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«En la familia sabíamos lo que había, sabíamos lo que sufría nuestra hermana, porque no era la primera vez que la agredía. Lo que no imaginamos es que un día fuera a tener este alcance. Nadie se lo explica». Casi una semana después de que Ana Leonor R.M. fuera asesinada de un tiro en la cabeza por quien aún era su marido, Diego Fernando T. C., una de las hermanas de la víctima, Dina, se esfuerza para serenar una voz a punto de romperse en varios momentos. Pero quiere hablar –por eso decide contactar con este periódico– y contar que «mi hermana aguantó mucho». Hasta que el pasado verano se hartó de las agresiones «físicas y psicológicas», y decidió poner fin a su relación. No era la primera vez que ambos se alejaban. Según su hermana, Leonor «hacía cuatro meses que no estaba ya con él. Por fin ella estaba feliz, feliz de la vida, y él no soportó esa felicidad. Según nos ha dicho ahora una de mis sobrinas (hija de la fallecida), la tenía amenazada».
La familia de Leonor –eran cuatro hermanos y tres hermanas– procede de la localidad de Taminango, en Nariño, al sur de Colombia. La mujer, que tenía dos hijas de 23 y 20 años, comenzó «hace doce años» su relación sentimental con Diego Fernando, un varón de Valle del Cauca que trabajaba en un almacén de repuestos de coches y motos. Al principio él se mostró normal, pero luego ya hacía cosas que no eran normales: controlaba a mi hermana, no la dejaba estar con su familia... Si venían a mi casa, a los 10 minutos ya se la llevaba. O si venía ella sola, enseguida él la llamaba para ver si realmente estaba conmigo. No paraba hasta que mi hermana me ponía con él al teléfono para confirmarlo».
Según Dina, el agresor tuvo cinco hijos con una mujer y dos con otra, y «a las dos las maltrató» como a Leonor. «Aunque la familia quisimos hacerle entender que no era un hombre bueno, mi hermana no lo veía. Era como que lo quería demasiado, creía que ese control, esas agresiones, eran amor. Se casó contra la voluntad de la familia, que no fuimos a la boda», hace «unos siete años». Al poco, él se vino a Europa «y a los meses mandó dinero para que viajara mi hermana». Diego, que en Gipuzkoa se dedicó a trabajos de albañilería, pintura o cuidado de mayores, fue denunciado dos veces por violencia de género en Donostia, pero «siempre convencía a mi hermana para que siguiera con él. Ella llegó a ir a vivir a Francia, y él fue detrás».
Diego se entregó en Amasa-Villabona, donde residía con el hijo pequeño de su segunda mujer en un primer piso de Nagusia kalea. En la comunidad, no dan crédito a que su vecino fuera quien mató a Leonor. «¿De verdad es él? –se preguntaba el jueves una vecina– ¡Si es alguien muy normal! Bueno, cada uno en su casa...».
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