
No se calificó como el robo del siglo en Gipuzkoa, pero sin duda fue uno de los más espectaculares e importantes de los ocurridos la pasada centuria en el territorio. Tuvo lugar hace 50 años. Este es el relato de un millonario atraco llevado a cabo por miembros de ETA (V Asamblea) en la emblemática empresa goierritarra CAF. Está basado en distintas informaciones de la prensa de la época, que calificó de «audaz» el asalto, y que ofreció versiones no siempre exactas, y según las diferentes fuentes a las que tuvieron acceso. Hay que tener en cuenta que hubo mucha confusión en los días que siguieron al robo, ya que los medios impresos no contaban entonces con los avances tecnológicos de hoy en día. No existían los teléfonos móviles e Internet nació diez años después en Estados Unidos y en 1994 la UPV/EHU abrió la primera página web en Gipuzkoa.
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Todo comenzó alrededor de las 13.15 horas de ese 31 de mayo de 1974, en el momento en el que se efectuaba el relevo y unos 60 trabajadores de CAF se disponían a cobrar su sueldo mensual. Era viernes y último día de mes. Los obreros recibirían de la empresa un sobre con la nómina y su correspondiente paga en metálico. Esa misma mañana dos oficinistas de la factoría recibieron de la sede del Banco de España en San Sebastián el importe total de las pagas. Como era habitual, llegaron a la sede de CAF escoltados por una pareja de la Guardia Civil. El dinero no estaba asegurado, ya que la entidad financiera una vez entregado el importe queda libre de responsabilidad, según se publicó en la prensa.
Nadie podía imaginar lo que estaba a punto de ocurrir. Cuatro hombres, a cara descubierta, cortaron una alambrada de espino de un campo de fútbol colindante a la empresa, en el barrio beasaindarra de Sempere. A través de ella se adentraron en la nave de forjas. Recorrieron unos 250 metros sin levantar ninguna sospecha por parte de los trabajadores. A continuación se dirigieron a la garita donde se encontraba uno de los guardas jurado, que no portaba arma. Le encañonaron con una pistola y, agarrándole con violencia de las solapas del uniforme, se dirigieron con él a la zona de los nuevos talleres mecánicos. Allí se encontraba una de las seis pagadurías con las que contaba la empresa para abonar las nóminas a su plantilla.
Ya en la oficina, los asaltantes, jóvenes y que se comunicaban en euskera entre ellos, según testigos, obligaron a los dos pagadores que se encontraban en la ventanilla, y que hasta entonces habían entregado la nómina a solo una veintena de obreros, a acompañarlos hasta una dependencia contigua. Allí quedaron tendidos en el suelo boca abajo, al igual que el guarda jurado. Todos ellos eran vigilados por uno de los atracadores. Al mismo tiempo, otro de los ladrones ordenó lo mismo a los trabajadores que hacían cola. Uno de los asaltantes llegó a arrebatar el sobre con el dinero a uno de los operarios. Los empleados, atemorizados, no daban crédito a lo que estaba pasando. Los dos restantes ladrones entraron en la pagaduría y mientras uno de ellos cortaba la línea telefónica para que nadie diera la voz de alarma, el otro fue depositando todos los sobres que contenían las nóminas y los salarios en unas grandes sacas.
Con el botín en su poder, en menos de cinco minutos, los cuatro individuos abandonaron la empresa por donde habían accedido. Algunas fuentes señalaron que al iniciar la huida de la pagaduría fueron silbados y abucheados por algunos de los trabajadores en señal de protesta. Tal vez por esa inesperada reacción, los atracadores soltaron varias ráfagas de metralleta al aire, lo que hizo que los obreros se dispersaran por la nave amedrentados y temiendo recibir un tiro.
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Precisamente la mujer del guarda jurado señaló pocas horas después a unos periodistas que su marido se había llevado «el susto más grande de su vida. Durante la guerra lo pasó muy mal, pero como hoy, nunca», aseveró. Añadió que su esposo le confesó que le pareció que el arma con el que le amenazaron los atracadores era de juguete. «Pero de pronto se dio cuenta de que iba en serio, sobre todo cuando le zarandearon agarrándolo por las solapas».
