Secciones
Servicios
Destacamos
Se llama Soraya García, ha expuesto sus obras en varias salas de Gipuzkoa, su arte transgresor tuvo presencia en San Sebastián 2016 y muestra parte de su universo en las redes sociales bajo el nombre artístico de SorayArte. Pero hasta ahora nada le había dado tanta visibilidad como algo tan simple como un cabreo. ¿El motivo? Que la furia no la dejó correr en la intimidad, sino en un programa de televisión emitido en 'prime time'. El «¡a la mierda, a la mierda chaval, a la mierda!» que Soraya le espetó a Santi Millán en el programa de 'Got Talent' que se emitió el viernes se ha hecho viral. Ella se lo toma con humor y lo único que le pesa es no haber podido leer el poema completo.
- La performance, ¿fue sobre las tablas o entre bastidores?
- (Risas). Mucha gente me ha preguntado si mi cabreo era parte del espectáculo. No estaba preparado, fue totalmente espontáneo. En el momento me sentí estafada.
- ¿Estafada?
- Sí, en cierto modo. Yo no me presenté a 'Got Talent', fue la productora del programa la que se puso en contacto conmigo. Me dijeron que tenían muchos perfiles de cantantes y bailarines parecidos y querían algo distinto, rompedor.
- Y ahí estabas tú en...
- La playa, tomando el sol en pelotas, cuando de pronto sonó el teléfono. Me dijeron que habían descubierto mi trabajo artístico por internet y les había entusiasmado, ¡que era la bomba! De hecho prácticamente no tuve que superar cribas, solo el cásting que hay justo antes de presentarte ante el jurado. Así que cuando me dí cuenta de que me rechazaban, me dio rabia. ¿Me llaman ellos y luego me rechazan? ¿Ésto cómo se entiende?
- ¡No te irás a enfadar otra vez!
- ¡Ay no! (risas) Yo es que soy así, me dan arrebatos pero luego se me pasa enseguida.
- ¿Y cómo te has sentido, ya en frío, al verte tan cabreada?
- La verdad es que me he echado unas risas viendo el programa. Mis hermanas se han escandalizado pero, no sé, tampoco es para tanto, ¿no? Me cabreé mucho y lo expresé, fue algo muy de verdad, natural, coherente con mi arte y lo que acababa de hacer sobre el escenario. El poema que recité precisamente se titula 'Cuando la libertad se disfraza de buenos modales'. La pena es que no pude leerlo entero...
- ¿Y eso?
- Mis performance suelen durar como una hora y tenía que condensar eso en dos minutos. Me aconsejaron que hiciera algo muy transgresor, llamativo, e intenté plasmarlo todo: el body paint, globos, alas, parte de un poema... Cuando Jorge Javier me dijo que no había entendido nada, debería haberle respondido, haberme explicado. Sobre todo me he quedado con la espinita de no haber recitado el resto del poema. Desde el sofá de casa se te ocurren mil cosas, claro, pero allí... ni siquiera sabía que podía interactuar con el jurado. ¡Nunca había visto 'Got Talent'!
- ¿Nunca habías visto 'Got Talent'?
- No, nunca. No tengo televisión y fui a pelo. Me dijeron que estaban Risto y Eva Hache. Edurne y Jorge Javier Vázquez ni siquiera sabía quiénes eran.
- Pero, a ver... ¿cuánto tiempo pasa desde que te llaman hasta que grabas?
- Uno o dos meses.
- ¿Y en todo ese tiempo no se te ocurre ver un programa?
- ¡Claro!, pero decidí no hacerlo.
- ¿...?
- Creí que si iba sin saber nada podría ser más natural, más libre.
- ¿Y te arrepientes?
- Para nada. Obtuve el voto de Risto sin ir directamente a buscarlo. Después de grabar sí que me puse a ver programas viejos y me di cuenta de que algunos concursantes le hacían un poco la pelota. Yo nunca lo hubiera hecho, pero así ni siquiera he estado tentada. Además al ver el programa el viernes me di cuenta de que también Eva Hache me había dado un sí. En el momento estaba tan desubicada que ni me enteré. ¡Qué maja!
