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La indisposición de la última perito, propuesta por la defensa del acusado que se enfrenta a 18 años de prisión por la violación y maltrato ... hacia su pareja hace tres años en Astigarraga, evitó ayer que el juicio que empezó el lunes en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa quedara visto para sentencia. Tanto la última prueba pericial como la declaración del acusado y la lectura de las conclusiones definitivas se aplazaron al viernes 4 de julio.
La segunda sesión estuvo protagonizada por testigos -clientes del bar en el que el acusado y la víctima trabajaban y compañeros de piso- y varias psicólogas. Una de ellas fue la psicóloga forense que trató a los dos jóvenes y que trasladó varias afirmaciones que ambos -de manera separada- le hicieron tras la denuncia interpuesta por la mujer en septiembre de 2022, momento en el que, según pronunció el lunes, se dio cuenta de que había sido víctima de violación.
Ella, de origen colombiano, había caído en la «sumisión» por el miedo que tenía hacia su pareja -de naturalidad rumana-, explicó ayer la psicóloga forense, quien trasladó que «entendía que el sometimiento de la mujer ante el hombre era algo cultural, por eso no entendía» que la agresión sexual sufrida una noche en su hogar de Astigarraga «fuera una violación».
Sobre el varón, la misma profesional transmitió que el acusado «necesitaba controlar la situación porque sentía inseguridad, necesitaba saber qué es lo que estaba pasando y controlar a los hombres que tenía alrededor para sentirse seguro». Por eso impedía que su pareja coincidiera con un empleado concreto en el puesto de trabajo. Además, «justificaba dar tortazos en el ámbito sexual» y en cuanto a por qué acompañaba a su pareja al baño en casa o incluso no le daba permiso a ir a mear por la noche, «no lo negó, lo justificaba como un acompañamiento».
De la noche en la que, según la víctima, se despertó con su novio penetrándola y al que dijo «no me apetece, no estoy en condiciones» al encontrarse «muy borracha», la psicóloga forense expresó de lo que le contó el varón que «en teoría los dos estaban ebrios, obtuvo de ella respuestas ambivalentes y le insistió» en mantener relaciones. De ella dijo que «no le gusta que le insistan».
Finalmente compareció la psicóloga que ha compartido un total de 28 sesiones con la víctima. «El tratamiento y el seguimiento iba bien hasta que la celebración del juicio le ha despertado de nuevo los miedos». Las 26 primeras sesiones fueron parte del programa de atención a las víctimas, y las dos últimas fueron «pagadas por su bolsillo» al sentir la necesidad de acudir a una persona de confianza. «La pobre está como está», lamentó su psicóloga.
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