Urgente Incendio en el centro de San Sebastián

La inmunidad de rebaño llega al pueblo

Los primeros. Cerca del 70% de los vecinos de Hernialde, Orexa y Beizama, la mayoría mayores, tienen ya la pauta completa de vacunación

Macarena Tejada

San Sebastián

Lunes, 26 de julio 2021, 06:47

Cerca del 70% de los vecinos de Hernialde, Orexa y Beizama, la mayoría mayores, tienen ya la pauta completa de vacunación

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Patxi Imaz y Alejandra Testone | Hernialde

«Que la mayoría esté vacunada da mucha seguridad»

Patxi Imaz, junto a su tractor en Hernialde. josé mari lópez

Son las diez de la mañana en Hernialde. Se respira tranquilidad en este municipio de Tolosaldea, que apenas tiene trescientos vecinos repartidos por el ... pueblo y los caseríos de alrededor. No obstante, la de ahora es una calma diferente a la de hace meses, cuando entre el piar de los pájaros y el sonido del tractor se escuchaban casos de Covid-19 cercanos. Ahora, con la mayoría de vecinos vacunados con la pauta completa, esa preocupación ha pasado a un segundo plano, si bien los hernialdetarras como Patxi Imaz y Alejandra Testone, ambos inmunizados contra el SARS-CoV-2 tras haberse puesto el suero correspondiente, no bajan la guardia. No se han contagiado durante estos dieciséis meses de pandemia, y pese a estar inoculados no quieren tentar a la suerte.

A sus 74 años, Patxi acude casi a diario «a secar hierba al monte». Desde hace varias semanas, con la monodosis de Janssen ya puesta y después de que el Gobierno eliminara su uso obligatorio en el exterior, lo hace sin la mascarilla puesta, aunque la lleva «siempre en el bolsillo, por si hay que entrar al bar o bajar a Tolosa», que está a unos 5,3 kilómetros de Hernialde y es adonde tuvo que acudir para vacunarse en abril. Como a otros muchos septuagenarios, a él le pincharon el preparado de Johnson & Johnson, del que una dosis es suficiente para generar anticuerpos. Precisamente por eso, este fármaco ha sido el más usado entre colectivos que residen en zonas rurales, como Patxi, o que tienen dificultades para moverse de su municipio. «Que solo me pincharan una vez fue una ventaja y además no tuve ninguna reacción. No noté nada», insiste. Le vacunaron en el frontón Beotibar.

Han pasado ya tres meses de aquel día y en este tiempo ha visto cómo vacunaban a mucha más gente de su alrededor, lo que le ha generado «una mayor seguridad. Conozco a alguno que ha rechazado pincharse, pero la única forma de acabar con este rollo es la vacuna. Que la mayoría del pueblo esté vacunado da mucha seguridad», admite mientras baja del tractor, recién llegado de realizar sus labores matutinas, porque «el que se jubila en el caserío no deja de trabajar nunca», ríe.

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Ya sabe lo que significa ser contacto estrecho. Estuvo «unos diez días en casa» justo después de vacunarse, por una cena que tuvo con su mujer y otro matrimonio, que dio positivo. «Es una faena. Hay que cuidarse. Lo bueno es que estando inmunizado si te contagias es más leve y además parece que las probabilidades de coger el coronavirus también son menores», se consuela.

Paseos por el monte

Unos metros más arriba, por las inmediaciones de la parroquia católica Asunción Testone de Nuestra Señora de Hernialde, pasea Alejandra. A punto de cumplir los 57 años, el 10 de junio recibió la segunda dosis de Pfizer/Biontech en Villabona. «Estaba deseando que llegara ese momento. Trabajando de cara al público -tiene una tienda de hojas metalizadas y joyas que lleva el nombre de su apellido en Donostia- he pasado un miedo terrorífico durante los primeros meses. Tenía muchas ganas de vacunarme y estar protegida», explica, si bien todavía teme la «evolución de las nuevas variantes», como la india o la peruana.

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Alejandra Testone descansa en la parroquia de Hernialde.

Apenas se quita la mascarilla. En Hernialde se siente «cómoda» sabiendo que sus vecinos también están vacunados, pero en Tolosa, donde hace vida, las cosas cambian. «Estoy por dejar de ir al polideportivo un tiempo. Todavía hay mucha gente que no respeta las normas y que por edad seguramente no estén inoculados con la pauta completa», se lamenta. Este verano optará por pasear con sus tres perros por el monte para evitar aglomeraciones, aunque deberá compaginar estas caminatas con su trabajo en la tienda, donde durante la crisis sanitaria ha vivido momentos «surrealistas».

En una ocasión «una chica entró hablando por teléfono. Tosía y le escuché decir que había sido contacto estrecho de un positivo y que se encontraba mal, con fiebre. No dudé en pedirle que saliera de mi establecimiento». Por aquel entonces, Alejandra todavía no estaba inmunizada contra el Covid-19. «Si me pasa esto ahora también le diría que se fuera, pero por lo menos lo haría con más calma. Sin agobiarme tanto», al sentirse ya más protegida.

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Eneko Maioz, Inaxio Aranalde y Xabier Herrera | Orexa

«Llevamos un año sin ningún positivo en el pueblo»

Eneko Maioz, Inaxio Aranalde y Xabier Herrera, en la terraza de la posada de Orexa.

