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Tiene un potente color fucsia y a pesar de que muchos la llaman 'la cocaína rosa', «no tiene nada de cocaína». El tusi o ... 2C-B –su fórmula química– es una droga de diseño «con diferentes variaciones» que puede mezclar muchas sustancias. «Habitualmente aparece en forma de ketamina y MDMA, la combinación de drogas es una bomba», define Andoni Urdangarin, jefe de investigación de la Comisaría de la Ertzaintza en Irun.
Hay que cruzar el charco y remontarse hasta los meses posteriores a la pandemia para conocer sus orígenes, en Sudamérica y en Estados Unidos. Ahora aparece con una frecuencia cada vez mayor en fiestas y lugares de ocio nocturno de cualquier parte del mundo. También en Gipuzkoa. «En octubre del año pasado detectamos tusi por primera vez en Gipuzkoa, concretamente en Irun. Es cuando abrimos los primeros expedientes administrativos por posesión de esta droga», recuerda.
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Pero las alarmas saltaron realmente un tiempo antes, cuando los ertzainas más veteranos escarbaron en su memoria para detectar comportamientos ya vistos algunas décadas atrás. «Comenzamos a ver personas a altas horas de la mañana un poco fuera de sí, con síntomas de alucinaciones, algunos en un estado depresivo y otros con síntomas totalmente alucinógenos, un éxtasis brutal. Detectamos que estaban subiendo los delitos de lesiones, los robos con violencia y los traslados involuntarios a horas nocturnas muy determinadas en lugares de ocio nocturno», rememora el ertzaina. «Nos hizo irnos a épocas anteriores, a los efectos que provocaba el LSD en los años 80 y 90. Empezamos a preocuparnos porque pensábamos que había entrado una droga nueva, y así ha sido».
Los efectos que provoca el tusi en el cuerpo humano varían en función de quién la consume y los elementos que contiene, y este es el mayor peligro de esta 'cocaína rosa'. «El verdadero peligro del tusi es que hay un desconocimiento de los elementos que lo componen. Puede tener ketamina, cocaína, cafeína, MDMA o todo junto. El problema muchas veces es que las personas que lo consumen no saben ni lo que están tomando. Además, cada persona va a reaccionar diferente según su constitución», explica el agente. «Y si no sabes cómo está elaborado, no sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo. Esto es muy peligroso».
La mezcla de sustancias que componen el tusi es «una bomba» para el cuerpo y el cerebro. «Los cambios son brutales. Entre el depresor que puede ser la ketamina y el MDMA, que es un éxtasis, un alucinógeno potente. Son estímulos muy diferentes y ese cambio afecta mucho cardiovascularmente. Es un descontrol que puede terminar en un ataque al corazón, taquicardias, ataques de pánico o alucinaciones».
A estos peligros inherentes a la sustancia hay que sumarle la posible «inexperiencia» del que la elabora. No se han detectado laboratorios sofisticados detrás de la creación del tusi. Es mucho más simple. «El proceso es muy ornamental. Se puede elaborar con muy pocos enseres. Mezclan los elementos en un bol y luego le añaden colorantes muy simples, de cualquier supermercado, para darle ese atractivo. Es muy manual», detalla el jefe de investigación. «Al ser una elaboración tan manual, si el que la prepara no tiene mucha experiencia puede excederse con las medidas y provocar intoxicaciones».
Precisamente es lo que ha sucedido en Irun hasta en dos ocasiones en lo que va de año. «El primero fue un traficante de otro tipo de drogas que empezó a experimentar, se le fue la mano y acabó intoxicado. Tuvimos que actuar y trasladarlo al hospital porque se generó una gran alarma. El otro fue un joven en una fiesta en la que consumió tusi y empezó a ponerse muy mal». Ambos tuvieron que ser trasladados a un psiquiátrico para recuperarse de los efectos de esta droga. «Tienen que ser tratados por expertos para que salgan de ese viaje. Nos lleva otra vez a los 80 con los viajes de LSD, en los que la gente flotaba y no volvía. Pues con el tusi puede pasar lo mismo», compara el ertzaina.
