- ¿Qué es el G-7? ¿Una alianza, un pacto…?
- Es una estructura informal. Llevan reuniéndose décadas; esta es la 45. No es una organización internacional en el sentido formal, no tiene un tratado fundacional ni un convenio, los acuerdos y deliberaciones no tienen un cumplimiento obligatorio desde un punto de vista jurídico. Es más bien un espacio de concertación de grandes potencias económicas y ahí reside su importancia. A lo largo de las décadas ha cambiado un poco. Hubo un tiempo en que ese grupo reflejaba entre el 60 y el 65% del Productor Interior Bruto Mundial y hoy en día apenas llega a un 40%. Por eso ha adquirido mucha importancia el G-20, que también es una estructura informal. El G-7 es una reunión de los líderes políticos, a nivel de jefes de Estado, pero también de presidentes de Gobierno y de diferentes ministerios, porque los técnicos llevan trabajando varios meses. Es básicamente un órgano de consulta, de intercambio de impresiones, de concertación informal. Hace unos años era un poco más homogéneo de lo que es hoy porque han surgido diferencias dentro de la OTAN, entre Estados Unidos y Europa, entre la Unión Europea y el Reino Unido… Esta reunión pilla al G-7 con unas controversias mayores de lo que han sido en mucho tiempo, aunque en las dos últimas ya hubo bastantes diferencias.
Más sobre la cumbre del g-7
- Parece una reunión de grandes estrellas o grandes egos, con figuras como Donald Trump, Boris Johnson.
- Pues sí, aunque falta alguno porque desde 1998 hasta el 2014 estaba también presente Rusia y ya no tenemos a Putin. A Rusia le expulsaron con motivo de la crisis con Ucrania y la toma de Crimea. El G-7 es un gran espectáculo del poder y la diplomacia, con una impresionante puesta en escena. Si se reunieran y no hubiera nada extraordinario, sin esta sensación de que algo muy especial está pasando, que moviliza a miles de cuerpos de seguridad, que trastorna la vida cotidiana del entorno en el que se reúne, parecería que falta algo. Pero también vienen otros líderes a los que se ha invitado, porque el G-7 tiene sus propias preocupaciones respecto a su credibilidad y su legitimidad. Esos invitados oficiales son Australia, Chile, India y Sudáfrica. Van a estar por ejemplo el primer ministro de India, Narendra Modi, que se está convirtiendo en una figura muy relevante o el chileno Sebastián Piñera, -la participación de Pedro Sánchez se limita a una cena el domingo con jefes de Estado y Gobierno-. Además, Francia ha querido hacer una innovación y ha invitado, para reforzar la visibilidad de África, a cuatro jefes de Estado de ese continente, a los de Burkina Faso, Egipto, Senegal y Ruanda, que además de representar a sus países tienen alguna responsabilidad dentro de las organizaciones africanas.
«Los acuerdos del G-7 no son de obligado cumplimiento, es una estructura informal»
«Con la sombra de una nueva recesión, la reunión se celebra en un momento complicado»
«Las tensiones de EE UU con China y Rusia, Irán y el Brexit van a tener una presencia importante»
- ¿Esta reunión del G-7 cobra más relevancia con la sombra de una nueva recesión económica mundial?
- Es un momento especialmente complicado. La agenda que ha querido hacer el presidente Macron es muy 'buenista' porque quiere que se traten puntos como compartir la desigualdad de oportunidades, para lo que han convocado una serie de reuniones previas con ministerios de Educación, de Juventud y de Desarrollo; la cuestión medioambiental y reforzar los vínculos con África. Estos tres temas, junto al de la regulación de la economía digital, van a discutirse y posiblemente aparecerán en la declaración final, si es que la hay, pero hay otros muy serios que van a tener una presencia importantísima como el giro proteccionista y la disputa comercial entre Estados Unidos y China. Otro tema muy fuerte es el de las tensiones entre Estados Unidos y Rusia, no solo por las que se crearon con motivo de las elecciones presidenciales de EE UU, sino en relación con la cuestión estratégica. Estados Unidos anunció hace unos meses que se retira del Tratado INF, por el que se eliminaron las fuerzas nucleares intermedias. Hay más cuestiones que se van a aflorar como la división dentro de la OTAN. Con la crisis de Irán, cuando Trump decide romper el acuerdo nuclear con ese país, la Unión Europea se mantiene dentro de él, lo mismo que Rusia, y curiosamente el Reino Unido en ese aspecto se mantiene dentro de la UE. No hay que olvidar tampoco el Brexit con su dimensión económica -los ministerios de finanzas de los países del G-7 acaban de mantener una cumbre estos días previos-, y se está planteado, con las implicaciones que tendría, no solo la devaluación de la libra sino que algunos Estados, ante los incentivos que el Reino Unido quiere poner, utilicen la libra como moneda de depósito y de pago, como divisa en los pagos internacionales… Hay muchas cuestiones. Además hay que tener en cuenta el lío interno que tienen Reino Unido, Italia, Francia con sus convulsiones sociales… Europa está en un momento muy difícil.
