«Cuando vimos las llantas doradas del coche supimos que era Ander; tenemos el corazón roto»

Miguel Sotillos es el dueño de la cafetería Lopene, situada debajo del domicilio familiar de Ander. Aún con la emoción en la piel y las lágrimas en los ojos «no puede creer» lo ocurrido y no quiere imaginarse el «dolor que debe estar pasando» una familia a la que «conoce de toda la vida». «No era un chico de bares, pero sí de barrio. Aquí nos conocemos todos. Era un chico encantador. Siempre con una sonrisa en la cara, muy cercano», apunta conmocionado.

Miguel y Ander guardaban una relación más allá de la de camarero y cliente: la pasión por el mundo del motor . «Siempre le han gustado mucho las motos y los coches, sobre todo los clásicos. A mí me gustan las motos y más de una vez le he echado una mano para cambiar alguna pieza». Sin embargo, desde hacía un par de años, Ander estaba muy centrado en cuidar al máximo su pieza de coleccionista, su Ford Orión. «Quería tenerlo siempre bonito. Lo cuidaba mucho. Le gustaba el 'tunning' y solía hacerle algunas modificaciones. Siempre le vacilábamos y le decíamos: '¿en serio te gustan esas llantas? ¡Si son feísimas!'».

Fue ese detalle, el de las llantas, el que le hizo saber a Miguel que el joven que había perdido la vida en la carretera era Ander. «Yo vivo en Oiartzun y, cuando venía hacia aquí el domingo vi que la carretera estaba cortada. Pensé que podía ser un corte de tráfico por obras o algo similar, pero al buscar en internet qué había pasado y ver la foto en la web de El Diario Vasco se nos cayó el mundo a los pies. Ya no quedan muchos Ford Orión, pero cuando vi las llantas doradas, esas con las que tanto habíamos bromeado, supe que era él», asegura. «Por un momento quise negar lo evidente, pero no había dudas. Cuando llegué al bar salí corriendo a la calle E. Otxoa, donde siempre solía dejar el coche, y no estaba. En ese momento se acabó toda esperanza», sentencia.

Con la lágrima en los ojos, a Miguel le resulta imposible no acordarse de algunas anécdotas que ha vivido con el joven de 22 años «Siempre ha sido muy majo conmigo y el amor por las dos ruedas nos ha unido aún más. Alguna vez se ha olvidado el casco encima de la moto y se lo he cogido yo. Hubo una vez que se lo tuve que guardar tres semanas, pero no quería dárselo a sus padres para que no le echaran la bronca. Teníamos ese nivel de confianza. Se le va a echar de menos. Era una bellísima persona. Tenemos el corazón roto», reconoce emocionado.

Junto a Ander viajaban en el coche otros tres amigos. Uno de ellos, Iñaki V. G. también murió en el acto en el fatal accidente. «Era un chico trabajador, amable y educado». Así definen quienes le conocían en Pasai Antxo a este joven donostiarra de 20 años. Desde bien pequeño había estado ligado al balón de fútbol. «Si le ponías una pelota delante, se le iba el mundo detrás de ella», aseguran quienes le recuerdan con cariño de aquella época.

Tras cursar sus estudios en Don Bosco, Iñaki se incorporó al mercado laboral. Recientemente estuvo empleado en la Seguridad Social. «Era muy trabajador, muy buena persona y muy humilde, como su familia», aseguran en Pasaia por donde Solía frecuentar a diario sus calles. «Últimamente le veíamos bastante salir solo con su perro. Lo tenía desde hace pocos meses y lo llevaba a la campa que hay cerca su casa, que está al comienzo de la calle Darieta», comentaba un vecino.

Su funeral se celebrará el martes en la parroquia San Juan Bosco de Errenteria a las 19.00 horas.