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Me centro hoy en el periodismo de servicio, el que practicamos los medios serios. Así, alguien escribe un día en la sección Sirimiri que las escaleras de Manteo están llenas de maleza y a la semana una brigadilla municipal te las deja limpias. O sea, ... periodismo de fundamento. No es como en esa red social donde la gente pide (un trabajo, clientes para una pizzería o encontrar a su padre, por ejemplo) y dice: «Twitter, haz tu magia». Casi nunca ocurre. La semana pasada pedía yo aquí un jardín con hortensias y ya tengo la oferta de una casa blasonada en Bergara. Gracias, Fernando. Periodismo de servicio.
Manuel Vicent resumía en la radio la felicidad: aunar sensaciones de los cinco sentidos a la vez. Para él: un gintonic viendo el mar, oliendo algas, oyendo las olas y acariciando a una persona amada. Voy a decir algo muy impopular: no me gusta nada-nada la arena por lo que descarto conseguir ese orgasmo psíquico de Vicent en los mares; a mí dame un café con hielo, olor a hierba, un bosque cerca, oír pájaros y acariciar el piececillo de mi niña.
Pero estábamos en el periodismo de servicio y dado que no soy venezonóloga para ayudar en el conflicto bolivariano informo del descubrimiento de un producto de nombre explícito: «Bye, bye resaca». Se vende en farmacias y la colegiada, muy profesional porque para eso estudió una carrera, explica: «Se toma antes de ingerir». Claro, no va a decir «antes de cogerte un melocotón».
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