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Todavía se sigue investigando si la torre de alta tensión en el polígono industrial Osinalde en Usurbil, con la que se electrocutó un niño de ... once años el pasado día 8 de marzo y que falleció este sábado a causa de las quemaduras sufridas, cumplía la normativa para torres de alta tensión. Y es que, según la profesora de Ingeniería Eléctrica de la UPV/EHU Oihane Abarrategi, la norma «puede resultar algo ambigua». «Son infraestructuras superpeligrosas que tenemos normalizadas porque las vemos con frecuencia y no las identificamos con el peligro que realmente tienen», añade.
El reglamento establece claramente algunos de los protocolos de seguridad que deben de cumplir todas las infraestructuras eléctricas. Una de ellas es señalizar el peligro que pueden llegar a suponer. «Las torres de alta tensión tienen que tener señalización de riesgo eléctrico, una señal amarilla triangular con un rayo negro», asegura Abarrategi. Y es que la norma según la que están diseñadas este tipo de instalaciones «establece el marcado y aviso de riesgo eléctrico». «Cada apoyo -torre- se identificará individualmente mediante un número, código o marca alternativa (como por ejemplo coordenadas geográficas), de tal manera que la identificación sea legible desde el suelo», recoge, así como que «en todos los apoyos, cualesquiera que sea su naturaleza, deberán estar claramente identificados el fabricante y tipo».
Más allá de las señales de peligro, otra medida que establece el reglamento es la distancia de seguridad en la que se debe situar la torre. «La norma también estipula y específica la distancia que tiene que haber entre conductores, entre los conductores y personas, entre conductores y el suelo...», añade Abarrategi. Pero la normativa no señala de manera explícita que se deba de dificultar la escalada por la escalera vertical de la atalaya metálica, sino que simplemente «se recomienda, no habla de obligatoriedad», señala la profesora de la UPV/EHU.
La normativa también clasifica los apoyo según su ubicación. Un tipo de torres que se identifican son las «frecuentadas», aquellas «situadas en lugares de acceso público y donde la presencia de personas ajenas a la instalación eléctrica es frecuente». Se refiere a lugares donde se espera que las personas se queden durante un tiempo relativamente largo, o por un tiempo corto muchas veces al día, «por ejemplo, cerca de áreas residenciales o campos de juego». Los apoyos frecuentados sí que tienen que ir señalizados correctamente y contar con medidas que dificulten su escalamiento «hasta una altura mínima de 2,5 metros». Mientras, «los lugares que solamente se ocupan ocasionalmente como bosques, campo abierto, campos de labrana, etc., no están incluidos», por lo que estas últimas medidas no son obligatorias, sino una recomendación.
Con todo esto, la Ertzaintza mantiene abierta la investigación para tratar de determinar si la instalación seguía las normas de seguridad que le correspondía.
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«La norma eléctrica es bastante general. Sirve para muchas instalaciones eléctricas, de muchas características. Es por eso por lo que una parte de la aplicación puede resultar ambigua», explica Abarrategi, quien señala que cambiar la normativa «no es algo tan sencillo», pues se trata de «un reglamento entero, pero sí que se podrían hacer enmiendas o mejoras», apunta.
Algo que ha extrañado y sorprendido a quienes se han acercado a las proximidades de la torre de alta tensión del siniestro es que la escalera comienza a escasos metros del suelo. Tanto que un niño de 11 años fue capaz de alcanzarla y escalarla. En algunos casos, esta cercanía a tierra podría indicar que «puede haber algún equipo al que tengan que acceder operarios con cierta frecuencia», señala Abarrategi. Aun en estos casos, la profesora de Ingeniería Eléctrica defiende que este tipo de instalaciones «tienen que ser seguras y hay que intentar dificultar en la medida de lo posible que esas estructuras no sean accesibles, bien candando el perímetro, poniendo una protección antiescalada...».
Otra medida que defiende Abarrategi es que «quizás, las señalizaciones deberían ser más explícitas. Antes se ponía una calavera en vez de un rayo, algo que sea más impactante para que la gente se fije más». Y es que las torres eléctricas «son infraestructuras súper peligrosas que tenemos normalizadas porque las vemos con frecuencia y no las identificamos con el peligro que realmente tienen», advierte.
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