Oihana Galardi, miembro de la red de acogida de Irun, afirma no estar sorprendida por una desgracia que «se veía venir». Lejos de ser un hecho puntual, afirma que tirarse al río para llegar a Hendaia se está convirtiendo en algo usual ante el «cierre de la frontera» que aplica Francia.
- Trágico vaticinio. El viernes advertían de que podría ocurrir una desgracia porque los migrantes estaban cruzando a Francia por el río y por el monte, y 24 horas después...
- Así es. Por desgracia, esto se veía venir. Si Francia no deja pasar a los migrantes por las vías por las que transitamos los transfronterizos, buscan otras más difíciles, peligrosas e incluso mortíferas. Un río en el que pueden ahogarse, como ha sucedido ahora, o un monte en el que perderse. Que nadie piense que por no dejarles cruzar por los pasos establecidos van a desistir. Alguien que viene desde África, que ha cruzado el desierto y/o el Atlántico, cuando ve que tiene Francia a 100 metros no se va a dar la vuelta. Se les está empujando a correr riesgos mortales.
- ¿Desde la crisis de marzo no había aflojado Francia los controles?
- Va por fases. Hay días que dejan pasar más fácil, otros que se cierran a cal y canto... Ayer mismo (por el viernes) me encontré con un joven en Irun que se quejaba de que ya le habían denegado el paso por segunda vez. Es indignante. Es una situación de auténtica caza y acoso al inmigrante la que se da en esta frontera. Una muga que, hay que recordar, está dentro de la Unión Europea y del espacio Schengen de libre circulación de personas, y en la que se producen devoluciones en caliente. Con la excusa del Covid y de la alerta antiterrorista, Francia está llevando a cabo una política de control racista, en la que existe un cierre de facto para las personas no blancas, en especial negras y de apariencia árabe, desde hace ya varios meses.
- ¿Tienen constancia de situaciones similares en las que haya peligrado la vida de personas que quieren cruzar la muga?
- Por supuesto. En marzo un grupo de personas de Hendaia rescató a un joven guineano que había cruzado a nado el Bidasoa. Más adelante tuvimos que llevar al hospital a otro que también llegó a duras penas. Y la semana pasada uno se tiró al agua desde el puente de Behobia al ver aparecer a los gendarmes. Además, existen imágenes de vecinos de la zona de Azken Portu que muestran a migrantes cruzando el río. La persona que ayer perdió la vida no es ni mucho menos la primera que trata de cruzar por esta vía.
«Otra política migratoria es posible; no podemos permitirnos normalizar la muerte como sinónimo de migración»
- ¿Confían en que este hecho sirva para aliviar el control fonterizo?
- Esta es una frontera en la que se vulneran derechos de forma sistemática, por lo que además del llamamiento a las instituciones españolas, francesas y europeas a aplicar políticas migratorias que respeten los derechos que tienen las personas migrantes, apelamos a las autoridades más cercanas para que reclamen a las competentes una solución a lo que pasa aquí. Las políticas de control, en Ceuta, Canarias o aquí, lo único que hacen es empujar a las personas a la muerte, y no podemos permitirnos normalizar la muerte como sinónimo de migración.
- La manifestación que han convocado para el próximo sábado interpela a las instituciones locales. ¿Qué más pueden hacer?
- Asumir más responsabilidades. Se está dejando sin atender a personas a las que se está empujando a la exclusión. Pedimos que se revisen los criterios de acogida y que se adapten a la realidad que nos encontramos.
- ¿Qué realidad?
- En abril detectamos en Bidasoaldea 30 pernoctas en la calle de personas migrantes sin acceso al dispositivo de acogida. Y hasta el 19 de mayo hemos prestado asistencia a 197 personas en tránsito: 152 hombres, 36 mujeres y 9 menores.
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