Chuleta asada tradicional con pimientos del piquillo confitados de Martín Berasategui JOSÉ LUIS LÓPEZ DE ZUBIRÍA / ARCHIVO
RECETAS

Receta de chuleta asada tradicional con pimientos del piquillo confitados de Martín Berasategui

Martes, 7 de abril 2020, 06:54

Ingredientes:

  • Para los pimientos

  • 2 latas de pimientos del piquillo de Lodosa, de buena calidad

  • Aceite de oliva

  • Media cabeza de ajo

  • Sal gruesa

  • Para la chuleta

  • 1 chuleta de vaca de 1.800 g, bien limpia de exceso de grasa

  • 1 pizca de aceite de oliva

  • 1 cucharada sopera de Armagnac

  • 200 ml de jugo de asado

  • Sal y pimienta recién molida

Elaboración

Para los pimientos:

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Para la chuleta:

Tradicionalmente, el asado de las chuletas viene realizándose en parrillas de carbón vegetal, en las que los hierros que van sobre las brasas ardientes se regulan en altura por medio de distintos procedimientos mecánicos.

Además del pertinente asado, la parrilla confiere a la carne un apreciado gusto ahumado, característico de las brasas, que la hace muy sabrosa al paladar.

De todas formas, la mejor manera de elaborarla en una cocina doméstica, al alcance de la mayoría, es como sigue:

  1. 1

    Precalentar el horno hasta los 180°C.

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    Habremos dejado reposar la carne a temperatura ambiente, al menos por espacio de 24 horas, de forma que de ningún modo pongamos al fuego una carne recién sacada del frío, sino con el corazón atemperado.

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    La mejor manera de asarla es ayudándonos de una cazuela baja y con una base amplia, lo que los franceses llaman una sauteuse.

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    Que el mango sea de acero inoxidable y no contenga elementos de plástico, puesto que la introduciremos a lo largo de la cocción en un horno caliente.

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    Colocar la cazuela a fuego fuerte, con una pizca de aceite de oliva, hasta que veamos que el fondo se calienta y humea, posando en ella la chuleta.

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    Dejamos que se tueste la carne, de modo que vayan caramelizándose la superficie y los jugos.

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    Pasados 4 minutos, la volteamos, volviéndola a regar con su propia grasa, con el fin de que se tueste también otros 4 minutos más.

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    La retiramos del fuego, dejándola reposar sobre un plato o fuente caliente, bien tapada con una hoja de papel de aluminio, por espacio de 20 minutos.

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    El reposo lo que hace es repartir el jugo interno por todas las fibras musculares.

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    Por acción del calor exterior, este se concentra en el corazón de la pieza, con lo que el reposo logra que el jugo se distribuya por la totalidad del músculo.

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    Mientras reposa la pieza, preparamos el jugo. En la cazuela en la que hemos salteado la carne, quedarán jugos adheridos al fondo del recipiente.

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    Eliminamos la grasa acumulada en el fondo, poniendo de nuevo la cazuela a fuego suave.

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    En el momento que veamos que comienza el fondo a crepitar, añadimos el Armagnac, dejándolo evaporar unos segundos, tras los cuales verteremos el jugo de asado, para que recoja y se empape de los jugos del salteado de la chuleta.

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    Dejamos reducir unos minutos y pasamos a través de un colador fino a un pequeño cazo.

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    Limpiamos la sauteuse para rematar el salteado final de la carne.

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    Volver a colocar la cazuela limpia a fuego fuerte, con una pizca más de aceite de oliva, unas gotas nada más.

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    Una vez bien caliente, posamos la chuleta delicadamente, no teniendo más que dorarla 4 minutos más por cada lado, hasta que veamos que vuelven a caramelizarse sus 2 caras.

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    Introducimos la cazuela entera en el horno, con la chuleta recostada sobre su hueso, es decir: de pie sobre el hueso, con las 2 caras de la chuleta al aire, para que el horneado de la pieza sea homogéneo y no resulte más intenso en la parte recostada sobre la cazuela.

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    Sacarla entonces a una tabla de madera para su trinchado.

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    Dejamos la chuleta en el horno unos 15 minutos.

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    La dejamos ahí, bien cubierta con una hoja de papel de aluminio, para que repose unos instantes.

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    Así conseguiremos que al trincharla los jugos no se desparramen.

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    Con un cuchillo afilado, separar su carne del hueso, delicadamente.

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    Trocearla en gruesos escalopes, no sin antes haber retirado la grasa y posibles tejidos requemados que puedan rodear la nuez central de la carne.

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    Repartir los pedazos de carne en platos bien calientes y comerlos sazonándolos a cada bocado.

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    De este modo, aún retendremos en su interior y hasta el final los ríos de jugo que una buena chuleta alberga entre sus carnes.

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    Acompañarla con los pimientos, ligeramente recalentados unos minutos en el horno y sazonados con sal gruesa y con el jugo de carne que habíamos recuperado antes.

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