Recuperar la normalidad después de efectos tan brutales puede resultar complicado. «Ataques de pánico, comportamientos agresivos, irritables, alucinaciones, empiezan a ver bichos por todos lados. Piensan que todo el mundo les va a atacar. De repente se vuelven agresivos absolutamente con todo el mundo porque no conocen a nadie, ni siquiera a familiares. Los sanitarios tienen que utilizar un calmante importante para bajar esos efectos porque es muy difícil». Pero la atención médica no termina aquí. «Luego tienen que ir al psiquiátrico para seguir con ese tratamiento y volver a la normalidad, para que de ese viaje que están teniendo, de esas alucinaciones extremas, puedan bajar a su normalidad y volver a ser la misma persona».
Si bien la Ertzaintza ha detectado un incremento del consumo de tusi en Gipuzkoa, las cantidades incautadas nunca son grandes. «No son alijos como con la cocaína o el hachís. Son medidas más pequeñas que aparecen incautadas junto a otros tipos de drogas». En este sentido, tampoco se ha detectado un «traficante exclusivo» de tusi. «Los que trafican con ella venden mayoritariamente otras drogas», aclara Urdangarin.
El consumidor, en cambio, sí tiene un perfil más determinado. «Son personas jóvenes hasta los 40 años que frecuentan ambientes nocturnos». Precisamente los hábitos de consumo preocupan a la Ertzaintza. «Los jóvenes suelen mezclar el tusi con bebidas alcohólicas y energéticas. Para ellos es más atractivo porque el efecto es más rápido, sin necesidad de preparar nada, pero es muy peligroso, es una bomba para el cuerpo porque los efectos se multiplican».
Para generar atracción, los traficantes utilizan una especie de marketing con el tusi. «Le añaden colorante rosa para que sea más atractivo. Los envases llevan pegatinas y colores llamativos que en una discoteca pueden resaltar», observa. «Entonces, entre la mezcla de varias drogas y esta preparación para venderla, intentan sacar el máximo dinero posible».
El precio del tusi prácticamente duplica al de la cocaína. «Siempre depende de cuánto y a qué traficante se compre, pero el gramo de cocaína suele oscilar sobre los 50 euros. La misma cantidad de tusi puede alcanzar los 100 euros», desvela el miembro de la comisaría de Irun.
La semana pasada recibieron un informe de sanidad de un operativo llevado a cabo en enero de este año en Irun, en el cual incautaron un alijo de cocaína, ketamina y lo que ellos pensaban que eran pastillas de éxtasis. Sin embargo, los análisis demostraron que estaban equivocados. «Lo que pensábamos que eran pastillas de éxtasis resultaron ser tusi. Esto demuestra la dificultad de identificarlo».
Andoni Urdangarin reconoce la preocupación en la Ertzaintza «por la línea que lleva» este consumo de tusi. «Tenemos conocimiento de cómo se reacciona al resto de drogas habituales como la cocaína, el hachís, la marihuana o el éxtasis. Lo que nos inquieta del tusi es que todavía no sabemos concretamente los efectos que puede tener ni las variaciones que tiene».
Aunque en Gipuzkoa solamente se haya detectado en cantidades pequeñas, los alijos aumentan en las operaciones a nivel estatal. A principios de septiembre se llevó a cabo una de las mayores redadas de drogas sintéticas de la historia de España. Se incautaron más de un millón de pastillas de éxtasis y una gran cantidad de 'cocaína rosa' por valor de 25 millones de euros. Hace dos semanas la Policía Nacional desplegó un operativo en un local de ocio nocturno de Valencia que se saldó con once detenidos, 140 identificados e incautaciones de MDMA, 'popper', hachís, marihuana y una considerable cantidad de 'cocaína rosa'.
Los traficantes elaboran una de las drogas más caras en la actualidad con colorante del Mercadona. Tal como suena. Las variaciones en la mezcla para fabricar esta droga pueden contener cocaína, MDMA, ketamina y cafeína. Todo ello se mezcla y se machaca en un mortero. El paso final es el que le aporta ese color rosa fucsia tan característico, y el ingrediente utilizado no es para nada sofisticado, como muchos pueden pensar. Muchos traficantes utilizan colorantes de lo más simples para conseguir este atractivo color, una acción que forma parte de una especie de marketing para vender esta droga.
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