Tras dar el golpe un vehículo esperaba a los asaltantes en el exterior de la alambrada. Se alejaron a toda velocidad por un camino que conducía a Lazkao desde el centro de enseñanza conocido en 1974 como Escuela de Maestría Industrial del Goyerri. Algunos periódicos señalaron que posteriormente se dividieron en dos grupos, tres se ocultaron en el monte con la intención de llegar hasta Irun y pasar clandestinamente a Francia, como se sabría más tarde, y dos huyeron en el turismo, que había sido previamente robado.
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Tras tenerse conocimiento del atraco la Guardia Civil organizó una amplia operación de busca y captura de los autores, que se prolongaría durante varios días. Fueron movilizados entre 1.500 y 1.800 agentes, apoyados por tres helicópteros, medio centenar de motos, seis perros y decenas de jeeps. Todas las comandancias de Gipuzkoa y de provincias cercanas fueron vaciadas, los permisos y vacaciones suspendidos, y todos los guardias civiles concentrados en la comarca del Goierri.
Se llevó a cabo una batida palmo a palmo, tanto de día como de noche, e incluso en turnos de diez horas. Se llegó a acordonar una extensión de monte cuyo perímetro abarcaba unos veinticinco kilómetros, según algunas fuentes. Se peinaron zonas de Olaberria, Lazkao y Ataun. Incluso la semana siguiente la búsqueda se extendió a puntos de Altsasua y Etxarri Aranaz, además de la sierra de Aralar. Es llamativo que el Instituto Armado contaba con un pequeño cuartel en las afueras de Ordizia, a menos de un kilómetro de CAF. Este sería sin duda un factor que tuvieron en cuenta los atracadores a la hora de planificar el robo.
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La misma tarde del atraco se confirmó su autoría. Un portavoz de ETA (V Asamblea) reivindicó desde Francia la acción- Aseguró que el botín era algo superior a 15 millones de pesetas, uno más de lo que habían señalado fuentes oficiales. Batió todos los récords de atracos en Euskadi.
Se barajó la teoría de que los cinco etarras que participaron en el atraco de CAF eran 'liberados' y que pasaron de Francia a España por Hendaia dos o tres días antes de cometer el robo. La organización terrorista llevaba años varios años con su campaña de extorsión a empresarios a través del denominado 'Impuesto revolucionario', además de secuestros e incluso asesinatos de conocidos industriales a partir de esa década.
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La misma tarde de los hechos un portavoz de la dirección de CAF explicó a la prensa que en los últimos meses se hablan adoptado mayores medidas de seguridad en las pagadurías. Detalló que la nómina mensual de los 2.500 empleados de la empresa ascendía a unos 40 millones de pesetas. Las nóminas oscilaban entre las 15.000 y las 29.000 pesetas cada uno. El dinero llegaba hasta las oficinas generales de la factoría, donde se metía en sobres y luego se distribuía entre las seis pagadurías que tenía la empresa en diferentes zonas. Destacó que para evitar posibles atracos, siempre había una pareja de la Guardia Civil en las oficinas generales.
La empresa, como medida de precaución y para evitar posibles atracos, solía alterar incluso los días de pago. Sin embargo, los periodistas fueron testigos de que en el tablón de anuncios, junto a la ventanilla de la pagaduría atracada, podía leerse: «Se pone en conocimiento del personal que el próximo día 31 de los corrientes se procederá al pago a las trece horas. El anticipo semanal se pagará el primero de junio, sábado, a las nueve de la mañana».
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La forma de pago siempre había sido muy comentada en la comarca. «Algún día habrá un atraco el día de la nómina. Hacerlo no resultará difícil», se decía. Seguía vivo en el recuerdo lo sucedido en diciembre de 1971. Un comando de ETA atracó una sucursal del Banco Guipuzcoano en Beasain y se llevó un botín de 10 millones de pesetas. Además, enseguida aumentaron las sospechas de que los atracadores de CAF contaron con un colaborador que trabajaba en la empresa. Un ejemplo es que la pagaduría que atracaron era la que más millones tenía que pagar esa mañana.