- ¿Y el tema de las relaciones con Corea del Norte?
- Si hay un ámbito donde parece que se pueden poner de acuerdo Estados Unidos, China y Rusia es respecto a Corea del Norte. A las tres superpotencias la posibilidad de un conflicto que pudiera resultar incontrolable les preocupa. Es un tema muy serio, pero creo que como una crisis geopolítica de más riesgo, el caso más gordo ahora mismo es Irán, que también tiene un enfrentamiento con Arabia Saudí.
- ¿Una cuestión como las crisis de los migrantes -en Europa procedentes de África y en Estados Unidos de Sudamérica-, también tendrá espacio?
- Las competencias en materia migratoria son de los Estados. En el ámbito de la Unión Europea sí se han hecho muchísimas negociaciones y hay una serie de convenios -los de Dublín, que han sido tres-, que buscan facilitar la transición de lo que seria una concepción de la cuestión migratoria de cada Estado a una concepción pensada a nivel europeo mediante una coordinación y reparto de los recursos y cargas. No está en la agenda de esta cumbre. Hay otros temas que tampoco, pero se encuentran en la prioridad de algunos países, como el proteccionismo, y pueden salir en alguna conversación entre ellos. Yo no veo que los Estados europeos le hagan reproches a Trump sobre migración y la construcción del muro porque el presidente norteamericano tiene facilísimo presentarles la situación del Mediterráneo.
- Estas cumbres suelen concluir con una declaración final, pero ha comentado que hay alguna posibilidad de que en esta ocasión no se firme.
- Hay dudas. En la reunión que tuvieron en Canadá el año pasado no la hubo porque Trump no quiso firmarla, rompió el consenso. En otra anterior, en Alemania, también lo hizo. Sí esta vez decide no hacerlo también, los medios de comunicación ya tienen la gran noticia de la cumbre.
- Comenta que las conclusiones a las que llegan no son de obligado cumplimiento, ¿pero los países suelen seguir las directrices que se marcan?
- Sí. No es de obligado cumplimiento porque es una reunión totalmente informal que no está pensada para adoptar compromisos. En el mejor de los casos se firma una declaración. Puede decirse que es un elemento para ver por dónde van las relaciones. Por ejemplo, si vemos que se acentúan las diferentes entre Estados Unidos y Alemania y Francia entenderemos que la crisis dentro la OTAN está creciendo con Trump forzando a sus socios a que se comprometan más... Aunque el esquema es consensual, en los gestos, en las ruedas de prensa, en la declaración final se ve como están las relaciones entre los países, si hay tensión o las relaciones están más relajadas. Yo creo que va a ver algún elemento importante relacionado con Irán porque Francia tiene una relación estrecha con este país y el Reino Unido todavía está en la línea de la Unión Europea frente a la postura de Donald Trump. En cambio, parece que sí se está consensuando el tema de la fiscalidad de las empresas digitales y virtuales. La UE está muy firme en este tema y el Reino Unido sigue más esta línea que la de EE UU. Más que presumir que van a surgir grandes acuerdos vamos a ver cómo se escenifican esos elementos de acuerdo y sus diferencias.
«Biarritz no se ha elegido al azar. Hace décadas que tiene una tradición diplomática»
Biarritz, un pequeño municipio francés con unos 25.000 habitantes censados, aunque en verano el número aumenta significativamente, ha sido elegido para la reunión del G-7
- ¿Por qué se ha elegido Biarritz, un municipio pequeño comparando con otros cercanos como Burdeos?
- Aunque pueda parecer, no ha sido elegido al azar o por un capricho. Francia siempre hace allí sus cumbres franco-africanas desde muchos años. Por eso tiene una tradición diplomática desde hace décadas. Para esta reunión Macron y su gobierno han querido hacer un guiño a África y de ahí la razón.
- ¿Es importante para el País Vasco que se celebre aquí la reunión?
- En el momento en el que se realiza si que atrae la atención. Nunca habrá habido tantos periodistas en la zona. Sí creo que se atrae un foco sobre Biarritz. Entre Iparralde y Hegoalde se ha organizado un movimiento de contestación que ya pone la mira en la zona y eso que han tenido bastantes dificultades. Por ejemplo, después de mucha negociación han conseguido que les permitan oficialmente reunirse en Hendaia y las plataformas van a realizar algún acto pacífico de desobediencia civil. En la página web del G-7 sí se ve que el gobierno francés resalta a Biarritz e incluso en algunas de las expresiones de los documentos oficiales hablan de País Vasco, cosa que en Francia no es tan fácil que aparezca, porque ni tan siquiera es un departamento. En la promoción internacional del evento, reiteradamente juegan un poco con la carta Biarritz, después País Vasco y finalmente el departamento. Incluso hay algún elemento folklórico en el programa también relacionado con el País Vasco: por ejemplo hay una especie de recreación de la Feria de Baiona. Un elemento de esta naturaleza hay que entenderlo desde la dimensión oficial, pero también de la oposición que despierta, porque forma parte de ello. Los dispositivos oficiales están preparados para ello.
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