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«Siento que este es mi sitio, no Rumanía»

«Siento que este es mi sitio, no Rumanía»

Capítulo II de IV ·

La llegada de extranjeros coge velocidad a partir de 1998, en plena bonanza económica, cuando los inmigrantes procedentes de Europa y Latinoamérica empiezan a poblar Gipuzkoa. La rumana Cristina Mircea se instaló en Donostia «por amor»

Domingo, 4 de diciembre 2022

Viajaba con billete de ida y vuelta pero jamás regresó a su Constanza natal, ciudad a orillas del mar Negro, al sur de Rumanía. «El billete de vuelta lo tiré. Me encantó esto y me quedé», cuenta la rumana Cristina Mircea, madre de Larisa, de 11 años, vecinas de Donostia desde hace siete. Aunque su flechazo con la capital guipuzcoana llegaría años más tarde tras su paso por Bilbao y Castro Urdiales.

Cristina relata su vida en Rumanía sin mostrar demasiada emoción. «Trabajé de peluquera, camarera, de dependienta en varias zapaterías, en un supermercado... y quería algo nuevo. Tenía ganas de irme al extranjero, cambiar de vida, avanzar, mejorar. Podía haberme quedado ahí porque estaba más o menos bien pero aquí el nivel de vida es mejor. La verdad es que no fue una decisión muy meditada, no lo pensé mucho, dije 'aquí me quedo'», explica esta mujer en un castellano casi perfecto. Sus ansias por conocer mundo y dejar atrás una vida que no le llenaba del todo en un lugar donde creía no encajar le llevaron hasta la estación de autobuses con destino Bilbao. «Estuvo primero mi hermano y me habló bien, al volver me estuvo contando cosas. Él también es un viajero». Al igual que parte de la familia Mircea, miles de personas de origen extranjero comenzaron a llegar a Euskadi y en concreto, a Gipuzkoa para reconstruir sus vidas.

Según explican desde el Observatorio vasco de Inmgración Ikuspegi, «estas llegadas dejaron de ser una anécdota a partir de finales de los años 90. En este periodo (1998-2008), fruto de la bonanza y expansión que vivía la economía vasca, la llegada de personas extranjeras se aceleró.

Evolución de la población inmigrante

1998-2008

Lo habitual es que primero lleguen hombres solos, hasta que se estabilizan. Después traen al resto de la familia.

Perfil

Sexo

Edad

32 (DE MEDIA)

Ocupación

Sector servicios, construcción y reparación de vehículos

Principales procedencias

Latinoamericana

UE

Magreb

Otras

6,9%

1998

53%

11%

8,8%

2008

29,7%

25,1%

0

40

80

Las dos nacionalidades que más crecen

Población latinoamericana

9.485

10.000

8.000

6.000

4.000

2.000

921

0

1998

2005

Las mujeres latinoamericanas llegaron antes y por lo tanto se nacionalizaron antes que los hombres.

Población rumana

10.000

8.000

6.000

4.096

4.000

2.000

378

0

2003

2009

Evolución de la población inmigrante

1998-2008

Lo habitual es que primero lleguen hombres solos, hasta que se estabilizan. Después traen al resto de la familia.

Perfil

Sexo

Edad

32 (DE MEDIA)

Ocupación

Sector servicios, construcción y reparación de vehículos

Principales procedencias

Latinoamericana

UE

Magreb

Otras

6,9%

1998

53%

11%

2008

29,7%

25,1%

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Las dos nacionalidades que más crecen

Población latinoamericana

9.485

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1998

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Las mujeres latinoamericanas llegaron antes y por lo tanto se nacionalizaron antes que los hombres.

Población rumana

10.000

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6.000

4.096

4.000

2.000

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2003

2009

Evolución de la población inmigrante

1998-2008

Perfil

Lo habitual es que primero lleguen hombres solos, hasta que se estabilizan. Después traen al resto de la familia.

Sexo

Edad

32 (DE MEDIA)

Ocupación

Sector servicios, construcción y reparación de vehículos

Principales procedencias

Latinoamericana

UE

Magreb

Otras

1998

53%

11%

6,9%

2008

29,7%

25,1%

8,8%

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Las dos nacionalidades que más crecen

Población rumana

Población latinoamericana

9.485

10.000

10.000

8.000

8.000

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4.096

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1998

2005

2003

2009

Las mujeres latinoamericanas llegaron antes y por lo tanto se nacionalizaron antes que los hombres.

Evolución de la población inmigrante

1998-2008

Perfil

Lo habitual es que primero lleguen hombres solos, hasta que se estabilizan. Después traen al resto de la familia.

Sexo

Edad

32 (DE MEDIA)

Ocupación

Sector servicios, construcción y reparación de vehículos

Principales procedencias

Latinoamericana

UE

Magreb

Otras

1998

53%

11%

6,9%

2008

29,7%

25,1%

8,8%

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Las dos nacionalidades que más crecen

Población rumana

Población latinoamericana

9.485

10.000

10.000

8.000

8.000

6.000

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1998

2005

2003

2009

Las mujeres latinoamericanas llegaron antes y por lo tanto se nacionalizaron antes que los hombres.

Según señala la directora de IksuIkuspegi, Julia Shershneva, «tampoco es casualidad teniendo en cuenta el peso que tiene la industria en este territorio. Un ejemplo de esta modalidad de inmigración la podemos observar en el Goierri guipuzcoano y un ejemplo municipal es Ordizia, donde actualmente un 18,5% de la población es de origen y/o ascendencia extranjera, frente al 11,5% del territorio guipuzcoano. Este proceso selectivo que induce la sociedad de llegada se observa en este hecho porque de la inmigración disponible a nivel mundial la población proveniente de Rumanía conoce y dispone de hábitos industriales». También las personas prodecentes de Latinoamerica se multiplica por diez desde 1998 hasta 2005 (de 921 personas a 9.485). Donostia es, una vez más, la localidad que alberga el mayor número de inmigrantes latinoamericanos, en su mayoría de Ecuador, Colombia y Argentina.

