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Indefinición y dudas. Era la constante ayer en los centros de trabajo, públicos y privados, de Gipuzkoa y Euskadi. Una amplia mayoría de empresas e instituciones no tenían tomada la decisión de si sus empleados deberán entrar hoy a su oficina, fábrica, tienda, bar o ... almacén con mascarilla o podrán hacerlo sin ella. «Vamos a esperar a ver qué dice exactamente el decreto del Gobierno, y a partir de ahí actuaremos», era la respuesta casi unívoca en las decenas de empresas y asociaciones profesionales consultadas el día antes de que España diga hoy adiós, 700 días después, a las mascarillas en interiores, salvo excepciones.
El Consejo de Ministros aprobó ayer el texto, que se ha publicado a primera hora de este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Se esperaba que la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, detallara la 'letra pequeña' del decreto y arrojara algo de luz además de lo ya sabido, pero su intervención no sirvió para aclarar ninguna de las dudas que se mantienen. Y tampoco la publicación del propio decreto ha arrojado luz a las premisas ya conocidas en torno a la situación particular de los puestos de trabajo.
Y es que párrafo que incluye el decreto apenas aclara ningún concepto y deja la patata caliente a las propias empresas y a sus servicios de prevención. «En el entorno laboral, con carácter general, no resultará preceptivo el uso de mascarillas. No obstante, los responsables en materia de prevención de riesgos laborales, de acuerdo con la correspondiente evaluación de riesgos del puesto de trabajo, podrán determinar las medidas preventivas adecuadas que deban implantarse en el lugar de trabajo o en determinados espacios de los centros de trabajo, incluido el posible uso de mascarillas, si así se derivara de la referida evaluación», detalla el párrafo concreto.
El concepto es que «con carácter general, no resultará preceptivo el uso de mascarilla» en los centros de trabajo, y que serán los responsables en prevención de riesgos laborales de cada compañía los que determinen la obligatoriedad de su uso, atendiendo a criterios como que exista o no una ventilación adecuada y se pueda mantener 1,5 metros de distancia con los compañeros y/o visitantes, clientes...
Como en toda regla, siempre hay alguna excepción. Y en Euskadi se llaman Mercedes e Iberdrola. La planta vitoriana del fabricante de vehículos es la única conocida que ya ha comunicado a sus 5.000 trabajadores que por ahora mantiene «obligatorio el uso de la mascarilla en todo el recinto de la fábrica (exterior e interior)». En sentido opuesto se ha pronunciado la eléctrica, que desde hoy elimina la obligatoriedad en el puesto de trabajo «siempre que se mantenga la distancia de seguridad». La mantendrá, sin embargo, «en todas las zonas comunes y de circulación», como ascensores, salas de reuniones, auditorios, vestuarios, aseos...».
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a. ansa / a. moyano / c. r. vidondo
Otras grandes industrias, como Arcelor o Michelin, señalaron a este periódico que «hasta conocer los detalles del decreto, por ahora mantenemos los protocolos vigentes y, por lo tanto, el uso de las mascarillas».
Y es aquí donde empiezan los interrogantes. Si no existe una evaluación expresa de un servicio de prevención que justifique el uso obligatorio de mascarilla, ¿se puede forzar a un trabajador a portarla hoy si la norma ampara que pueda desprenderse de ella?
Expertos jurídicos consultados evitaron ayer pronunciarse sobre este cuestión. Bajo el mismo argumento: hasta no conocer hoy la literalidad de lo que establezca el decreto del Gobierno.
Otro tipo de compañías, como el grupo de distribución Uvesco (BM y Súper Amara), con gran parte de su personal trabajando cara al público con medidas protectoras adicionales como las mamparas, señalan que «estudiaremos minuciosamente las directrices y las condiciones que marca este nuevo Real Decreto para adoptar la postura más adecuada, actuando con responsabilidad para, como siempre, salvaguardar la seguridad tanto de nuestros profesionales como de nuestros clientes».
En la misma línea, Hostelería Gipuzkoa está a la espera de conocer el texto para poder ofrecer recomendaciones a sus asociados. Su secretario general, Kino Martínez, anticipa que «las tres asociaciones vascas tomaremos una decisión común».
En el sector público, la Diputación de Gipuzkoa tampoco ha adoptado una postura definitiva y se limitó a trasladar ayer a sus trabajadores una circular en la que recuerda que «no será obligatorio llevar mascarilla siempre y cuando haya una distancia de 1,5 metros, excepto en los centros sociosanitarios». El Gobierno foral explica a su plantilla que «si hay dudas, prevención de riesgos laborales responderá las consultas». El Ayuntamiento de San Sebastián, por su parte, preparaba ayer un borrador para poder adoptar una decisión en firme, a la espera de conocer hoy el decreto. Hasta entonces, mantiene el protocolo vigente.
Así las cosas, varios empresarios admitían que hoy, y posiblemente durante los próximos días, el uso o no de mascarillas «dependerá de lo que decida cada trabajador». Se asume que «no se va a poder obligar a nadie a llevarla, salvo en los casos en que haya ya un dictamen de los servicios de prevención, y ni aún así está del todo claro». «Está todo el mundo esperando a conocer la letra pequeña y, a partir de ahí, tratar el tema con los servicios de seguridad laboral, los comités de empresa... Nadie se quiere equivocar habida cuenta de la inseguridad que existe».
Incluso organismos oficiales, como el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan), no tiene previsto publicar una guía de recomendaciones hasta hoy.
Ante tal desconcierto, ayer fue una jornada de intenso trabajo para las firmas especializadas en prevención. Desde una compañía con sede en las tres capitales vascas señalaban ya por la mañana que «está siendo un día de locos, un caos. Con el teléfono sin parar de sonar», con clientes que llaman pidiendo orientaciones e información sobre cómo iniciar mañana (por hoy) la jornada laboral.
Más allá de los centros de trabajo, donde no existen dudas es en las excepciones en que va a seguir siendo obligatorio el uso del cubrebocas. En los medios de transporte; en hospitales y centros sanitarios (para trabajadores, visitas y pacientes; pero no para quienes estén ingresados cuando estén dentro de su habitación); en farmacias y centros de transfusión; y en residencias y centros sociosanitarios (para trabajadores y visitas, pero no para los residentes).
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