzales mantienen su primacía, pero también EH Bildu recorta distancias. Esa es la tendencia, que es la que vale.
Lo cierto es que la corriente de fondo también muestra un crecimiento de EH Bildu a costa de cierto retroceso de Elkarrekin Podemos y del factor de la participación. La cifra de la abstención es determinante. La encuesta la sitúa en el 39%. Una mayor afluencia a las urnas puede cambiar el escenario. E incluso dar un vuelco. Lo saben todos, aunque no todos lo digan.
A su vez, el PNV metió ayer el turbo con Eider Mendoza dejando claro un mensaje. No va a tanto en el discurso de censurar a HB la falta de autocrítica respecto a lo que fue la violencia de ETA. Ese argumento no ha salido aún de lleno en el guión más explícito de los jeltzales, aunque es evidente que en el fondo critican la presencia de expresos de ETA en las candidaturas. El reproche va en otra dirección. Y viene a decir: este país se ha construido en los últimos años, ha puesto en marcha su sistema de autogobierno estatutario, ha echado los cimientos de una administración pública, ha progresado en lo económico gracias al Concierto, ha diseñado una política social e industrial, «y todo lo ha lo hecho a pesar de ustedes que han estado remando en contra». Ese es el mensaje a machamartillo. Mientras tanto, EH Bildu se pone de perfil, busca un lenguaje conciliador y explota a conciencia el eje izquierda-derecha. Más que nunca.
El PNV tiene motivos para ser muy prudente en estos momentos críticos en los que detecta que el crecimiento de EH Bildu puede ser un problema a medio y largo plazo. No tanto ahora, en donde quizá no llegue a cristalizar con claridad la alternativa. Pero en un futuro no tan lejano, atención al eje de izquierdas, que la 'geometría variable' de pactos de hoy puede ser otra cosa mañana. Y sin casi darnos cuenta.
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Los socialistas no pierden detalle de todos estos movimientos. ¿Y si también existiera un voto joven fronterizo entre el PSE y la izquierda abertzale, sobre todo entre las nuevas generaciones? El partido liderado por Eneko Andueza arremete contra la polarización entre el PNV y EH Bildu porque ven en esta jugada una operación interesada para reforzar al nacionalismo en su conjunto.
En el PSE, además, tampoco pasan desapercibidos los porcentajes demoscópicos. Primero porque, insisten, la realidad siempre ha ido mucho mejor que la encuesta del Gobierno Vasco difundida ayer. Segundo, porque los socialistas tienen una enorme esperanza puesta en ganar en Vitoria. La reñida batalla que va a librar en la capital alavesa, con tres partidos aupados a las posibilidades de lograr la alcaldía, es de antología. La visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Vitoria para respaldar a Maider Etxebarria, su aspirante a la alcaldía, es tan solo una primera tarjeta de presentación. Todos cruzan los dedos. Al menos para que no llueva.
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