«Independiente»

A Cristina, en su caso, las razones que le llevaron a emprender este viaje fueron las aspiraciones de encontrar un trabajo mejor y la necesidad de un cambio vital. De espíritu inquieto desde su juventud, se fue a vivir sola con 16 años. «Quería ser independiente, no quería la ayuda de mi madre y compaginé un trabajo de dependienta con los estudios». Sin embargo, «en Rumanía los sueldos son menores y aunque cobraba bien, al estar de alquiler no me llegaba para todo». Le sobraban motivos para marcharse así que a sus 23 años recaló en Bilbao. «Estuve solo dos semanas y después me mudé a Castro Urdiales, donde viví cuatro años».

Cristina juega en un parque con su hija. J.M.López

Es en este momento del relato cuando Cristina se muestra entusiasmada. «Estaba tan ilusionada... que no me resultó duro dejar atrás mi país. Al bajar del bus escuché todo en castellano y me dije: 'uf, si no sé ni hablar'». Pero el idioma fue el menor de los impedimentos. Pudieron más las ganas por construir un futuro en un nuevo destino en el que por fin se sentía «feliz». «Tampoco conocía a nadie pero decidí quedarme y buscarme la vida. Empecé a trabajar en un bar de camarera, con la idea de aprender el idioma. Entre tanto conocí a una chica y nos fuimos a vivir de alquiler para compartir gastos».

«Por amor»

Cuando el trabajo se lo permitía, viajaba a los municipios de alrededor en sus días de descanso, hasta que pisó Donostia por primera vez y sus ojos volvieron a iluminarse. «Iba muchos fines de semana porque era un sitio que me atraía mucho. El caso es que conocí a un chico y... me mudé hace siete años por amor».

Lo que más le llamaba la atención durante esos primeros años era la «amabilidad de la gente, siempre dispuesta a ayudar». En su caso, nunca recibió ningún comentario despectivo ni se sintió discriminada por ser rumana. «¿Qué es lo que más me gusta de esto? La cultura, la comida y las costumbres. Me encantan. También me motivaba mucho la posibilidad de aprender un nuevo idioma. Intenté hacer unos cursillos en euskera pero me resulta muy difícil. Yo quería aprenderlo también para ayudar a la niña con los deberes pero no fui capaz». Salvo este pequeño 'aprieto' «todo es bueno», cuenta como una niña con zapatos nuevos aunque de esto haya pasado casi una década.

Imagen de ambas hace ocho años, en un evento en el BEC de Bilbao

Desde que se marchó de Rumanía solo ha vuelto una vez. «Llevo 9 años sin ir porque de ahí no me atrae nada. No hecho nada de menos mi país», expone con rudeza.

A pesar del desapego con su tierra, mantiene a diario la comunicación con sus seres queridos. «Suelo hablar con mi madre casi todos los días. También vino ella tres veces de vacaciones para estar con mi hija y cuando Larisa cumplió dos años fuimos a Rumanía porque me lo pidió. Me dijo: 'mamá, me gustaría ir'. No hay problema. También le suelo hablar de mi país, las costumbres, los años en los que vivía con mis abuelos en el pueblo...», comenta esta mujer, aunque tiene claro que «este» es su sitio. «Estoy hecha aquí. Cuando volvía a Rumanía de visita me parecía todo raro, estaba agobiada. Mi madre me decía, '¡Pero esta es tu casa!' Y yo le repetía que no, que quería volver a San Sebastián».

«He sentido rechazo por la gente de mi país porque no encajo bien en su círculo. Estoy hecha aquí, a San Sebastián»

Amistades

Sus amistades también son donostiarras. «Tenía una amiga que llevaba un negocio de productos rumanos pero se fue al poco tiempo a Castro por problema con el idioma. Los amigos que tengo ahora los he ido conociendo por el trabajo: he estado limpiando en casas, trabajando en hoteles y restaurantes y nunca he sentido rechazo por parte de nadie. Sin embargo sí lo he sentido por la gente de mi país. Se ha roto todo entre ellos y yo. Para ellos soy como una extranjera porque estoy muy involucrada con San Sebastián y no encajo bien en su círculo», confiesa Cristina, que aún le cuesta entender cómo a estas alturas «una mujer enciende un cigarro por la calle en mi país y la gente se gira. A mí me pasó cuando fui de visita. ¡Me miraban por fumar un cigarrillo!», se sobresalta esta mujer, que muestra cero tolerancia ante este tipo de comportamientos, más allá del choque cultural entre países, «como que las chicas vayan a tomar un zurito. Les miran raro. Antes era un país muy machista, ahora lo es menos, y lo de salir en cuadrilla, de un bar a otro a potear... ni hablar».

Su respuesta es reveladora cuando se le pregunta si se siente donostiarra. «Tenía que haber nacido aquí», expresa, dejando claro su postura sobre la posibilidad de volver a su país. «Nunca. Si no me echan de aquí no me voy. Soy feliz donde estoy», afirma con una sonrisa..

Créditos

  • Texto Patricia Rodríguez

  • Narrativa visual Iñigo Puerta e Izania Ollo

  • Vídeo y fotografía Dani Soriazu y Félix Morquecho

  • Edición web Iñigo Galparsoro y Gorka Sánchez

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