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No hay consuelo para los componentes de la ganadería Marqués de Saka de Deba. Se ven obligados a despedirse de su otra familia. Un adiós agónico, por fascículos. De treinta en treinta se llevan estos días sus cabezas de ganado. Deben ser sacrificadas. ¡Todas! Las ... 160 que les quedaban. Hace un año, cuando brotó la tuberculosis, llegaron a sumar 240. Las últimas viajan hoy hasta el nunca jamás. San se acabó. Fin a la primera ganadería vasca dedicada a festejos populares. El pésame se extiende más allá de Gipuzkoa. Incluso fuera de Euskadi. En Tarragona, Castellón, Valencia, Rioja, Soria, Navarra Zaragoza y Teruel lamentaban ayer la desgracia de la desaparición de una raza brava con un prestigio acreditado durante décadas.
La enfermedad apareció el año pasado y la ganadería guipuzcoana ha destinado todos sus esfuerzos a controlarla. Pero la ley que fija la Unión Europea es tajante. La incidencia dentro de la explotación debe ser menor al 1%. De lo contrario, se aplica la drástica medida de eliminar todos los ejemplares.
Jokin Rodríguez
Responsable de Marqués de Saka
No hay reproche desde la parte afectada. Solo duelo, dolor y una amarga pena que emana de la esperanza a la que se ha agarrado en los últimos meses. Explica Jokin Rodríguez, uno de los responsables de Marqués de Saka, que «hemos intentado plantear alternativas y sabemos que en otros lugares de Aragón y Valencia han podido salvar algunos animales jóvenes con el fin de preservar la raza. No ha habido esa posibilidad en nuestro caso, la Diputación tenía clara la aplicación de la norma. Lo más trágico es perder una genética muy trabajada a lo largo de los años y orientada al mejor resultado en los festejos».
La ganadería ha pasado todos los controles referentes a las condiciones de trabajo, pero no ha podido evitar que la tuberculosis se haya propagado más allá de lo que marca la ley. Solo unas pocas cabezas de ganado han dado positivo, pero la legislación es rígida. Todas a sacrificar. También las más jóvenes, en las que habían depositado sus desesperadas ilusiones en la explotación guipuzcoana.
No ha podido ser y el castillo se derrumba de golpe. Deja un solar donde había una fuente permanente de espectáculo, tal y como constantan numerosas organizaciones de festejos taurinos. Más de cien eventos han llegado a cubrir las vacas y toros de la ganadería debarra. De lo más demandados en capeas o concursos de recortadores, eran habituales desde hace décadas en plazas navarras de solera, en el Pilón de Falces, en Leitza o en Lesaka, entre otras localidades. Cien años habían cumplido acudiendo a los carnavales de Tolosa. Eran fijos asimismo en las fiestas de la Blanca de Vitoria.
Por ahí se desangra hoy la familia de Marqués de Saka. «Claro que en el plano económico esto nos supone un desastre absoluto, pero no vamos a entrar ahora en cifras. La mayor pérdida es la de un determinado genotipo trabajado de una forma muy concienzuda, a través de muchos años de mejoras, con un resultado muy prefijado en cuanto a comportamiento. Eso no se puede reemplazar comprando donde sea cuatro vacas y toros», incide Jokin Rodríguez. Añade que «el principal mensaje que queremos trasladar hoy es de gratitud hacia todos esos pueblos que han confiado año tras año en nosotros. Lo que más nos duele es tener que detener de forma abrupta esa estrecha relación que habías establecido en tantos y tantos sitios»
El actual propietario, Asier Arrizabalaga, y su equipo de trabajo habían heredado la ganadería en 1998 y desde entonces daban continuidad a una labor que venía de lejos. De hecho, Marqués de Saka es la ganadería más antigua de Euskadi. Existía ya en 1897.
A amigos y clientes dedicaba ayer un comunicado en sus redes sociales. «Es duro y cruel este final, muchos no lo entendemos, pero es la realidad que vivimos y a estos golpes solo podemos hacerles frente con la mejor de las actitudes. Ahora es momento de cerrar una etapa, de afrontar con coraje la situación, de tragar y llorar para coger fuerzas y volver a levantar cabeza lo antes posible. Aunque el dolor nos nubla por momentos, no conseguirá apagarnos, tenemos que honrar la memoria de nuestro tesoro, de un trabajo centenario que otros comenzaron, que el aficionado de tantas épocas vivió, que tantos ganaderos ansiaron, que el carácter de un pueblo transformó, y que la historia y el arraigo a esta actividad un día quiso darles el protagonismo absoluto».
No han trascendido más casos de tuberculosis en reses de Gipuzkoa. Se detectó algún caso en una explotación de Mutriku, donde trabaja el hermano del propietario de Deba, por lo que «se considerba que eran de la misma explotación», explica Rodríguez, respetuoso con lo que pueda acontecer en otras latitudes.
España se plantea la erradicación de la tuberculosis para el año 2030, considerando como tal el lograr una tasa de incidencia de establecimientos confirmados como infectados por el complejo M. tuberculosis no superior al 0,1% en ese año. Actualmente la prevalencia de tuberculosis en el Estado es baja, del 1,40%, pero se ha cebado con todo un referente como Marqués de Saka.
Los responsables de Marqués de Saka han tenido tiempo para darle vueltas a la reconstrucción de su futuro. La incertidumbre tapa por completo el horizonte. Jokin Rodríguez expresa que «tenemos instalaciones y equipo pero, sobre todo, amamos este tipo de raza. Pero no sabemos lo que nos deparará el futuro». Tienen algunas reses vendidas y barajan empezar por recuperarlas. También han extraído los óvulos de cuatro vacas y el esperma de un toro antes de que sean sacrificados. Pero tampoco tienen la garantía de que de ese cruce salga el prototipo genético deseado. En el mejor de los casos, esos primeros ejemplares podrían empezar a reproducirse en tres o cuatro años. Se tardarían décadas en recuperar una ganadería con su seña de identidad propia. No obstante, no se piensan quedar con los brazos cruzados. En el comunicado emitido ayer, lo constataban. «Cómo afrontar el día de mañana sin ellos (las reses), cómo imaginar que lo singular y propio no volverá y que nunca más será lo mismo. Las respuestas nos las dará el futuro, ahora mismo no las tenemos. En nuestra casa rendirse no es una opción, nunca lo ha sido y nunca lo será. Si algo hemos aprendido de nuestros animales es que con bravura se pelea sin miedo al resultado, que caer solo es el paso anterior para levantarse y que rendirse es sinónimo de desaparecer».
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