Volviendo a la investigación por parte de la Guardia Civil, sobre las ocho de la tarde de la noche de ese viernes una pareja de motoristas de la Agrupación de Tráfico localizó un vehículo sospechoso en Yurre, el barrio que levantó el empresario José María Aristrain para los cientos de trabajadores de su acería, en la zona baja de Olaberria, junto a la N-I. Los ocupantes del turismo, tres jóvenes, habían entrado en un edificio en ruinas cercana a la carretera. Otras fuentes indicaron que se trataba de una chabola. Sea como fuere, cuando los agentes les pidieron su identificación se produjo un tiroteo y los etarras consiguieron huir por el monte. Algunas informaciones destacaron que los terroristas aguardaban a que cayera la noche para ocultarse en una casa de seguridad habilitada en Itsasondo y días después, cuando se calmara todo, dirigirse a Francia.
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Según se publicó en la prensa, ante el acoso de los cientos de miembros de la Guardia Civil desplegados en su búsqueda los tres etarras detectados fueron lanzando «lastre para poder correr mejor». Los agentes hallaron desperdigados por el monte las sacas con los sobres de las nóminas y el dinero robados en CAF, 14 millones de pesetas. Se hallaron, además, dos pistolas y otras tantas metralletas, munición, abundante munición suelta y dos cargadores completos de cada arma, tres mochilas nuevas que portaban víveres, pantalones vaqueros, varios pares de zapatos nuevos, un jersey, una cazadora de ante, dos pares de gafas de poca graduación y otro par de sol, callicidas, tiritas, abundantes paquetes de terrones de azúcar, medio pan grande francés, dos paraguas, una garrafa de montaña nueva y vacía, tabaco español, así como una cartera de bolsillo conteniendo 31.000 pesetas en billetes de mil que supuestamente llevaban los atracadores antes del robo. Todo el dinero se depositó en un banco de San Sebastián para que fuera puesto a disposición judicial. Se comprobó que las cápsulas encontradas en el pabellón de CAF tras las ráfagas que dispararon al aire durante el robo eran del mismo calibre y marca que la munición localizada por la Guardia Civil ese viernes por la noche.
Dentro de la vasta operación policial montada como consecuencia del reciente tiroteo, y con el uso de perros de rastreo y defensa y helicópteros, alrededor de las cinco de la madrugada del sábado se detuvo en un encinar situado a menos de 300 metros de Lazkao a uno de los asaltantes, Juan Labordeta Bergara, de 25 años y natural de Lezo, que no ofreció resistencia a pesar de tener en su poder una metralleta y dos pistolas. El Ministerio de Gobernación informó de que se trataba de un miembro 'liberado' de ETA (V Asamblea). Ingresó en la prisión de Martutene. Según algunas fuentes fue el etarra que conducía el coche utilizado para la huida tras el atraco.
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También ese sábado el Ministerio de Gobernación ofreció la identidad de los cuatro supuestos asaltantes de CAF. Junto al arrestado Labordeta se acusaba a Felix Egia, alias 'Papi', José Antonio Garmendia, 'Dumpe', José Manuel Pagoaga. 'Peixoto', y Javier Aia Zulaika, 'Trepa'. Todos ellos habían sido cercados por dos patrullas de la Guardia Civil, una que partió en su búsqueda desde Lazkao y otra desde Ordizia. Al parecer habían sido alertados de la presencia de los etarras por un baserritarra. Cogidos entre dos fuegos los terroristas se dispersaron por el monte.
Los atracadores
Francisco Javier Aya Zulaika, alias 'Trepa' y 'Luis' De 29 años y natural de Portugalete. El Ministerio de Gobernación le consideró «uno de los más peligrosos elementos de ETA, quinta asamblea».
