En julio de 2018 llegó un tuit de un navegante vasco desde Groenlandia: «Todavía no nos lo podemos creer. Hemos visto arder el hielo». Lo mostraba en un vídeo: al extraer bloques helados del fondo marino, el metano atrapado se liberaba y el hielo ardía. ... Este mensaje, y otros que hablaban de corrientes oceánicas, fósiles marinos, osos polares y auroras boreales, salían de una cuenta (@Artikoan) que tuiteaba en euskera.

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Varios medios le pidieron entrevistas pero tardó en concederlas. «Yo publicaba en Twitter sin nombre ni foto, porque pensaba que si la gente me veía, no me tomaría en serio», me explicó desde Tromsø, en Laponia. «Es que mírame». Yo la miré: era una mujer joven, de pelo rizado y piel oscura. «No me llamo Maialen ni Begoña. Me llamo Naima el Bani Altuna. Ya ves que tengo rasgos árabes. Mi padre es marroquí, mi madre vasca. Cuando empecé a tuitear, tenía 24 años. La investigación oceánica es un ámbito muy masculino, de hombres blancos, y yo me veía en las expediciones, en el laboratorio, dando clases en una universidad noruega, donde a veces no se esperaban a alguien como yo...».

En Bilbao le preguntan a menudo de dónde es: «¿Yo? De aquí, de Bilbao». Ya, pero cuál es tu origen, de dónde has venido, cómo es que hablas tan bien euskera. «¡Es que soy vasca! Muchos tenemos padres y madres que llegaron de otras partes. Hemos nacido aquí, hemos estudiado aquí, hablamos la lengua de aquí, somos de aquí». Naima el Bani ha seguido una carrera académica, ha investigado en universidades del País Vasco, Francia, Canadá y Noruega, trabaja en el Ártico, y nunca olvida el privilegio de tener un pasaporte que abre fronteras: «Lo tengo porque mi padre emigró. Mis primos marroquíes nunca han podido viajar ni estudiar, esa desigualdad de oportunidades es terriblemente injusta».

Cuando navegaban por las islas Svalbard, Naima el Bani vio el Biscayarfonna, el glaciar de los vizcaínos. Se emocionó, pidió a sus colegas que le sacaran una foto, les habló de los balleneros vascos. Y cuando le preguntaron qué era un vasco, esta mujer de 24 años, piel oscura, pelo rizado, geóloga, paleoceanógrafa, navegante, llamada Naima el Bani Altuna, les dijo: yo.

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