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El número de robos en viviendas y empresas va en aumento y, por ello, no es de extrañar que la contratación de diferentes sistemas de ... seguridad para tratar de protegerlas al máximo también se haya incrementado de forma exponencial en los últimos años. Tanto es así que solo en Euskadi hay ya 96.000 alarmas conectadas a centrales receptoras, de las que 30.000 están radicadas en Gipuzkoa. A esta cifra, cada vez más elevada, habría que sumar sistemas más sencillos de vigilancia como los autogestionados por particulares, conocidos como 'Do it yourself' (DIY, 'hazlo tú mismo' en inglés). De estos no existen datos, si bien desde la Ertzaintza confirman que también van al alza por su fácil y rápido manejo y por su módico precio en el mercado.
«El gran hándicap de estos últimos es que todos los avisos le llegan únicamente al usuario, de forma que recae sobre él una responsabilidad que muchas veces no puede asumir o que, cuando reacciona, ya es demasiado tarde», asegura el jefe de la Unidad de Seguridad Privada de la Ertzaintza, Francisco Llaneza. Eso implica irremediablemente una brecha en la protección de los propios inmuebles.
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El crecimiento general del número de alarmas instaladas tanto en hogares como en empresas tiene su repercusión directa en las comisarías que la Policía vasca tiene repartidas por la comunidad autónoma, donde al año se atienden un total de 12.000 llamadas por posibles intrusiones, atracos o emergencias, lo que supone una media de mil mensuales. Pese a que el dato puede parecer elevado, el agente de la Policía vasca manda un mensaje de tranquilidad. «En el 92% de los casos las alarmas saltan sin que se esté produciendo ningún robo».
Según él, en ocasiones lo hacen debido a la sensibilidad de los sistemas, aunque destaca las que se producen por un error humano. «Casi la mitad suenan por culpa del usuario. Bien por no saber desconectarla, por no hacer un mantenimiento adecuado, o por no darle la contraseña al personal de limpieza o a alguien ajeno a esa casa», explica.
Dentro de esos 12.000 avisos también están los realizados por particulares. «Hay quienes nos llaman porque suena la alarma de un garaje o un coche o porque está siendo testigo presencial de algún robo y requieren de la presencia de la Ertzaintza», añade Llaneza, que desgrana los diferentes mecanismos de protección existentes.
Habla desde una cerradura doméstica inteligente (dispositivo destinado a reforzar la protección de la puerta principal para hacerla infranqueable); al sistema de Zerovisión que expulsa al intruso mediante humo, dando tiempo a la respuesta de la policía; cámaras y detectores de exterior, interior, ventanas y puertas; o el modelo Sentinel para evitar inhibiciones de señales. Y así un largo etcétera.
Además, los expertos observan que el requerimiento de sistemas de alarma, que antes era casi exclusivo de viviendas unifamiliares, ahora se ha «democratizado» a todo tipo de domicilios y tiendas, lo que está multiplicando una cierta sensación de seguridad y de contratación de la misma. «En la actualidad contratan sistemas de alarma desde familias con un elevado nivel adquisitivo hasta una amplia variedad de modelos familiares y de residencias, incluyendo pisos o casas de alquiler», cuentan fuentes de Securitas Direct, que gestiona más de dos millones de dispositivos en todo el Estado.
La policía, por su parte, establece una escala de protección que va del grado 1 -sistemas de fácil seguridad- al 4, que recoge los elementos más delicados. Joyerías, bancos, espacios de juego y similares ocupan los grados 2 y 3, al igual que la gran mayoría de los domicilios, donde el protocolo es el siguiente: Si salta una alarma, la señal llega en segundos a la central receptora, que es, a través de varios elementos de vídeo y audio, la que verifica si se está produciendo un robo. En caso afirmativo, llama a la Ertzaintza, que es la encargada de enviar una patrulla para el lugar de los hechos.
Con todo, basta asomarse a los medios de comunicación o firmar algunos tipos de contratos para comprobar que la seguridad está de moda y que, evidentemente, genera tranquilidad entre sus usuarios. En ese sentido, el jefe de la Unidad de Seguridad Privada de la Ertzaintza asegura que la publicidad que se hace hoy en día «es enorme», y revela que hay empresas que exigen la existencia de sistemas de protección para sus créditos o franquicias, de ahí ese crecimiento desmesurado.
Prueba de ello es que una de las empresas punteras como la ya referida Securitas Direct, reconoce que España se ha convertido en el cuarto país del mundo en volumen de sistemas de seguridad, superando los tres millones de instalaciones. Acostumbran a distinguir aquellas de particulares que, por ejemplo, tienen una simple conexión entre su domicilio y su teléfono móvil, de las más complejas, que son ya gestionadas directamente por centrales receptoras de alarma. Como recuerda Llaneza, «en ningún caso la conexión con la Policía o, en nuestro caso la Ertzaintza, es directa porque la legislación lo impide».
En resumen, el incremento de la delincuencia, en especial los hurtos, sobre todo en domicilios y establecimientos, ha disparado la demanda de elementos de alarma y seguridad, que se han visto multiplicados en los últimos años hasta convertir a España en el cuarto lugar del mundo en la adquisición de estos elementos. La gente siente seguridad cuando coloca en la puerta de sus domicilios un aviso de protección, pensando también que su hogar tendrá menos posibilidades de padecer un delito que aquellos que carecen de ellos.
Alarmas que solo cumplen una función acústica, como por ejemplo las de los coches o almacenes particulares. No están conectadas a ninguna red de alarmas. Por lo tanto, si se produce un robo o un hurto, esta sencillamente empieza a pitar con carácter disuasorio para llamar la atención. Lo que tendremos que hacer en estos casos es avisar al personal de seguridad o llamar a la policía.
Son las más comunes y las utilizadas en comercios y negocios. Son las que también se instalan en la mayoría de hogares o de zonas residenciales. Estas, además de emitir un pitido, están conectadas a una red de alarmas o central receptora. De esta manera, cuando se activan se lanza un aviso, y este puede llegar a los cuerpos de seguridad pertinentes o directamente ser enviado a la policía. También a los teléfonos móviles.
Este grado de seguridad es el que se utiliza, por ejemplo, en zonas industriales o empresariales. Son amplios espacios, alejados de los núcleos urbanos, en los que, a causa de su contenido, el robo puede ser frecuente. En estos complejos industriales se emplean alarmas mucho más sofisticadas y sensibles. No están conectadas a una red de alarmas común, sino que las propias empresas ofrecen respuestas específicas para este tipo de situaciones.
Son alarmas que tienen asociado un protocolo de respuesta mucho más específico. De la misma manera que las anteriores, suelen estar acompañadas de sistemas de vigilancia de diferentes tipos. Su uso se reserva para lugares realmente delicados. Por ejemplo: zonas en las que se almacenan residuos radioactivos o en centros militares. Espacios en los que se guardan cosas con un valor muy elevado o que supongan un riesgo importante para la salud general de la población. Son los sistemas de seguridad más sofisticados y complejos que existen, y su respuesta suele ser fulminante y rápida.
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