En época de vacas flacas, menos ternera y más pollo. Y menos verduras, menos pescado, menos fruta... La subida de la cesta de la compra está empujando a muchas familias vascas a sustituir determinados alimentos por otros menos saludables e incluso a tener que dejar ... de consumirlos por su coste disparado. Tanto es así que el consumo en alimentación descendió un 9,6% en Euskadi entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022, según los datos más actualizados por comunidades del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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La caída del consumo es generalizada, aunque se hace más notable en determinados productos «esenciales» en nuestra dieta como verduras (-50,8%), hortalizas frescas (-28,4%) o fruta (-10,8%). También la brecha entre el precio de los alimentos frescos y los ultraprocesados se ensancha y, mientras se dispara el precio de las judías verdes (50,7%), la subida de los platos preparados (13%) resulta más llevadera. ¿Corre riesgos nuestra alimentación? ¿Consumimos más comida basura? ¿El descenso en el consumo de frutas y verduras traerá consigo una oleada de enfermedades cardiovasculares y casos de obesidad infantil?
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Los datos analizados reflejan que la inflación –la cesta de la compra ha cerrado el año con una subida inédita del 15,7%– ha modificado nuestra dieta, que se está volviendo más deficitaria, y la tendencia se confirma a pie de supermercado. Según explican desde Eroski, «se está consumiendo menos producto fresco, menos carne y pescado. En estas pasadas navidades hemos notado que el pescado, que suele ser el rey de la mesa, se ha sustituido por otras opciones más asequibles. En cuanto a la carne, se consume menos ternera y más pollo, que es más económico, y también hemos notado menos consumo de fruta, aunque en este caso al haber diferentes variedades y abanico de precios, el descenso quizá no se aprecia tanto. Pero desde un punto de vista general, se puede decir que estamos comiendo peor, probablemente por la subida de los precios».
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Verónica Melo
Las investigadoras Leixuri Aguirre e Itziar Eseberri, profesoras de la Facultad de Farmacia en el área de Nutrición y Bromatología de la UPV/EHU, alertan de los peligros de dejar de ingerir frutas y verduras, que son «la base de nuestra alimentación» y deben estar «sí o sí» en nuestra lista de la compra, junto con las legumbres y los cereales integrales (pasta, arroz o pan integral). «Los problemas que pueden surgir si dejamos de comer frutas y verduras nos los sabemos todos. Son productos que aportan muchas vitaminas y minerales necesarios» y, si dejamos de añadirlos al carro, «puede aparecer déficit de alguno de ellos», explican.
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Aunque la teoría está más que masticada entre los consumidores, en la práctica el encarecimiento de los alimentos ha llevado a muchos vascos a contener el gasto y a cambiar sus hábitos de consumo –las opciones de marca blanca para intentar ahorrar «han crecido un 5-6%, un dato muy significativo, y además se adquiere menos producto gourmet», según apuntan desde Eroski, que observan cómo «el consumidor, en términos generales, está haciendo un desembolso menor en cada compra en los supermercados».
También perciben que en determinados periodos, como el Mundial de fútbol, «aumentó el consumo de pizzas congeladas, platos preparados que solo requieren calentar y servir», aunque esta tendencia hacia la 'comida basura' se extiende peligrosamente más allá de una celebración y se está introduciendo en nuestra dieta diaria, tal y como alertó el pasado diciembre el secretario general de Facua, Rubén Sánchez, al asegurar que «8 de cada 10 familias compran alimentos de peor calidad».
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Son los ultraprocesados los «grandes enemigos» de nuestra alimentación porque, según estas expertas, «aportan un montón de azúcares, grasas de muy baja calidad y mucha sal, porque es un buen conservante y un potenciador del sabor que hace que la comida sepa mejor», comenta Aguirre, refiriéndose a «la bollería industrial, las pizzas precocinadas, platos preparados como una lasaña o unas croquetas»; en resumen, cualquier alimento donde el listado de ingredientes «es excesivamente largo».
