La oleada de robos continúa en otros dos establecimientos de Donostia

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«Entraron dos encapuchados, rompieron las cámaras y se llevaron el dinero»

Donostia vive una oleada de robos en la que en tan solo una semana al menos seis locales de restauración han sufrido sus consecuencias. El lunes por la noche asaltaron el bar Divinum del barrio de Amara. El martes le tocó al Arkupe, en Amara también, además del bar Le Comidare de Gros donde entraron dos encapuchados que también trataron de robar en el restaurante Tagliatella, situado en frente. El último ha sido Tedone jatetxea, donde, tal y como relata su dueño «llegaron por la noche, rompieron el cristal de la puerta y así lograron entrar». Ayer por la mañana, al llegar al local, encontraron algunos destrozos. «Se llevaron la caja registradora con algunos billetes y monedas de cambio», señala. Una cantidad total de 250 euros.

En el bar Chopper, en Amara, son testigos de la insistencia de estos cacos que ya han intentado entrar en su local tres veces en la misma semana. «Lo intentan por la ventana, cada día vemos nuevas marcas de piquetes. Supongo que no lo han conseguido porque tenemos cristales de triple capa. Además tenemos alarma, por lo que si consiguen entrar, saltará», comenta Igor, quien confía en que «no haya un cuarto intento» de asalto y que su alarma no llegue a sonar. «Hemos advertido a la policía. Nos han dicho que en estos casos suelen montar patrullas de vigilancia», comenta el dueño del Chopper.

Por otro lado, desde el bar Moto Club, en Gros, advierten que «estamos escuchando muchos casos de asaltos o intentos de robo en bares y restaurantes de la ciudad». Incluso ellos mismos lo sufrieron hace dos semanas, cuando un asaltante entró en el bar de madrugada. «Rompió la puerta, entró directo a la barra, se llevó una caja fuerte con la lotería y el bote de los trabajadores». Esa noche, recuerda una camarera, la alarma saltó a las 3.00 horas «pero no pasó nada, no sabemos si lo intentó y luego se fue». Lo que sí saben es que a las 7.00 horas la alarma volvió a sonar, pero esta vez el ladrón no se fue con las manos vacías. «Cuando llegó la policía ya se había ido. Debió de estar un minuto y medio, no más. Fue a la caja y también bajó a la planta inferior, donde tenemos una especie de sociedad. Rompió la puerta para entrar y, como allí no tenemos nada, volvió a subir», relata lo sucedido esta camarera. Los trabajadores del bar Moto Club aseguran que toman medidas para evitar los robos, «escondemos todo», aunque a partir de ahora señalan que, visto lo visto, esconderán «hasta el bote» de las propinas.

Los hosteleros aseguran que viven esta oleada de robos con «mucha inseguridad» y piden más vigilancia policial durante la madrugada, que es cuando se producen la mayoría.