![«Dejar un extra del 10% me parece una pasada»](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/04/22/propinas-2-kOrG--1200x840@DiarioVasco.jpg)
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Los clientes, por lo general, se debaten entre los que son incapaces de levantarse de un restaurante sin dejar unas monedas como muestra de la gratitud por el trato recibido y los que defienden a ultranza que las propinas no tienen razón de ser ... y que repiten el «a mí no me dejan propina por hacer mi trabajo» como argumento de peso para reforzar su postura. Y también está aquel que considera que el esfuerzo por agradar el cliente reside en tener que ganarse este pago extra. Dicho en modo reduccionista, si la pérdida de costumbres suprime la opción de lograr una propina suculenta, para qué dar un trato excelente al comensal.
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Estrella Vallejo
El madrileño Carlos Roblero tiene una consumición sobre la mesa, y comenta que cuando deja algo de propina, «es para redondear la cuenta». «En Madrid hay más costumbre de dejar unas monedas». Claro que también es cierto que te sirven en la mesa, y no como aquí», señala desde la terraza de un local de la Parte Vieja que carece de servicio en el exterior.
En la misma línea, su pareja añade que «dar propina del 10 o el 15% me parece una pasada». Y en ese sentido subrayan que les resulta «peligroso» instaurar la costumbre americana de incluir ese extra en el propio ticket, «por si los hosteleros están tentados de rebajar el sueldo de los camareros».
Dolores y sus amigas han venido a pasar unos días a la capital guipuzcoana desde Santander. Ellas son de las que siguen pagando la cuenta «siempre» en metálico y «luego dejamos unas monedas para redondear. Lo justo», coinciden.
En la mesa de al lado está otro grupo formado por cubanos y una nicaragüense. Yahira Sánchez afirma que suele dejar propina «por cortesía», porque recuerda «los años que trabajé de camarera, y me hacía mucha ilusión recibir ese extra». Ahora bien, no esconde la duda que le ronda acerca de si actualmente esa propina abonada con tarjeta «llega realmente a los camareros». Reconoce que «muchas veces me dan ganas de meterle esos euros en el bolsillo para asegurarme que llega».
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