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La electricidad, el transporte, las telecomunicaciones y hasta el abastecimiento del agua dependen del cobre, un metal que, debido a su alta cotización en ... el mercado actual, se ha convertido en un tesoro para los ladrones. Según datos facilitados por la Ertzaintza, solo en Gipuzkoa se registran ya un centenar de robos de cable de cobre al año, una cifra que, pese a «no ser alarmante», dicen, ha ido aumentando con el paso de los años. Si en 2021 fueron 64 las sustracciones en el territorio –se incluyen robos con fuerza, violentos y hurtos de material–, la cifra se elevó hasta las 79 en 2022 y alcanzó su pico el año pasado, cuando se cuantificaron 98, un 24% más.
Por municipios, es en la er- tzain-etxea de Oria (Tolosa, Beasain, Ordizia...) donde más robos de metales se han denunciado durante el periodo 2021-24, con 68, y también donde más detenciones se han producido, nueve, si bien coincide con que es la zona de Gipuzkoa con más casos no resueltos (56). El motivo que está detrás de estos hechos es que es el entorno guipuzcoano que más fábricas y talleres alberga.
Hernani, la zona de Deba-Urola (Arrasate, Bergara, Zumarraga...) y Eibar son las otras tres comisarías con más demandas de hurtos o robos (54, 50 y 37, respectivamente) y, en consecuencia, también las que más detenidos y casos sin resolver suman. En contraposición, la Ertzaintza asegura que de los 265 casos que se han abierto durante estos más de tres años, 79 sí que han sido resueltos.
No es fácil ser consciente de la relevancia que tiene este metal en la sociedad. Sin embargo, su cotización diaria en la Bolsa de Londres despierta el interés en los sectores más variados, desde los grandes financieros ávidos de negocio rápido y los constructores chinos, que necesitan del cobre para sus edificaciones, hasta el pequeño delincuente de los arrabales de la ciudad que verá incrementadas sus ganancias sustancialmente si esos londinenses deciden que su cotización se eleve.
Y es que el cobre se ha convertido en un semáforo de la economía tanto legal como ilegal del mundo. En Euskadi, entre 2021 y marzo de 2024 se han cuantificado 1.247 hurtos o robos de este material, si bien desde la Policía Vasca, el oficial de la Jefatura Territorial de Gipuzkoa, Diego Tadeo, le quita relevancia significativa frente a otros delitos más peligrosos o a las sustracciones que se producen en comercios, bares o supermercados.
«En el período analizado no llegamos a un delito por día en el conjunto del País Vasco», destaca el agente, quien añade que en algunos casos la repercusión aumenta exponencialmente, como ocurrió en el campo de fútbol del Sporting de Herrera en Donostia, al que dejaron sin luz la noche del pasado 29 de marzo. No era la primera vez. Pero los casos más recurrentes de robos, explica Tadeo, se producen en fábricas, pabellones, obras o almacenes. De enero a marzo de este año, la Ertzaintza ha anotado 66 sustracciones, de las cuales 24 se han producido en Gipuzkoa. De continuar con la misma tendencia, a final de este 2024 se volverían a alcanzar las cien.
El año con mayor incidencia fue 2022 con 588 delitos, lo cual suele guardar relación con el precio del mercado del cobre, que ha venido oscilando últimamente entre los 6 y los 10 euros el kilo frente a los 0,15 euros que se paga, por ejemplo, por el kilo de chatarra de hierro.
Pero, ¿por qué se roba tanto cobre? Los expertos hacen hincapié en tres razones: la facilidad, la rentabilidad y el bajo riesgo penal. En efecto, robar cobre resulta sencillo. Si tenemos en cuenta que solo en ferrocarril hablamos en el Estado de 15.000 kilómetros –a lo que habría que añadir telefonía, instalaciones eléctricas y todo tipo de comunicaciones–, es fácil constatar que vigilar estas extensiones es casi imposible. Además, los delincuentes tienden a buscar zonas apartadas y rurales para evitar complicaciones.
La rentabilidad también es importante, porque el precio fijado para el kilogramo de cobre es mucho más alto que para otros metales. Y, por último, está el hecho de que apenas hay penas de cárcel. «Hay muchas más imputaciones que detenciones (133 frente a 26), y eso que estamos atajando algo más de un tercio de los casos» sostiene el ertzaina.
Otro elemento decisivo es la diferencia entre oferta y demanda. El cobre se obtiene básicamente de tres vías: el extraído en las minas de Sevilla y Huelva, el procedente del reciclaje y el ilegal. Un tercio del consumo mundial lo realiza China con su febril construcción de ciudades, que exigen el cobre como elemento comunicativo central.
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En ese sentido, Tadeo asegura que hay distintos tipos de delincuentes que operen en este ámbito, desde los pequeños traficantes, que venden a las chatarrerías próximas –por orden del Gobierno Vasco están obligadas a comunicar estas compras en un plazo de 24 horas, detallando su origen y vendedores– hasta bandas más organizadas que últimamente se vienen haciendo con el mercado para vender después principalmente en otras empresas del sector.
Según este policía, a la gran parte de los primeros, que cambian matrículas de furgonetas para sus delitos, «los tenemos bajo control, sabemos quiénes son porque generalmente se trata de multirreincidentes». El problema para ellos es que entren delincuentes más sofisticados y peligrosos. Uno de los sistemas que ha ganado espacio en el ámbito estatal es el hurto del cobre procedente del reciclaje mediante el asalto a camiones, lo que produce una cantidad muy elevada de material y una ganancia relevante a los sustractores.
Este robo casi diario de metales ha encontrado un nuevo foco de expansión en los portales particulares. Hurtos de cobre, latón, plomo, aluminio y otros elementos que adornan nuestras puertas y portales se están convirtiendo en objeto de atracción para estos delincuentes, aunque, según el último informe elaborado por la Ertzaintza, tiene mayor trascendencia en Bizkaia que en Gipuzkoa. Recomiendan, no obstante, no poner como ornamentos piezas de alto valor que tentarán a posibles ladrones y garantizar lo máximo posible la seguridad de los portales.
El robo masivo de cobre en la infraestructura ferroviaria de Rodalies (cercanías de Cataluña) el pasado domingo ha supuesto uno de los sucesos más dañinos de los últimos tiempos al dejar sin servicio a miles de personas el mismo día de las elecciones catalanas y también el lunes de incorporación. De hecho, hubo algunos partidos políticos que llegaron incluso a pedir un alargamiento significativo de la jornada electoral, lo que hubiera supuesto cambiar reglas que llevan vigente decenas de años. Según fuentes de Rodalies, el año pasado se contabilizaron en su red de cercanías una media de uno cada dos días. Mientras tanto, el servicio trata de recuperar la normalidad, si bien ha anunciado que tardará tras los graves daños por el robo de cobre.
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