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Si abusamos de estos productos, el bolsillo no es el único que puede salir perjudicado. «Cuando tiramos más de ultraprocesados o productos preparados como unas croquetas frente a un filete lo que va a ocurrir es que se van a desarrollar mayores tasas de obesidad y patologías asociadas como hipertrigliceridemia (aumento de triglicéridos en sangre), hipercolesterolemia, etc. Esto es perjudicial para toda la población, son patologías o factores de riesgo que podemos tener todos, pero son más preocupantes para personas que ya de por sí son obesas o tienen alto el colesterol o los triglicéridos», afirma Eseberri, que alerta de que «si estas personas dejan de alimentarse en condiciones, los factores de riesgo, que son los mayores factores de mortalidad a día de hoy, van a aumentar». Por todo ello señalan la importancia de «hacer una selección de alimentos que sean de calidad», así como «hacer una buena planificación» ya que «nos evitaremos problemas de salud» y, a la larga, también afectará a nuestros bolsillos, puesto que la compra puede salir más barata».
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La preocupación sin embargo por el aumento de los precios en alimentos tan básicos como los huevos, el aceite o la leche es compartida por todas las familias, aunque el escenario se torna más amargo para aquellas con menos recursos económicos. Las investigadoras de la UPV explican que «suelen coincidir los momentos de crisis con mayores tasas de obesidad. Hay estudios que dicen que cuando hay problemas económicos la gente suele tender más a ultraprocesados, porque son más baratos, y reducen otros productos frescos, como carne, pescado, frutas o verduras, que tienen un coste más elevado».
Así, la inflación impacta de lleno en la economía doméstica, también en los avances conseguidos en la población hacia una dieta saludable, y la compra diaria está siendo una de las grandes perjudicadas. Si optamos por desayunar pan (+8,7% en el precio) con aceite de oliva (+20%), sube el coste más que si opta por unas galletas (+10%). Llegamos a la hora de comer. Y si elegimos un filete de ternera, nos encontraremos con que han subido alrededor de un 14%. ¿Mejor una crema de verduras preparada? La subida será menor, un 6,2%. Los padres que quieran que sus hijos merienden un vaso de leche (14,2%) y una pieza de fruta (23,5%) tendrán que afrontar una subida de precios muy superior a aquellos que tomen un bollo industrial (10%), un refresco (9%) o helados (-17%).
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«Todos los alimentos se han disparado de precio, pero en los ultrapocesados, como parten de materias primas de peor calidad, ese aumento ha sido menor». Una crisis energética sin precedentes encareció los suministros y materias primas y elevó la inflación a índices desconocidos. Sin embargo, los alimentos saludables son los que registran mayores subidas. «Es cierto que muchas veces tiramos de estos productos por precio, pero la materia prima no suele ser buena, contiene mucha sal, grasas... Como unas magdalenas ultraprocesadas, que parece que estás comprando algo muy barato pero te aporta grasas de mala calidad y mucho azúcar y además son poco saciantes, al cabo de media hora necesitas comer más». En resumen, «no son una buena opción».
Leixuri Aguirre | Investigadora UPV/EHU
Itziar Eseberri | Investigadora UPV/EHU
Hay una cuestión en la que estas expertas ponen el acento: «No se puede sustituir el consumo de frutas y verduras por otros alimentos, en ningún caso». Pero a grandes males, grandes remedios. «Es cierto cuando hablamos de producto fresco es más caro, pero hay opciones más baratas como frutas y verduras de temporada. Por ejemplo, el plátano ha subido mucho, cierto, pero la pera, la manzana o la mandarina están relativamente baratas», afirma Aguirre.
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Otra opción que propone son las verduras congeladas o en conserva, «que es un procesado bueno y el precio es menor. Hay legumbres, menestra en bote, atún... que aunque no sean lo mejor del mundo, al menos te van a aportar esos nutrientes necesarios. También se pueden cocinar varias raciones y congelar. Y hay un producto estrella que es muy barato y maravilloso a nivel nutricional que son las legumbres. Con un kilo de lentejas o alubias se pueden preparar una gran cantidad de raciones. Un plato de lentejas, por ejemplo, aporta muchos nutrientes, proteínas, y es muy saciante», destaca Eseberri, que sigue enumerando otras opciones saludables. «Por ejemplo para merendar, la mortadela o chopped son de los embutidos menos interesantes y el contenido de grasa es mucho mayor que el del jamón cocido. Podemos optar por un yogur natural y añadirle trozos de fruta, cereales o pasas; tostadas; humus o un puñado de frutos secos, siempre al natural o tostados. No son baratos pero aportan muchos nutrientes y sacian». ¿Qué habría que desechar? «Cualquier bollo industrial, bocadillos de crema de cacao si se consumen de forma habitual, lácteos azucarados o con bolitas de chocolate... No son las más aconsejables».
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