José Manuel Pagoaga Gallastegi, alias 'Peixoto' Nació en Arrasate en 1944. En 1968 huyó a Francia. En un principio perteneció a los 'cabras', facción de ETA dirigida por Javier Zumalde, alias 'el Cabra', hasta que pasó a formar parte del frente militar de ETA, Gallastegi acompañó a Eustaquio Mendizabal, 'Txikia', cuando fue muerto por la Policía en abril de 1973, en Algorta. «En la actualidad es uno de los hombres fuertes de ETA V Asamblea», remarcó el Ministerio de Gobernación.
José Antonio Garmendia Artola, alias 'Dumpe' De 22 años y natural de Gipuzkoa, se le acusó de ser autor de diversos delitos de terrorismo y buscado por el Juzgado Especial de San Sebastián.
Felix Eguía Jaureguizábal 'Papi' El Ministerio de Gobernación remarcó que «este miembro de ETA, poco conocido, se inició en las actividades militares de ETA en el pasado año y se cree que ésta es una de sus primeras intervenciones terroristas».
Juan Maria Labordeta Bergara Nacido en Lezo. El 1 de diciembre de 1972 participó en el atentado contra la Casa Sindical de Tolosa y se cree que también actuó en las actividades delictivas de Vizcaya y Guipúzcoa perpetradas por ETA en noviembre y diciembre de 1973».
Esa misma tarde, el director general de la Guardia Civil, el recién nombrado teniente general José Vega Rodríguez, se desplazó desde Madrid a Beasain para coordinar el operativo de busca y captura de los etarras. Se requisó el ya emblemático Hotel Castillo, situado junto a la N-I en Olaberria, para establecer allí el centro de operaciones. En las primeras horas del domingo se reanudó una intensiva batida que abarcaba las localidades de Olaberria, Ordizia, Beasain, Lazkao y Ataun.
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Alrededor de las dos de la madrugada del sábado al domingo, un vehículo de la Guardia Civil, conducido por Manuel Pérez Vázquez y en el que también viajaban el teniente Evaristo García Sotelo y el cabo primero Miguel Alonso Martín, circulaba por la carretera de San Gregorio a Ataun cuando vieron a dos hombres y a una mujer caminando. Al parecer habían asistido a las fiestas del barrio de Aia y se dirigían hacia sus domicilios.
Los agentes se detuvieron y dos de ellos bajaron del jeep para pedir la documentación a los tres sospechosos. Dos de ellos mostraron sus DNI y se identificaron como Lurdes Aizmendi y Jose Mari Arin Baztarrika. Por contra, el tercero sacó con gran rapidez una pistola y disparó contra el guardia civil Manuel Pérez Vázquez, de 29 años y soltero. Alcanzado por un disparo en el corazón, murió poco después en la Clínica de San Cosme y San Damián, en Tolosa. Estaba destinado en la Comandancia de San Sebastián, adscrito al cuartel de Zarautz. Al día siguiente se celebró una misa multitudinaria en la catedral del Buen Pastor, en San Sebastián, y fue enterrado en San Román de la Retorta (Lugo), su pueblo natal.
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El autor de los disparos se lanzó hacia el río, salvando un talud de fuerte desnivel, desapareciendo entre la maleza y el arbolado, amparado en la oscuridad y la niebla. Fue identificado posteriormente como Miguel Ángel Apalategi Aierbe, de 19 años y conocido con el alias de 'Apala'. El tiroteo se produjo a un kilómetro de su domicilio, por lo que su huida pudo tener éxito porque conocía muy bien la zona. La Guardia Civil sospechó que 'Apala' pensó que Labordeta Bergara lo había delatado y que los agentes iban a detenerlo en calidad de cómplice necesario en el atraco. Trabajaba en CAF y facilitó al comando la información necesaria para llevar a cabo el asalto a la pagaduría y el robo de las nóminas. Mientras se producía el asalto, ese 31 de mayo, se encontraba en su oficina, de donde salió a las doce del mediodía, según algunas fuentes.
Por su parte, Lurdes Aizmendi y Jose Mari Arin Baztarrika se exiliaron en Francia tras quedar en libertad el mismo domingo por la tarde después de prestar declaración en la Comandancia de San Sebastián.
El lunes, a la una de la tarde, fuero abonadas las nóminas a los cerca de 800 obreros de CAF afectados por el atraco del viernes, con excepción de la correspondiente a 'Apala', que según indicaron fuentes de la empresa era de 13.700 pesetas por su labor como empleado administrativo.
