Secciones
Servicios
Destacamos
Este mes de septiembre pasará a la historia de la carrera judicial. Por primera vez, y casi medio siglo después de que en diciembre de ... 1977 Josefina Triguero se estrenara como jueza en un mundo hasta entonces masculino, Isabel Perelló se ha convertido en la primera mujer que preside el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano cúspide de los jueces, así como elTribunal Supremo. En un momento en el que la carrera judicial está formada ya en su mayoría por mujeres, el nombramiento de la catalana al frente del CGPJ está llamado a marcar un antes y un después en la elección de los altos cargos judiciales. O, al menos, es lo que las magistradas de la Audiencia de Gipuzkoa esperan que ocurra después de que Perelló haya roto el techo de cristal más infranqueable que quedaba por traspasar en este ámbito. Juana María Unanue, magistrada presidenta de la sección tercera; María José Barbarín, magistrada de la sección primera; y Mari Carmen Bildarraz, magistrada de la sección tercera, celebran este nombramiento, «que es un paso adelante», pero se muestran dubitativas sobre su trascendencia. «Esperamos que no quede solo en un gesto», insisten desde una de las salas de vistas situadas en la calle San Martín de San Sebastián, donde ejercen su profesión.
En la actualidad son cinco mujeres y seis hombres los magistrados titulares en la Audiencia de Gipuzkoa, lo que representa la «paridad» en este órgano. Además, hay una sexta magistrada que es sustituta. La plantilla de este tribunal provincial es un claro ejemplo de la realidad de la carrera judicial. El 57% son mujeres y en las promociones más jóvenes, hasta el 70%. Pero no solo eso, Euskadi es la autonomía con más juezas y ya son siete de cada diez por debajo de 50 años. ¿Entonces, por qué esos datos no se representan en los altos cargos? «Esa es la cuestión. Poco a poco se está rompiendo el techo de cristal, pero no está ocurriendo al ritmo al que está cambiando la composición de la carrera judicial, donde la mayoría son mujeres», insisten Unanue, Barbarín y Bildarraz. En definitiva, «no se va a la velocidad crucero que corresponde».
Juana María Unanue
Magistrada presidenta de la sección tercera de la Audiencia de Gipuzkoa
Nada tienen que ver las oficinas de la Audiencia de hoy en día, dividida en tres secciones, con las de hace 33 años, cuando Unanue llegó a este órgano, en 1991. «Por aquel entonces era una carrera predominantemente masculina. Es más, mi compañera Yolanda Domeño y yo fuimos de las primeras mujeres, si no las primeras, en entrar a trabajar aquí. Todo eran hombres y además más mayores. Movernos hacia arriba ha sido muy difícil, porque la pirámide estaba constituida por ellos, y hasta que eso ha ido cambiando han pasado muchos años», reflexiona junto a sus compañeras.
De las tres, es la que más tiempo lleva ejerciendo. Es de la promoción 33, «una de las primeras que fue grande, de entre doscientas y trescientas personas». Aunque Unanue «nunca» se ha sentido discriminada por ser mujer –«el trato entre compañeros siempre ha sido de igual a igual, independientemente del género–, sí que admite haberse encontrado con «menos opciones» laborales. «Éramos muy poquitas y si me presentaba a algo competía con hombres más mayores que yo, con más méritos, que me iban a pasar por la banda. La posibilidad de éxito, por la proporción entre otras cosas, era mucho menor».
Pero atrás quedaron esos años en los que apenas tenía colegas de profesión que fueran mujeres. Es más, «los mandos intermedios están prácticamente en manos de las mujeres», explica. «Y si fuéramos nosotras quienes eligiéramos a los altos cargos tampoco habría ningún problema», añade mientras le pasa la palabra a Barbarín. La magistrada de la sección primera está de acuerdo. «El Consejo General del Poder Judicial, hasta hace muy pocos años, estaba compuesto mayoritariamente por hombres y siempre hay un cierto sesgo a elegir a iguales. Eso se está rompiendo, pero cuesta. Ahora necesitamos que la ruptura del techo de cristal que ha conseguido Perelló no sea única, que no sea un elemento simbólico», dice.