- Te dio un sí, pero criticó tu expresión corporal
- Y tenía razón en que mi coreografía no era de bailarina, no incluía cabriolas, ni el 'spagat'. No era mi objetivo. Yo ofrezco otro tipo de arte y quizá solo necesité un poquito más de tiempo para que se entendiese.
- ¿De verdad nadie te aplaudió o es un efecto de la edición del programa?
- De verdad. Nadie. Pero eso me da igual, el público no es especializado y no me importa lo que piensen dos petardas. Estoy acostumbrada a las críticas. Tengo a trescientas y pico personas bloqueadas en Facebook. Sé que lo que hago no es para todos los públicos.
- ¿Percibiste durante la actuación que el respetable estaba desencajado?
- No, pero me pasó una cosa muy curiosa. Yo no tengo miedo escénico ni nada parecido. Tengo 41 años y llevo mucho en esto. Pero allí no sé por qué se me secó la boca y creí que desde casa se iba a ver que tenía el labio pegado a la encía. ¡Qué tontería! Con todo lo que le solté al pobre Santi Millán. ¡Fíjate si tenía saliva!
- Supongo que en ese momento ni se te pasó por la cabeza que el cabreo podría acabar siendo viral
- No, que va. Ni siquiera era muy consciente de que me estaban grabando. Tampoco me importa. No me siento ninguneada, ya te digo que me he reído viéndome.
- ¿No estás ni un poco molesta con 'Got Talent'?
- No. No me han hecho ninguna crítica demoledora, ni me han dejado a la altura del barro. No siento que se me haya atacado. Al contrario. Estoy muy agradecida porque el equipo técnico se portó fenomenal conmigo y la pieza de presentación que me han hecho ha quedado muy bonita. ¿Que han cargado las tintas sobre el cabreo? Es que es un 'show' televisivo. Y si eso me da a conocer, bienvenido sea.
- ¿Se notan los efectos de esa fama inesperada?
- Mucha gente me ha escrito para decirme que sí le gustó mucho mi actuación. También otros artistas para proponerme proyectos en común. Pero no ha salido directamente ninguna oportunidad laboral. Ojalá me pasara como a los músicos y esto sirviera para que alguien me llamara y se ofreciera a ser mi representante.
La calma, la horrenda calma,
no ésa que precede a una tempestad,
sino la otra, la peor:
La calma a la que le sigue más calma,
más anestesia, más letargo.
Nada de riesgo, nada de color,
nada de sexo, política o religión.
El arte, el mal arte.
No ése que encoge el alma
hasta estrellarlo contra la pared.
No ése que tensa la sonrisa
hasta bañarte de placer.
Sino el otro, el peor:
El arte enmarcado en una pared,
sin ganas, sin inspiración y sin deseo,
sin necesidad de espíritu, sin sustancia y sin esencia.
Eso sí; enmarcado, acristalado,
para que te lo lleves a tu casa,
y al apagar las luces,
desaparezca con el interruptor.
Cuando la libertad se disfraza de uniforme,
el traje se arruga en pliegues,
y se ciñe al caminar,
bajo el cinturón.
Cuando los buenos modales son de agrado y cortesía,
las blasfemias escupen la noche,
mortificando las sábanas de sudor,
con la boca sucia del mal aliento.
Con una esponja áspera,
se lavan conciencias.
Y con un poco de maquillaje,
y un poco de suerte,
se borra y se olvida el verdadero reflejo.
Prefiero darme la vuelta empapada en lágrimas,
que enfilarme en línea recta hacia la mediocridad.
Prefiero recorrer un laberinto blanco roto,
que el aplauso pusilánime de la vergüenza.
Dicen, dicen,
que la moderación,
hace más llevadera la vida social.
Y yo digo, digo,
qué putrefacta la sociedad.
Y no se dan cuenta,
de que la emoción no es medible,
de que la expresión no se puede atar,
porque pierde el sentido puro animal
de amar y crear.
La calma, la horrenda calma,
no es ésa que sigue al éxtasis,
después de ver terminada tu obra,
sino la otra, la peor:
La calma que adormece las ilusiones
y las templa de tedio.
Como un púgil fuera del rin.
Como si despertaras desnuda en medio de la calle.
Como si el arte fuera el mundo real,
y el mundo real, un puto lienzo en blanco.
©SorayArte
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Fernando Morales y Álex Sánchez
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.