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El pasado volcánico de Gipuzkoa

El pasado volcánico de Gipuzkoa

Volcanes submarinos ·

Las formaciones eruptivas que se crearon hace unos 100 millones de años en la cuenca vasco-cantábrica afloran hoy en los municipios de Soraluze, Eibar y Elgoibar

Domingo, 26 de septiembre 2021, 02:00

Mientras una nueva colada de lava discurría ayer por las laderas de Cumbre Vieja, la actividad volcánica en Gipuzkoa hace millones de años que cicatrizó, sin riesgo de que la Tierra vuelva a entrar en erupción. Los expertos tampoco ven probable que lleguen hasta aquí los gases del volcán de La Palma. Sin embargo, nuestro territorio tiene grabadas varias huellas eruptivas, fruto de un pasado volcánico submarino que se remonta unos 100 millones de años. De hecho, los restos de miles de erupciones que ocurrieron en el fondo del mar son visibles a día de hoy si uno recorre la carretera que sube al monte Karakate desde Soraluze, donde se aprecian sus famosas lavas almohadilladas, o el conjunto de sills que aflora en las inmediaciones de Elgoibar. El reputado geólogo francés Thierry Juteau, que ha dedicado más de 40 años a estudiar los restos de fondos oceánicos fósiles por todo el mundo, explica desde su residencia en Donostia los detalles de esta «espectacular» formación volcánica de la cuenca vasco-cantábrica, fruto de años de estudio junto con el profesor de geología Manuel Carracedo y su equipo de la UPV. Una inmersión a las profundidades marinas vascas que nos recuerda lo que ocurrió a varios kilómetros bajo nuestros pies.

Soraluze | Coladas almohadilladas

Soraluze, el monte Karakate y su iglesia de basalto

En el entorno de la localidad guipuzcoana de Soraluze aflora una de las formaciones más potentes del complejo volcánico submarino de Gipuzkoa. «Es el mejor sitio para ver las pillow lavas o almohadas, que son tubos de lava fósil muy peculiares que se aprecian muy bien a lo largo de la subida por la carretera al monte Karakate», detalla el vulcanólogo Thierry Juteau, que ha guiado decenas de excursiones geológicas por estos puntos claves de Gipuzkoa. Se trata de una «acumulación de coladas de lava hasta formar montañas enteras. Es típico de coladas submarinas». De hecho, constituyen, de lejos, la forma volcánica más abundante en volumen en los océanos, y por consecuencia, sobre la superficie de la Tierra.

Pillow lavas (coladas almohadilladas) del monte Karakate en la vertiente desde Soraluze. THIERRY JUTEAU

«El basalto adquiere estas formas cuando se enfría brutalmente por el contacto con el agua fría», señala Juteau. Y es que a esas profundidades el agua es casi helada. Cuando un volcán entra en erupción, emite lava que se encuentra a alrededor de 1.000 ºC, «hace irrupción al rojo vivo y se enfría rapidísimo. Se cubre de una capa de vidrio de unos 2 centímetros de espesor que le impide expandirse y progresa poco a poco formando tubos que se suceden los unos sobre los otros como una especie de dedos».

Este experto explica que estas coladas ocurrieron dentro de la cuenca del flysch de la costa vasca y se sincronizan en el tiempo con la apertura del Golfo de Bizkaia. Entonces el bloque Ibérico se separó de Bretaña y Europa y se abrieron unas fallas muy profundas que permitieron al magma salir pero no al aire libre, sino en el fondo de la cuenca sedimentaria del flysch. «Tenemos dataciones muy precisas de estas lavas. Podemos calcular la edad de una roca analizando las cantidades de ciertos elementos radioactivos y datan de entre 100 millones y 85 millones de años, en el Cretácico, lo que coincide perfectamente con la apertura del Golfo de Bizkaia. Mucho más tarde, con el plegamiento del Pirineo, toda la cuenca del flysch y sus lavas salieron al aire libre».

Otra de las peculiaridades de este municipio es su iglesia, «hecha de basalto, toda negra, producto de explosiones que sedimentaron en el fondo de la cuenca, al igual que muchas casas del centro histórico. Es la única iglesia que conozco en el País Vasco construida en basalto. Es que Soraluze entera está construida sobre esas lavas», detalla Juteau, a quien le siguen fascinando singularidades como esta.

Monte Karakate | Tranuitas

«Las lavas se transforman en una muy clara y viscosa»

Las rocas volcánicas visibles en los alrededores de la cima del monte Karakate al norte de la localidad guipuzcoana de Soraluze forman parte de una banda integrada esencialmente por rocas traquíticas que se extienden hasta el sur del monte Kalamua. «Ocurren cuando las lavas se transforman en una lava muy clara y viscosa (porque es más rica en sílice», explica Juteau.

Elgoibar | Sil de gabbro

Un «enorme» sill de 60 metros de espesor

El sill (masa de roca horizontal) de Elgoibar está situado en la entrada sur de localidad (Km. 58,5 de la carretera N-634), junto a un aparcamiento situado frente al cementerio de Olaso.

Juteau ofrece una explicación didáctica a este tipo de formaciones que tienen mucho que ver con el ascenso y el emplazamiento del magma bajo la superficie. Cuando este «sube de la cámara magmática, a unos 10 kilómetros de profundidad, el techo de la cámara se fractura y asciende. Si no puede continuar hasta la superficie se queda en una fractura, se solidifica, y cristaliza con cristales del basalto y forma un gabbro. Un sill es uno de esos diques cuando se inyecta entre dos capas horizontales del flysch, aunque estas están inclinadas a consecuencia del pliegue del Pirineo mucho tiempo después. Mide 60 metros de espesor, es enorme, intercalado dentro del flysch».

Eibar | Diques balsáticos

Los asombrosos diques verticales en Altzubarren

En la entrada de Eibar desde Elgoibar, en el barrio industrial de Altzubarren, aflora una secuencia volcánica submarina que comprende una alternancia de «pillow lavas, tobas estratificadas ( capas de ceniza) y brechas volcánicas, esto es, fragmentos de volcanes que se derrumban hacia abajo, lo que indica que hubo muchas explosiones». Sin embargo, los diques verticales de basalto son el elemento peculiar de este afloramiento volcánico. Según Juteau, alcanzan «más de dos metros de anchura y atraviesan las rocas. Cuando estás delante es muy bonito».

Imagen del dique vertical de lava en Eibar. THIERRY JUTEAU

Cala de Meñakoz | Lavas almohadilladas

Un «impresionante» acantilado de pillow lavas»

En la cala de Meñakoz, entre Barrika y Sopelana, se extiende un acantilado «enorme de colada de lavas almohadilladas. Es impresionante», afirma este experto. Para visitar la cala de Meñakoz hay que acceder desde la carretera BI-2122 entre las localidades de Sopelana y Barrika y tomar el desvío que lleva a la cala. Después, habrá que bajar la pista y recorrer la playa de cantos en sentido suroeste hasta el cabo. Las lavas que se encuentran en el extremo occidental de la playa de Meñakoz forman una de las coladas más representativas del vulcanismo de edad Cretácico superior de la cuenca vasco-cantábrica.

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