Ella empezó a trabajar en 1999 en el Juzgado de primera instancia de instrucción número 2 de Irun. Llegó y le tocó ser decana. «Al principio era la única mujer titular, pero empecé a trabajar y enseguida vinieron dos compañeras. De ahí salté a Penal 5 de San Sebastián y en 2005, a la Audiencia». A la hora de trabajar, como Unanue, «nunca» se ha sentido discriminada. «He podido ejercer con absoluta libertad y defender mis tesis», aclara. Pero hay una anécdota de sus comienzos que le marcó, porque todavía a día de hoy la recuerda a la perfección.
María José Barbarín
Magistrada de la sección primera de la Audiencia de Gipuzkoa
Cuando estaba en la escuela judicial en Barcelona, fue junto a sus compañeros a hacer una visita a una comisaría de Policía. «Estaba embarazada de mi primera hija», explica. «En ese momento, el comisario que nos atendió me dijo que como iba a tener familia dedicaría menos trabajo a mi actuación jurisdiccional», recuerda. Se quedó sin palabras. 'Dios mío, qué comentario más precipitado', pensó. Y Barbarín confía en que «con el tiempo se haya demostrado que fue desafortunado. Pero el comentario lo lanzó». Y «evidentemente» algo de «impacto» le causó, porque «han pasado muchos años y es imposible no recordarlo».
Aunque esto «está cambiando», todavía «se oyen comentarios, no tanto por ser mujer pero sí por ser madre», reflexiona Barbarín. «Hay unos años en los que los hombres se dedican a la formación mientras que nosotras, a la crianza», explica. Si eso ocurre, «a la hora de competir, el currículum de una mujer va a estar más pobre que el de un compañero varón, pero eso no quiere decir nada porque quizá nuestras resoluciones sean maravillas y todas confirmadas. Nuestra carrera además es vocacional y apasionante».
Hasta ahora ellas se han encontrado con «ciertas dificultades» para completar el currículum con esas actividades no jurisdiccionales, pero «eso también está cambiando», aunque «todavía queda por hacer». Porque «la renuncia en ocasiones viene culturalmente impuesta», coincide Bildarraz, que llegó a la Audiencia de Gipuzkoa a finales de 2010. Su primer destino fue Estella, en 1999, pero al año ascendió a magistrada y cambió a Donostia, donde estuvo de decana. En cualquier caso, hace ya catorce años que ejerce en el órgano provincial. «Al principio me daba mucha impresión, pero luego todo va rodado», dice.
Mari Carmen Bildarraz
Magistrada de la sección tercera de la Audiencia de Gipuzkoa
Para ella, «la conciliación es imposible», tanto en su profesión como en «otras muchas. Siempre he dicho que no existe, y eso te limita a la hora de promocionarte, entre otras cosas». Y «todavía tenemos la mentalidad de que quien debe sacrificarse es la mujer en vez del hombre. Es algo cultural, que esperamos que también cambie con las nuevas generaciones, que empiezan a hacer las cosas de forma diferente». Se refiere a compañeros «más jóvenes» a quienes ve «participar en la crianza».
Unanue pide paso. En sus más de treinta años en la Audiencia ha vivido muchas cosas. Y también ha visto evolucionar a los hombres como padres y como parejas. «Cuando empecé a trabajar era impensable que un señor se levantara a llamar a su casa para saber si sus niños tenían fiebre. Estaba su señora que se dedicaba a esos menesteres. Ahora tengo un compañero joven que lo hace. Todo este cambio cultural también va a ayudar a romper el techo de cristal. Todo influye», aunque, coinciden las tres, en las elecciones de altos cargos como el de Perelló «intervienen muchos factores» y estos nombramientos «a veces son una voluntad política».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Detenido un hombre al que se le cayó un revólver al suelo en la plaza de Coca
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.