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Historias de Gipuzkoa
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Así eran los mortíferos bastones - escopeta eibarresesA lo largo del siglo XIX si un hombre quería reflejar en sociedad su estatus y buen gusto además de vestir bien tenía que llevar un lustroso y original bastón. En este sentido, a principios de la pasada centuria se popularizaron los báculos que ocultaban un arma de fuego. Menos refinados que las varas de estoque, que llevaban en su interior oculta una daga o espada, las de escopeta comenzaron a fabricarse en Europa a finales del siglo XIX. Los más codiciados eran pertenecientes a las firmas de Saint Etienne y en España, las de Eibar. Incluso se exportaron con gran éxito desde la villa armera a Estados Unidos. Aunque en su origen su finalidad era la autodefensa lo cierto es que también fueron utilizados para cometer asesinatos, atentados terroristas y hasta ajustes de cuentas entre particulares o grupos rivales. No faltó quien lo utilizaba para cazar pájaros. El que fueran mortíferos artilugios provocó que a partir de principios del siglo XX fueran aprobándose leyes cada vez más restrictivas y finalmente se prohibiera su uso para cualquier fin.
La principal empresa productora de estos bastones-escopeta, al igual que de armas de caza, a nivel del Estado se encontraba en Eibar y pertenecía al reconocido fabricante Víctor Sarasqueta. Su principal competidor local era Trifón Bascaran Arambarri, que fue alcalde de la villa armera entre los años 1867 y 1868.
Víctor Sarasqueta Suinaga nació en 1864 en el caserío Azpiri del barrio rural de Mandiola, en Eibar. De origen humilde y con escasa educación, a los 14 años de edad comenzó, junto a su hermano Juan José, a aprender el oficio de basculero en el taller que el industrial 'Makalarro' tenía en la calle eibarresa de Ardanza. Una vez conseguida la maestría en el oficio de basculeros, ambos hermanos fundaron un taller propio dedicado a la escopeta en 1887. En 1899 se separó de su hermano y se asoció con Francisco Kortaberria, conocido popularmente como 'Patxi Pelukerua', y José Urizar, con los que fundó la empresa 'Sarasqueta, Cortaberría y Compañía'. En 1906 dejó la sociedad y comenzó a fabricar escopetas finas de caza en un negocio al que se unieron sus seis hijos.
Era tan obseso con el trabajo bien hecho que tenía como máxima: «Haced bien lo que hagáis. Lo que bien se hace cuesta algo más pero todos lo quieren. Lo que mal se hace cuesta algo menos pero nadie lo quiere». Esta actitud le convirtió en el gran innovador de la fabricación de escopetas. Registró quince patentes y sus armas se exportaban a todo el mundo. La Exposición Universal de Barcelona de 1888 se convirtió en una de sus principales lanzaderas.
Víctor Sarasqueta fue uno de los impulsores de la Escuela de Armería de Eibar, creada en 1912, al igual que del probadero de armas de fuego, siete años después. Su fama le permitió convertirse en proveedor de escopetas de caza del rey Alfonso XIII, del que llegó a ser gran amigo. Ganó muchos premios, entre ellos el de la Exposición de Donostia de 1897, de Buenos Aires de 1910 y otros muchos galardones en Madrid, Barcelona, Sevilla y París. Comercializó su producción bajo distintas marcas, como «La liebre», «Sarasqueta», «Víctor», «Hispania» o «Egokia», que vendió con gran éxito en los mercados europeo y americano. Se casó con Clementa Basterrica y falleció a los 66 años, tras haberse sometido a varias operaciones quirúrgicas. Sus hijos Bonifacio y Víctor le sucedieron al frente del negocio, que en 1931 pasó a denominarse Sarasqueta S.L. La fábrica se cerró, pero se abriría nueve años después de la mano de su hijo Víctor bajo el nombre Víctor Sarasqueta S.A.. En 1992 cesó la actividad definitivamente. El derribo en octubre de 2019 del inmueble de la firma puso fin al último vestigio de la marca de escopetas más conocida en el mundo.
El bastón-escopeta sistema Egokia fue donado en 1962 por la empresa Sarasqueta al Museo de Armas de Eibar. En una publicación el centro detalla que el arma utiliza cartuchos de ignición central, cañón a rosca, de retrocarga que queda abierto mediante la apertura de cañón percutor y disparador en la empuñadura. Su calibre es de 10,5 mm. El cartucho es de cartón con culote metálico. El tipo de proyectil es de perdigón. Su peso total es de 1.500 gramos. La longitud del cañón es de 675 mm. y la del arma de 865 mm. El disparo producía un gran estruendo que también servía a su dueño para alarmar a su enemigo, evitando así que tuviera que matarle o herirle para defenderse.
