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La investigación policial del asesinato de Ana Leonor R.M., la mujer colombiana a la que su expareja mató de dos disparos el pasado sábado ... 30 de noviembre en Pasai Antxo, cerró ayer un capítulo: el del origen del arma. En realidad, la Ertzaintza lo conocía desde el momento en el que el autor confeso del crimen, Diego Fernando T.C. , de 53 años, declaró en comisaría que la pistola homicida se la había agenciado en su entorno de amistades. De hecho, un día después del homicidio, la Policía autonómica ya contactó con el presunto dueño del arma, al que localizó en su domicilio. Este hombre, J.F.S., un colombiano de 62 años de edad, apareció ayer muerto en el interior del bungalow donde residía en un camping de Oiartzun.
Según ha podido saber este periódico, una patrulla se personó ayer en la citada vivienda en el marco de las pesquisas. Al llegar, se encontraron la entrada cerrada. Según un campista, un vecino del sospechoso aseguró que el hombre al que buscaban tenía que estar dentro, porque él lo había visto entrar la noche anterior y no lo había visto salir por la mañana, normalmente en bicicleta. Por lo tanto, los agentes accedieron al bungalow, y se encontraron con el cuerpo ya sin vida. Al lugar se desplazaron dos ambulancias, pero los servicios sanitarios no pudieron hacer nada para reanimarlo. A falta del resultado de la autopsia, todo apunta a que el hombre se suicidó. Sobre las 14.30 horas se procedió al levantamiento del cadáver.
Fuentes conocedoras del caso aseguran que tanto Diego Fernando T.C., que se encuentra en prisión provisional en la cárcel de Martutene, como el fallecido mantenían una relación muy estrecha. Eran «íntimos». Tanto que «ellos solían decir que eran hermanos» y «más de uno» pensaba que en realidad lo eran. Ambos llegaron a coincidir viviendo en el mismo camping de Oiartzun, durante uno de los momentos en los que el ahora preso y Leonor habían roto su relación, y él había iniciado otra relación. Fue un tiempo posterior a la denuncia que la víctima presentó por violencia de género en el año 2020 en San Sebastián.
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Aunque ayer al mediodía no había tanta gente en el camping, la noticia de la muerte de José Fernando S. corrió de boca en boca entre los residentes. La sorpresa fue mayúscula, incluso entre quienes habían oído que estaba vinculado con el autor del crimen de Pasaia, pero sin tener la menor idea de que pudiera ser el propietario del arma. «Era alguien muy educado, callado y respetuoso. Vivía solo e iba todos los días a trabajar en bicicleta eléctrica», algo que también hacía en otra época en la que residió en Hernani. «¿De verdad que la pistola era suya? Nunca lo hubiera imaginado, aunque es verdad que solía contar haber visto de todo en Colombia. Decía que la vida allí no vale nada», cuenta un campista.
Al parecer, en los últimos meses había perdido bastante peso y «estaba en tratamiento para la depresión, aunque nadie esperábamos que pudiera suicidarse», asegura una persona que ha compartido «muchas horas y cenas con él». En España tenía una hermana residiendo en la Comunidad Valenciana, pero, curiosamente, la víspera emprendió el viaje a Colombia, por lo que se enteró de la muerte de su hermano cuando ya había aterrizado en Cali, de donde procede la familia.
Este suceso se produce once días después de que Diego Fernando T.C. asesinara en Pasaia a su mujer, Leonor, que unos meses antes había decidido poner fin a la relación. El hombre entró en el domicilio de la fallecida en la tarde del 30 de noviembre, aprovechando el momento en el que una joven que residía en la vivienda accedía a la vivienda, y asesinó de un tiro en la cabeza a su expareja, de 45 años.
«Sabes a qué he venido, voy a matarte, me has jodido la vida, tienes muchos hombres». Con expresiones de este tipo -según recogía la orden de prisión dictada por la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de San Sebastián- irrumpió en su casa la expareja de Leonor, antes de dispararla dos veces en el salón de la vivienda. Primero en el muslo, y luego en la cabeza, lo que le ocasionó la muerte. El hombre, de 53 años, se encuentra en la cárcel de Martutene y está acusado de sendos delitos de asesinato, amenazas y tenencia ilícita de armas. Se enfrenta a más de 25 años de prisión, por lo que la jueza ha decidido que entre en la cárcel para evitar el riesgo de fuga.
El Pleno de las Juntas Generales de Gipuzkoa comenzó ayer con un minuto de silencio para expresar su «condena rotunda del asesinato machista» que tuvo lugar el pasado día 30 de noviembre en el distrito pasaitarra de Antxo. Asimismo, el presidente de la Cámara foral, el jeltzale Xabier Ezeizabarrena, que ya estuvo presente en uno de las concentraciones llevadas a cabo en Pasaia tras el crimen, mostró «su pesar a las dos hijas y familiares de la víctima». La fallecida deja dos hijas de 23 y 20 años de edad. La mayor estaba presente en la vivienda cuando se cometió el crimen.
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