A las dos y media de la tarde del martes fue localizado el coche que utilizó el comando de ETA para huir tras el atraco. Se encontraba en el aparcamiento del economato del poblado de Yurre, a menos de cuatro kilómetros de la empresa asaltada, y a trescientos metros del Hotel Castillo, donde la Guardia Civil había establecido su centro de operaciones de busca y captura de los etarras. Al parecer fue abandonado por dos de los atracadores que huyeron tras el tiroteo en la zona del centro de Formación Profesional y luego se montaron en otro turismo para dirigirse a Francia..
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En un principio el turismo no había llamado la atención entre los vecinos. Sin embargo, al ver que llevaba varios días estacionado supusieron que podía ser el turismo que buscaba por la zona la Guardia Civil y lo pusieron en conocimiento de los investigadores del Instituto Armado, quienes confirmaron las sospechas. Era un Morris 1.300, de color beige y con matricula SS-103954. Su propietario era un vecino de Tolosa que había denunciado la sustracción del vehículo dos días antes del robo en CAF.
Los agentes comprobaron que no había ninguna bomba trampa en el turismo. Supusieron que los etarras lo habían abandonado precipitadamente, ya que en su interior hallaron numerosas balas de pistola sueltas, un cargador completo de metralleta, un anorak verde de plástico, unos calcetines blancos de lana, un jersey gris, así como las cañas de pescar del propietario del coche y la documentación del mismo. Las placas de matricula habían sido cambiadas por otras falsas ligeramente sujetas al vehículo. Su número era el SS-3002-A. Correspondía a un Renault 4-L, cuyo propietario tampoco tenía nada que ver con el atraco.
De los cuatro etarras que participaron en el atraco en CAF y lograron escapar del cerco policial destacan Miguel Ángel Apalategi Aierbe y José Manuel Pagoaga. Ambos escalaron posiciones en la estructura interna de ETA y a lo largo de los años se les acusó de atentados terroristas y asesinatos. El primero fue uno de los líderes de los comandos Bereziak (especiales), una escisión de ETA político-militar que se enfrentó a la línea de Eduardo Moreno Bergaretxe, 'Pertur', y que acabaría integrándose en ETA militar. Junto a Francisco Múgica Garmendia, 'Pakito', fue el último en ver con vida a 'Pertur'. Reside en Cuba desde 1990. El segundo quedó gravemente herido por un atentado del Batallón Vasco Español en San Juan de Luz el 13 de enero de 1979. Quedó prácticamente ciego. Ha sido detenido en varias y ocasiones y en la actualidad sigue en prisión.
En cuanto al resto de atracadores, Juan María Labordeta fue excarcelado gracias a la Ley de Amnistía de 1977. Se exilió en Iparralde y fue entregado por Francia a España en 1987. Quedó en libertad meses después y falleció en 2013. José Antonio Garmendia fue arrestado tres meses después del atraco a CAF, sufrió graves heridas tras ser tiroteado en Donostia. Fue condenado a muerte en 1975, pero su pena quedó conmutada. Fue deportado a Noruega en 1977 y volvió meses después a Euskadi. Javier Aia Zulaika, que había abandonado la cárcel pocos meses antes del asalto se exilió en Iparralde y fue extraditado en 1987. Falleció en 2001. Relató a un periodista francés que eludió el cerco policial durante cinco días. Dijo que la primera noche pasó acurrucado en una minúscula hondonada durante más de seis horas escuchando disparos, y que llegó a tener a agentes de la Guardia Civil a menos de diez metros de él con un perro de rastreo. No se podía creer cómo no lo localizaron. Aseguró que atravesó a pie la sierra de Aralar y logró pasar a Francia desde Dantxarinea. Félix Egia fue detenido en Madrid en julio de 1975. Resultó herido de gravedad tras recibir varios disparos. Quedó en libertad gracias a la Ley de Amnistía. Fue arrestado de nuevo en 1983, siendo excarcelado a los pocos meses.
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