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Cuando Nora Iñurrita nació, Irura contaba con cerca de 900 habitantes. 30 años después roza los 2.000. «En poco tiempo esto ha cambiado mucho», cuenta esta vecina de la localidad de Tolosaldea mientras juega en el parque con su hija, de un año. A ... su alrededor comienzan a acercarse otros niños de la misma edad y la zona de juegos se llena de carritos de bebé.
La natalidad sufrió un notable incremento a partir del año 2000, cuando se construyeron una gran cantidad de viviendas nuevas «al lado del río» y vinieron «parejas jóvenes» de la comarca, de Tolosa, Villabona o Andoain, «atraídas por el precio de la vivienda» a desarrollar su proyecto de vida y «tuvieron sus hijos e hijas aquí». Este aumento de población ha obligado a Irura a dotarse de más y mejores servicios y equipamientos.
Sus vecinos destacan la «tranquilidad» del pueblo, «cerca de todo, del bus, el tren...», añade Nora, que describe su pueblo natal como un lugar «acogedor» para quien quiera echar raíces, aunque haya quien diga que «es difícil integrarse».
Habitantes: 1.849
Tasa de natalidad: 12,9%
Población entre 0 y 19 años: 26,2%
Población mayor de 65 años: 120,6%
Resto de la población: 63,2%
Esta mujer ha visto el «gran cambio» que ha experimentado Irura en los últimos tiempos. El ejemplo más claro lo rescata de casa. «Mi hermano es del 87, y en su quinta no había más niños. Iban todos juntos a la gela. Cuando yo tenía 6 años íbamos a Anoeta a la ikastola porque no había Educación Primaria». La evolución que ha tenido la ikastola en diez años es palpable, con la construcción de dos nuevos edificios para poder albergar a todos los niños y niñas de Irura; en 2017 se inauguró la nueva edificación de Educación Infantil. «Hay mucha actividad enfocada a los niños. El Ayuntamiento pone una ludoteka a partir de los 3 años y gazteleku de 2 a 10 años. Además, en el frontón hacen Jolas hezi (programa de deporte) y en verano tenemos 'goiza pasa' (colonias abiertas). A nivel de equipamientos, tenemos un parque cubierto, otro no cubierto, el trinquete y un parque de chorros de agua en verano», enumera esta vecina, que ejerce de anfitriona durante nuestra visita. «Eso sí, pediatra no tenemos, hay que desplazarse a Anoeta», añade, mientras vigila a su hija en el columpio.
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Echando un vistazo rápido a nuestro alrededor, no hay duda de que los niños son los grandes protagonistas. El alcalde de la localidad, Gorka Murua, explica que «desde 2001 hasta aproximadamente 2019 la tasa de natalidad ha sido muy alta en proporción al número de habitantes, aunque es cierto que en los últimos dos o tres años se ha frenado. Ahora casi todas las familias tienen dos y tres hijos y se está frenando un poco».
No obstante, es uno de los municipios guipuzcoanos con mayor porcentaje de jóvenes, donde casi tres de cada diez vecinos no superan los 20 años frente al 10% de la población mayor de 65 años. «Hace unos años fuimos el pueblo más joven de Euskadi», añade orgulloso Murua, si bien «el que haya venido mucha gente de la comarca tiene otras consecuencias y es el peligro de que se convierta en un pueblo dormitorio, por eso incentivamos el tener más servicios e instalaciones. Desde 2019, hemos hecho un parque nuevo, una pista de deporte al lado del frontón y el trinquete, un parque de agua, y ahora vamos a hacer un parque de calistenia», detalla.
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