Es curioso que se le pusiera de nombre 'Egokia', que en castellano puede traducirse como adecuado, apropiado, correcto, procedente u oportuno, lo que refleja la mentalidad en la época con respecto a las armas.
El segundo fabricante más importante en Eibar de bastones-escopeta era Trifón Bascaran Arambarri. Durante el periodo 1881-1899 figuró en la Matrícula Industrial de la Villa como propietario de un taller de armas que declaró una media de cuatro operarios hasta 1896, reducidos a tan sólo a uno hasta su desaparición. A pesar de ser propietario de un taller mucho más importante que el suyo, Trifón Bascaran se adelantó a Sarasqueta en la producción de bastones-escopeta. En 1885 obtuvo una patente, por veinte años, por «mecanismo denominado Trifón Bascaran, aplicable a bastón-escopeta-pistola». Lo describía con cañón basculante hacia arriba como los denominados «sistema Spirlet», a fabricar en variantes para cartuchos «central» o bien de espiga. De calibre 28, su sistema era de fuego central, la longitud del cañón de 718 milímetros y la empuñadura de acero cromado. Contaba con una recámara abierta para la utilización de un cartucho.
En 1887 solicitó otra por «Bastónescopeta-pistola titulado Especial», adicionándole mejoras en 1888 y 1895. En este último año, también solicitó patente, por veinte años, por «Nueva escopetabastón». El bastón contaba con un culatín adosable, facilitando su uso como escopeta. Al igual que su competidor estuvo presente en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 para promocionar sus armas.
Trifón Bascaran se adelantó a su principal rival, ya que Víctor Sarasqueta no logró hasta 1890 la patente por su bastón-escopeta llamado «Egokia».
Además de estos dos prestigiosos armeros, en la comarca del Bajo Deba había otros fabricantes de bastones-escopeta, como prueba una información aparecida el 3 de marzo de 1928 en el periódico 'La Voz de Guipuzcoa'. Daba cuenta del fallecimiento en Elgoibar de Pedro José Alcorta, «tío del ex alcalde y acreditado fabricante de armas don Teodoro Alcorta. El finado había sido repetidas veces concejal de esto municipio, y además era inventor del bastón-escopeta de caza».
Otros empresarios del sector que se apuntaron al negocio de estas peculiares armas fueron Lorenzo Echevarría Arezaga, que patentó en 1884 «un aparato mecánico de bastón escopeta», y José Ibarzabal Careaga en 1899 «un bastón-escopeta oculto»
En el Museo de Armas de Eibar se conserva un bastón-escopeta para cartucho de ignición central. Presenta la marca de la fábrica de Oyarzabal en Eibar, con la inscripción 'Privilegioinvencion'. Puede disparar un cartucho de cartón con culote metálico. Es de calibre 14 mm. El tipo de proyectil es de perdigón. Su peso total es de 1.500 grm. La longitud del cañón es de 796 mm. y el del arma de 870 mm. En ese centro también se puede admirar un bastón cuya empuñadora combina un estilete y una pistola de cañon octogonal y anima lisa. Es para cartuchos de espiga. Es del calibre 5 mm y fue hallada en Soraluze.
Las leyes estatales referidas a la tenencia y uso de las armas de fuego había sido bastante flexible hasta mediados del siglo XIX, lo que benefició a las empresas armeras de Eibar. Sin embargo, en el último cuarto comenzaron a aplicarse medidas cada vez más restrictivas que pusieron en peligro a los fabricantes locales de bastones-escopetas. Un ejemplo es el Real Decreto de 20 de Agosto de 1876 que estableció que los gobiernos civiles y la Guardia Civil empezarían a llevar un registro de las licencias de armas expedidas, licencias a las que en 1881 les fueron aplicadas tasas de 25 pesetas para las de caza y de 10 para el resto.
Otro mazazo fue el Real Decreto de 28 de septiembre de 1907 dictado por el entonces ministro de gobernación Juan de La Cierva. Estableció medidas encaminadas a un más riguroso control de las licencias expedidas y de las armas fabricadas, al obligar a los fabricantes a presentar informes mensuales de sus existencias y ventas.
En esta línea, se prohibía el uso, la venta y hasta la fabricación de los bastones que integraban un arma de fuego de un solo tiro y que estaban ideados para autodefensa, aunque las autoridades consideraban que podían ser utilizadas en atentados. Y todo esto se produjo cuando ya se fabricaban en cantidades importantes debido al éxito que tenían tanto a nivel nacional como internacional. Uno de los más perjudicados por la medida fue Víctor Sarasqueta. Todo esto provocó un descenso de las ventas pero los armeros eibarreses salvaron los trastos gracias al aumento de la exportación de sus productos.
