
«Era alegre pese a su dura vida»
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Leonor llevaba cinco años en Pasai Antxo. «No salía mucho, era discreta y muy educada. Sobre todo estaba volcada en sus hijas»Secciones
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Leonor llevaba cinco años en Pasai Antxo. «No salía mucho, era discreta y muy educada. Sobre todo estaba volcada en sus hijas»Era morena y muy educada», es la frase que más repiten los vecinos del número 45 de la calle Eskalantegi en Pasai Antxo cuando se ... les pregunta por Leonor, su vecina del segundo que el sábado fue asesinada presuntamente por su expareja con un arma de fuego. «No salía mucho, apenas sí se la veía», confirman unos y otros. «A las hijas, sí, las veíamos más entrar y salir. Pero a ella, no». Otro afirma que «casi no salía de casa. Se veía que se desvivía por las dos chavalas».
«Educada, sonriente, una chica muy maja, que siempre saludaba en el ascensor», comenta una vecina. «Con mala suerte, que le haya pasado esto. ¡Que pobre!». En el entrar y salir de una mañana de domingo, la de este 1 de diciembre no era una mañana cualquiera. En el edificio, por fuera, ni un rastro evidente de que la violencia machista se había contabilizado en Gipuzkoa la primera víctima de este año, tan solo los restos de unas macetas rotas y alguna planta desperdigada, que cayeron al suelo cuando una de sus dos hijas salió al balcón ensangrentada pidiendo auxilio y alertando que el agresor había huido.
«Transmitía alegría pese a la dura vida que le había tocado llevar. No solo porque tuvo que dejar su país y buscarse un futuro aquí. Era una buena persona. Se desvivía por sus hijas», comenta una mujer que se abraza a unos conocidos frente al portal. No quiere contar más. «Sí, la conocía, pero no puedo hablar. Está siendo muy difícil».
Los vecinos aseguran estar «impactados» por lo sucedido en la tarde del sábado. «Es algo que no te esperas que pueda llegar a suceder», comenta una joven que sale acompañando a su abuela. «Pero en esta comunidad hay de todo», explica. «Hay gente que es víctima de violencia de género, personas con dificultades económicas... De todo». Se trata de las casas conocidas de Luzuriaga y en los últimos meses, el edificio de viviendas de alquiler social se ha convertido en un foco de bastantes conflictos, según denuncian varios vecinos.
La situación del inmueble hace que la rotación de personas que habitan en él sea «frecuente», indican los propios vecinos. «Vivo aquí desde hace poco tiempo», cuenta otra vecina. «La recuerdo vagamente, morena, siempre saludaba, pero poco más. Somos muchas manos y hay mucha gente viviendo en el edificio, y siempre hay gente nueva. Cada uno vamos a lo nuestro. Seguro que si veo una foto suya, sé quién es, pero poco más».
«Es terrible, terrible», repite otra mujer aún en 'shock'. «No hay derecho, que vengas de otro país a buscarte una vida mejor y tengas que encontrarte con alguien que te arrebate la vida de esta manera. Es increíble. Y todo pasa debajo de tu casa, estas cosas piensas que pasan lejos. Y no, aquí mismo», sostiene. «No la conocía mucho, solo de vista, de entrar y salir. Pobrecilla», alcanza a decir mientras camina hacia la concentración que a mediodía se convocó en señal de repulsa en la plaza Biteri de la localidad. «Hay que ir. No sé si sirve para mucho o para nada, pero por lo menos que las hijas vean que estamos con ellas».
Dos vecinos reconocen que no tenían mucha relación con ella pero «mi suegra sí. Con ella solía hablar y era dulce. El otro día llevó una especie de almohada a mi suegra porque se ha roto el brazo, y se lo dio para que estuviese más cómoda. Se ha llevado una impresión terrible. Está muy apenada», cuentan.
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«Estoy impresionada, no me lo quito de la cabeza. Primero escuché los gritos, las paredes que tenemos son muy finas y se oye todo», señala. «Era una fuerte discusión, gritos. Luego se oía mucho ruido fuera. Oí algo que se caía, sería el disparo, no lo sé porque en ese momento no piensas que puede pasar algo así. Me asomé al balcón y vi a la hija cómo salía a pedir ayuda por su madre. Sus gritos, es que los tengo grabados. La sangre. Te da miedo y te da que pensar». Otra vecina se lamenta «ser noticia por esto. Es espantoso».
Los pocos vecinos que quieren hablar, «aquí cada uno tenemos nuestra historia», dice uno para explicar su discreción, tienen muy presentes a las dos hijas. «La que estaba con ella en el momento...», no puede seguir la frase. «Imagínate cómo se ha quedado. Ver que disparan a tu madre y quedarte sin ella». El mismo cuenta cómo vio llegar a la otra hija más tarde. «Venía destrozada. Se han quedado solas». Las dos llegaron de Colombia hace un año para reunirse con su madre y forjarse con ella un futuro en Gipuzkoa. «Ahora cómo van a poder remontar esto, cómo van a labrarse el futuro», se pregunta. «Es todo tan injusto. Salir de tu país, cuando parece que la vida te va algo mejor, traes a tus hijas y... viene uno que se piensa que eres suya y te mata».
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