El grupo de trabajo junto a un voluntario de Cáritas. Aura Erro.

«Les ofrecemos un lugar donde pasar ese tiempo hasta que logran los papeles»

Los largos procesos para obtener documentación se convierten en el principal escollo para los inmigrantes que llegan a Gipuzkoa

Martin Ruiz Egaña

Lunes, 16 de diciembre 2024, 10:15

Salir de tu país de origen con la esperanza de comenzar una vida en otro muy lejano es muy complicado. Ayoub Bejaoui tuvo que dejar Túnez para volver a empezar en Donostia, a más de 1.400 kilómetros de su tierra natal. En muchas ocasiones, este desplazamiento se realiza en condiciones extremadamente precarias. El propio Ayoub tuvo que vivir en la calle en otros países como Italia antes de llegar a Gipuzkoa. Tras este periplo de desplazamientos, llegar a un destino donde poder asentarte puede resultar esperanzador, ilusionante, pero no es más que el inicio de un tedioso proceso administrativo que se hace especialmente duro por las demoras en los plazos.

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«Aquí, sin el empadronamiento no eres nadie», apunta resignado el marroquí Hamza Kaddori. Ninguno de los dos magrebíes cuenta con un padrón que les permita recibir ayudas sociales, entre otras cosas. En algunos casos, «pueden pasar dos años» hasta que se les presente la oportunidad de obtenerlo, según indica Xabier Jorrín, responsable de Altza Baratza y voluntario de Cáritas Gipuzkoa.

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En situación de pobreza extrema, esa espera de dos años se hace muy larga. Sin un lugar donde resguardarse ni conocidos a los que acudir, supone un 'impasse' de tiempo en el que estas personas se encuentran a la deriva antes de poder emprender el rumbo que desean. Iniciativas como la de Altza Baratza representan una alternativa para el día a día. «Les ofrecemos un lugar donde pasar ese tiempo hasta que consiguen los papeles», asegura Jorrín.

De esta manera, las labores del campo los mantienen ocupados en el día a día. «Vienen aquí y conviven con otras personas, trabajan, hacen relaciones... En definitiva, le dan un sentido a su vida, a la cotidianidad», explica Xabier Jorrín. Por su parte, Hamza y Ayoub se muestran muy agradecidos por el papel de la huerta en sus vidas. «Venimos aquí y solo encontramos personas preocupadas por las personas».

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