El endurecimiento de las leyes buscaba poner fin al aumento de los atentados anarquistas y el auge de lo que se conocía como pistolerismo, así como otros tipos de delitos. Otra finalidad era facilitar la detención del culpable. Así, en 1920, el Gobierno dictó dos nuevas normas que restringían enormemente el uso de las armas además de dificultar el comercio de las mismas. Además, permitían a la Guardia Civil muchas más competencias de intervención. La primera de ellas, la Ley de Timbre de 29 de Abril de 1920, que entre otras tasas y derechos, reformaba las correspondientes a las licencias de armas. Además, creaba un nuevo documento identificativo, la guía de pertenencia, que debía expedirse por cada una de las armas que se poseyeran.
Conforme a la nueva normativa, se debían pagar además derechos anuales por cada guía de pertenencia que se expidiera, así, las armas de caza pagaban 25 pesetas, las de fuego general 10 y las blancas 5. Pero lo que desató la ira de los armeros eibarreses fue la aprobación del Real Decreto de 15 de Septiembre de 1920 que regulaba, además, que sólo puedan venderse a los poseedores de licencia de armas, expedida por la Guardia Civil. El Instituto Armado se encargaría también de controlar la compra-venta de armas, su exportación e importación, así como su circulación dentro de las fronteras españolas.
La instauración de la dictadura del general Primo de Rivera agravó aún más la situación y las empresas del sector, al ver que el Gobierno de Madrid no cedía ante sus reclamaciones, se vieron obligados a superar la crisis por sus propios medios, sin contar con la ayuda del Estado. Iniciaron, con mayor o menor intensidad, procesos de diversificación industrial. Pasaron a la fabricación de bienes de consumo, como bicicletas, máquinas de coser, artículos de ferretería, electrodomésticos, herramientas y gran variedad de manufacturas metálicas de pequeño y mediano tamaño.
Lo que se conoció como 'pleito armero' desató una dura polémica durante años. Todavía en 1928 se podía leer en la prensa que hasta la promulgación de la ley « estuvo de moda el uso de los bastones transformables en escopetas». «Eran cómodos y elegantes, evitando el tener que pasar por la población con la escopeta al hombro y escuchar la chungona ejército. frasecita de 'ahí va un cazador'».
Se aseguraba, además, que «en Eibar, siguiendo la moda, afamados industriales inventaron dos modelos de bastones-escopetas que llegaron a llamar la atención de los inteligentes en la materia». Se remarcaba que este tipo de armas eran «elegantes, prácticos y hasta económicos», por lo que «los fabricantes no podían dar abasto a los pedidos que recibían. Se denunciaba, además, que se obligaba a las empresas a pagar el canon de inventor para no perder sus derechos, a pesar de no permitirse la fabricación de armas en empresas de Eibar de las que eran «importantes clientes exportadores belgas, franceses y alemanes».
En los años 20 también la atención el caso de Ramón Solano Manso de Zúñiga (1878-1931) . Llegó ser diputado y utilizaba para apoyarse un bastón escopeta, además de llevar constantemente una pistola colgada del cinto. Así se presentaba en el Congreso. También es curioso que, a pesar de las prohibiciones y del fin de la producción en las armerías de Eibar, todavía en la década de los 30 aparecían noticias en la prensa como el de un aristrócata de San Sebastián que ocultaba en su domicilio una arma de este tipo.
En el franquismo hubo nuevas restricciones. Así el Boletin Oficial del Estado (BOE) del 19 de enero de 1945 prohibía la circulación, importación, venta, uso y tenencia de los bastones-escopetas. Ya en democracia, el Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Armas. prohibe expresamente las armas de fuego para alojar o alojadas en el interior de bastones u otros objetos.
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Pese a todas estas normativas, en pleno siglo XXI se incautan en operaciones policiales bastones artesanales modificados en su interior para funcionar de forma similar a una escopeta y así poder disparar cartuchos de caza de bajo calibre. También se pueden comprar en el mercado negro español y en internet. Bastón estilo Victor Sarasqueta aunque en el mango se lee José Ybarzabal Eibar privilegio de invención España tiene que ser del 1885/1895 cal24 una pieza de museo para auténticos coleccionistas.
El pasado año en Wallapop apareció este anuncio: «Bastón estilo Victor Sarasqueta aunque en el mango se lee José Ybarzabal Eibar privilegio de invención España tiene que ser del 1885/1895 cal 24 una pieza de museo para auténticos coleccionistas». Se pedía 1.550 euros y se alertaba de que la venta era solo en persona.
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