Como de costumbre, Eneko Maioz, Inaxio Aranalde y Xabier Herrera toman un pintxo de tortilla en la terraza de la posada de Orexa. Como la mayoría del pueblo, ellos también están vacunados contra el coronavirus. Los tres con Pfizer/Biontech. Mientras que Eneko e Inaxio recibieron los dos pinchazos en el 'vacunódromo' por excelencia de Tolosaldea, el frontón Beotibar, Xabier solo tuvo que ponerse una dosis «porque ya había pasado el Covid antes». Y lo hizo en Lekeitio, su pueblo natal del que se escapa los fines de semana y en vacaciones para descansar en Orexa. Cada uno con su pauta, pero todos están inmunes.

«Llevamos un año sin ningún positivo en el pueblo», explica Eneko, alcalde de este municipio de 123 habitantes. «Estamos tranquilos. Hemos aguantado bien. Nunca hemos entrado en zona roja -como máximo han registrado dos casos al mismo tiempo- y ahora con la campaña de vacunación casi por terminar confiamos en no volver a registrar contagios».

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Tras más de un año de pandemia, «por fin» empieza a ver la luz este grupo de amigos, que pese a haber vivido la crisis sanitaria «de otra manera, en el pueblo», temen la llegada de la variante india a Orexa. «Si uno enferma corremos el riesgo de caer todos. Lo bueno de ser pocos es que hemos pasado una pandemia diferente, más tranquila, pero también tiene su lado malo. En cuanto hay un infectado en el pueblo el virus puede expandirse sin control entre nosotros, muchos mayores».

Población diana

De los 123 habitantes de Orexa, una treintena son menores de 30 años. Muchos de ellos, niños, por lo que no cuentan como población diana, colectivo en el que tanto el departamento vasco de Salud como el Ministerio de Sanidad agrupan a los mayores de 16 años. Los cálculos muestran un claro acercamiento a la inmunidad de rebaño en esta pequeña localidad de Tolosaldea, en la que ya cuesta encontrar mayores de edad que no estén vacunados. «Y menos mal, porque esto se está haciendo muy largo», se lamenta Inaxio Aranalde.

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Ante esta situación, el «optimismo» empieza a adueñarse de Orexa. «Ya es hora de volver a estar tranquilos. Aquí ya hemos empezado a recuperar esa sensación, esperamos que el verano no traiga lamentaciones y que pronto podamos retomar la antigua normalidad con toda la población vacunada, como nosotros». Mientras llega ese momento, Eneko, Inaxio y Xabier seguirán resguardándose en Orexa, donde han pasado más de 365 días desde el último positivo.

Fernando Ezeiza | Beizama

«Con la inoculación de los jóvenes, por fin terminará todo»

Fernando Ezeiza posa tras tomar el aperitivo en Beizama.

Como en Hernialde y Orexa, en Beizama también se habla ya de la inmunidad de rebaño. En el bar del pueblo todos están vacunados. Pasear entre calles y encontrarse con alguien sin inocular es casi imposible, a no ser que sean mujeres embarazadas o niños. Fernando Ezeiza, de 72 años, no dudó en cuanto le citaron para pincharse. Le tocó el suero de Janssen. Le bastó con acercarse un solo día al Beotibar de Tolosa para estar inmunizado. Fue hace «un par de meses» y desde entonces respira con otro aire. «Con más sosiego. Tranquilo. Sin pensar en quién tengo alrededor, porque sé que la gente con la que comparto mis días está también vacunada», explica mientras mira al amigo sentado en su misma mesa, y que asiente que «efectivamente» está inoculado.

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En Beizama, de unos cien habitantes, «no hay contagios en estos momentos». Es más, «solo ha habido un positivo declarado y fue hace más de dos meses. Si ha habido más infectados no se ha sabido», explica Fernando, que admite que, sobre todo al comienzo de la pandemia, ha pasado «mucho miedo. Hemos estado como castigados, sin hacer nada de vida. Como mucho voy a Azpeitia o Tolosa una vez cada poco, a hacer una compra grande, y luego vuelvo al pueblo».

Fue ese temor a contagiarse lo que le animó a vacunarse pese al miedo que también le generaban «los posibles efectos adversos de la vacuna como la trombosis», que se registraron casos raros en Estados Unidos con Janssen o con AstraZeneca en Europa. «Pero no me pasó nada. Solo me picó un poco la zona donde me inyectaron el fármaco y ya está», apunta «contento» por la decisión tomada, que le ha permitido «hacer una vida más normal sin tanta preocupación. Ahora salimos un poco más» de casa.

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Fernando tiene «claro» que la «única opción» para terminar con la pandemia es la vacuna. Por eso, confía en que «con la inoculación de los jóvenes por fin se terminará todo. Son los únicos que faltan por estar inmunizados y aunque ya se haya empezado con su inoculación, hasta que no se termine no estaremos del todo libres». De todas formas, «en Beizama ya estamos la mayoría vacunados. Ahora solo falta que el retos de localidades alcancen nuestro porcentaje de inmunización», reflexiona mientras se coloca la mascarilla tras almorzar.

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