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Miércoles, 1 de abril 2020
¿Cómo puedo quitar el amargor de las berenjenas? Seguro que es una pregunta que les ha venido a la cabeza a muchos aficionados a la cocina después de su primer contacto con ellas. Y es que ya sean solas, fritas, rebozadas, a la plancha o como acompañamiento, su amargor puede llegar a resultar desagradable.
Ese toque amargo de esta hortaliza se encuentra en su pulpa, motivo por el que no importa si está cruda o ha sido cocinada, siempre está ahí. Da igual que se hagan al horno o se frían en aceite, ese amargor que contiene su jugo aparece cuando se parten o pelan, cuando entran en contacto con el aire.
Su pulpa tiene un doble componente: contiene los antioxidantes, responsables de sus cualidades y beneficios, pero al entrar en contacto con el aire éstos se oxidan y también son 'culpables' de ese sabor amargo que puede llegar a resultar picante, sensación que se incrementa al final de su temporada.
Nada obliga a comer las berenjenas con ese sabor amargo. Te presentamos tres trucos que no te llevarán más de media hora y harán que consigas quitar el amargor de forma sencilla. No tienes que repetir los tres, sino escoger el que más cómodo te resulte.
Sal fina: uno de los más utilizados es añadir sal fina. Se cortan en láminas y se colocan sobre un escurridor, formando una capa. Se añade una capa de sal fina abundante, se coloca otra capa de hortalizas encima y se vuelve a cubrir con sal. Así sucesivamente, hasta acabar con las berenjenas. 15 ó 30 minutos después habrán escurrido su jugo. Sólo faltará aclararlas con agua fría para eliminar el exceso de sal.
Remojo con agua, sal y leche: otra fórmula tradicional e igualmente efectiva es dejarlas en remojo con agua, leche y sal. Se cortan al gusto, en láminas o en trozos alargados, se colocan en un cuenco y se cubren con agua y leche, añadiendo una abundante cantidad de sal, preferiblemente gorda. Se tapa el cuenco y se deja en remojo media hora, tras lo cual hay que escurrirlas y aclararlas con agua fría.
Remojo con agua, sal y harina: el tercer truco es igual que el anterior, pero sustituyendo la leche por harina. Se pone agua y abundante sal gorda en el cuenco con las hortalizas y se añade la harina al final. Pasada la media hora de remojo, se escurren y se aclaran con agua fría.
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