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Durante 26 años, la donostiarra Izaskun Acosta calló, en un intento vano de convencerse a sí misma de que aquel episodio de abusos sexuales que había sufrido con 16 años «no había ocurrido». Corría 1991, y desde entonces hubo días que se veía en ... el camino de resetear su mente, pero de pronto le afloraban los fantasmas «de aquello» que sucedió en un estudio de fotografía. Con 19 años quiso hacer «borrón y cuenta nueva» y emigró a Madrid. Poner tierra de por medio tampoco borró su disco duro mental. Pero siguió sin abrir la boca. Rumiaba el dolor. «Lo más duro –subraya– ha sido el silencio mantenido durante tantos años, igual que les ha pasado a otras chicas». Se refiere a las modelos que varios lustros después decidieron denunciar al fotógrafo Kote Cabezudo por distintos delitos, varios de ellos contra la libertad sexual y también de estafa. La acusación representó a 18, de las cuales cuatro casos habían prescrito, entre ellos el de Izaskun, y la Fiscalía a 16. Tras el juicio celebrado la pasada primavera, la Audiencia de Gipuzkoa condenó recientemente al retratista guipuzcoano a 28 años y dos meses de cárcel.
Izaskun es la primera de las denunciantes que da el paso de dar la cara. Decidió denunciar su historia en 2018, a raíz del vídeo que el abogado y también fotógrafo Mario Díez hizo público, el 8 de marzo, y se hizo viral. En él, anunció que representaba a ocho mujeres que habían decidido denunciar a Cabezudo por delitos como estafa, injurias, abusos sexuales, violación de menores y pornografía infantil. «Una amiga me pasó el vídeo, y no me sorprendió que hubiera más víctimas. Pero hasta entonces tampoco había reparado en esa posibilidad». Como otras 13 modelos más, Izaskun contactó por email con el letrado y se puso en sus manos.
Prescrito «Es increíble que mis hechos prescribieran cuando él siguió haciendo lo mismo o peor con más chicas hasta antes de ayer»EN
En la vista declaró ante Kote «Aunque no le podían juzgar por mi caso, quería que me mirara cuando yo contara lo que me hizo; no levantó los ojos del papel»
Silencio de 26 años «¿Quién iba a creer a principios de los 90 a una chica de 16 años frente a un reputado varón de 43? Ahora sí puedo sostenerlo»
Condena de prisión «La sentencia es ridícula; no tiene en cuenta varios delitos de abusos, en algún caso porque la chica charló después con el fotógrafo»
«Le dije que todo era verdad. Que a mí también me pasó». Según lo cuenta, no fue nada que el fotógrafo perpetrara de la noche a la mañana. Fue cocido a fuego lento desde el primer día que posó para él, cuando con 15 años una amiga le habló de un anuncio de prensa en el que solicitaban modelos de fotografía. «Fui, me hizo posar en vaqueros y la parte superior del bikini, y a los días me dijo que había pasado la prueba». Con el tiempo, «él cometió muchos pequeños abusos hasta que un día ya pasó la barrera», recuerda Izaskun, al tiempo que pone su relato en contexto. «En los años 90 no había la sensibilización ni social ni mediática que hay ahora con estos temas».
A lo largo de las «muchas sesiones» en que posó para Cabezudo, de un modo «sibilino, él un día te decía que te bajaras un tirante, otro que te quitaras el sujetador para enseñar el escote, en principio sin que se viera nada más. Veías que eran cosas no muy normales, pero bueno... Yo solo tenía 16 años y él era un reconocido fotógrafo de 43 años y sabía ganarse tu confianza». Los posados fueron subiendo de tono.
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«Un día te pedía bailar desnuda, otras veces se chupaba los dedos y te tocaba los pezones para que se marcaran en las fotos... Sabías que no era correcto, pero lo dejabas pasar». Hasta que Izaskun creyó que había traspasado la raya. «Con 11 años sufrí abusos sexuales por primera vez, no con él, y con 16, la segunda. Yo estaba bloqueada, me quería ir de ahí, pero no sabía cómo. Tengo la sensación de que me enfadé, pero hoy es el día que no tengo claro cómo acabó».
Salió del estudio convencida de que «no se lo podía contar a nadie. Ni a mi madre, ni a mi mejor amiga». Como relataron otras víctimas durante el proceso judicial, tras aquel episodio Izaskun siguió posando para Cabezudo –en su caso hasta los 18 años–, algo que puede resultar incomprensible pero que suena coherente de su boca. «No quería que supieran en casa lo que me había pasado, y si dejaba de ir tendría que dar explicaciones. A otras chicas las amenazó con publicar las fotos si dejaban de ir o contaban algo. Era comienzos de los 90, ¿y quién creía a una chica de 16 años ante un reputado varón de 43? No tenías nada que hacer. Además, Donostia es una ciudad muy pequeña, y te pesaba el 'qué pensarán de mí' o el miedo a que no te fuera a contratar nadie».
Tras 26 años de silencio, su caso quedó prescrito, algo que considera «increíble» porque «durante todos estos años hasta antes de ayer (2013) él siguió haciendo lo mismo o peor, porque terminó comercializando con fotos y vídeos en páginas web». En la vista compareció como testigo y fue la única que rehusó la opción de testificar sin la presencia de Cabezudo, al que quería tener delante en el banquillo de los acusados.
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«No quería que él me viera a través de una pantalla y tuviera una información de mí que yo no tuviera de él. Aunque no le podían juzgar por mi caso, quería que me mirara cuando yo contara lo que me hizo, aunque él no levantó la mirada de un papel, lo que ya te dice todo de él».
El hecho de que todas las víctimas testificaran en la Audiencia de Gipuzkoa a puerta cerrada, sin la presencia de medios de comunicación, impidió conocer al detalle todos los hechos juzgados. Saldrán a la luz en la serie documental que se está terminando de montar. Tuvo la oportunidad de verla hace dos semanas, y se quedó «tocada. Es impactante». Ante las cámaras, Izaskun ofrece su rostro y habla a corazón abierto. «Dudé si hacerlo o no, pero un día me desperté y lo vi claro. Me sentía fuerte para sostener esto. Tantos años de silencio me habían condicionado tanto mi vida que sentía que debía dar la cara por mí, por el resto de chicas que no han dado el paso y por todas aquellas mujeres que puedan vivir una situación similar que bajo ningún concepto podemos permitir».
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Kote Cabezudo fue sentenciado a 28 años y dos meses de cárcel por diez delitos, entre ellos uno de violación, otro de abusos y varios de pornografía infantil y estafa. «La condena es ridícula, y más si lees la sentencia. Tengo la sensación de que el tribunal compró los argumentos de la defensa, porque su abogado llegó a decir que no le habían gustado algunos vídeos de las sesiones, pero que en el fondo las chicas habían cobrado por ello. Nos convirtió de modelos a prostitutas en una frase. El tribunal no tuvo en cuenta los delitos de abuso de varias chicas. Entre ellas, el de una porque al término de la sesión mantuvo una charla distendida con él. Se considera que si la charla fue distendida, fue un hecho consentido. La verdad es que desde que se puso la primera denuncia hace 9 años, las víctimas hemos recibido muy pocos apoyos. Y desde luego, no somos nosotras las que debemos avergonzarnos».
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