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June cumplió ayer tres meses. Nació en Kiev el 29 de mayo, pero antes de salir de Ucrania ya tenía el pasaporte español. Esta niña rubia y de ojos oscuros es uno de los últimos bebés que después de venir al mundo mediante gestación subrogada -conocido también como 'vientre de alquiler'- en un país extranjero obtuvo la misma nacionalidad de sus padres antes de volver a Basauri, su casa. Itziar, su madre, se pone en el lugar de las decenas de familias atrapadas ahora en Ucrania porque se ven afectadas «por la modificación que impide registrar a los bebés como españoles». La Embajada de España en Kiev, sin embargo, desaconseja esta práctica al haber sido informada en los últimos meses «de posibles casos de mala praxis médica asociada a los procesos de reproducción asistida, así como de casos de posible tráfico de menores».
Estos días en los que las noticias que llegan del este de Europa no son esperanzadoras para las parejas que no pueden concebir hijos, la historia de June se convierte en una excepción. Itziar se siente afortunada de «haber hecho el papeleo a tiempo y evitar la odisea que viven en la actualidad otras parejas que no saben nada y están en el limbo». En realidad el suyo es solo un ejemplo de los cientos de familias que deciden cumplir su sueño de ser padres en Ucrania mediante la gestación subrogada.
Esta práctica, alegal en España, empuja cada año a más de quinientas personas, según las estimaciones de 'Son Nuestros Hijos', la principal entidad en España y en Europa que reúne a familias creadas por gestación subrogada, a desplazarse a otros países como Estados Unidos, Ucrania y Georgia para ver su sueño de ser padres hacerse realidad. «Nos enteramos tarde de que se podía hacer esta técnica de reproducción asistida en Ucrania pero enseguida nos informamos y empezamos con el proceso. Se hace largo y tuvimos que retrasarlo cuatro meses más porque la gestante que elegimos estaba casada y una de las condiciones era que no lo estuviera. Tatiana, como se llama, tuvo que separarse para poder ayudarnos. Cuando consiguió los papeles, acudió a la clínica donde le fecundaron con nuestro embrión con el esperma de mi marido y mis óvulos», cuenta Itziar.
Que esta pareja eligiera Ucrania no es fruto de la casualidad. Allí, la situación legal en materia de gestación subrogada dista mucha de la que hay en el Estado. Según el Código de la Familia ucraniano, los cónyuges que conciben a un niño por medio de gestación subrogada, aportando ambos la carga genética del bebé, están reconocidos como los padres legales. La madre renuncia la patria potestad del bebé y así padres, como Itziar y José, pueden después de registrar al recién nacido en cualquier consulado español y obtener allí mismo el pasaporte que les permita volver a casa. Ahora, la situación ha cambiado y las familias se ven forzadas a quedarse más tiempo en Ucrania. Y no es sencillo ni psicológicamente ni económicamente.
Itziar recuerda que la espera del papeleo «se hizo larga». Esta pareja que no podía tener hijos por sus propios medios recibió la documentación unos días antes y no tuvieron ningún problema. Pero se ponen en el lugar de las parejas que están allí y «es duro porque la espera se hace eterna. Se juntan muchas emociones y tú solo piensas en que llegue la valija diplomática, que suele tardar unos quince días, para poder ir a casa con el bebé y presentárselo a la familia», relata Itziar.
En Ucrania, las familias no están solas. Les apoyan las clínicas que se encargan del embarazo y diferentes asociaciones. Además, como en el caso de Tatiana, la mayoría de los desplazados mantiene un vínculo con la madre gestante. «Tatiana es mi familia ucraniana», se enorgullece esta mujer de 42 años. Tatiana es la que durante nueve meses llevó en su útero a June. «Hicimos entrevistas con las dos candidatas y desde el primer momento tuvimos un filin con Tatiana», detalla Itziar al recordar el día que se conocieron.
Era mayo de 2017. La pareja viajó a la capital ucraniana para conocer a la gestante y firmar un contrato. «El Consulado nos avisó que había cambiado la legislación y que Tatiana tenía que divorciarse de su marido», explica Itziar. Congelaron el embrión hasta septiembre y cuando los papeles estuvieron en regla, le inseminaron. «Tatiana ha llevado una vida sana, se ha cuidado durante todo el embarazo y no ha habido ninguna complicación. En febrero, pasamos una semana con ellos porque son nuestra familia ucraniana». Itziar solo tiene buenas palabras hacia ellos. Tal es la relación que forjaron que «entré a cortar el cordón umbilical y me la pusieron encima para hacer el piel con piel. En realidad, de Tatiana genéticamente no es nada». Esta mujer de Basauri lamenta tener que irse a otro país así como carecer de una legislación «que no se adapte a nuestros tiempos».
Hasta ahora se demostraba la filiación del padre con el bebé mediante «una prueba de ADN que realizaba un funcionario en la Embajada en Kiev. Pero con «la entrada en vigor de la Ley de Protección de datos todo cambió», explica Marcos Jornet, abogado y presidente de la citada asociación. El cambio, según transmitieron a las familias, se debía a que la nueva ley les impedía a los funcionarios del Consulado a estar presentes en la extracción de muestras para un análisis de ADN que venían gestionando, hasta el 5 de julio, en laboratorios españoles. Esa prueba solo la puede ordenarla un juez, les aseguraron. Jornet discrepa. «El argumento no es válido. Un juez puede ordenar la prueba en caso en que no haya consentimiento de quienes sustentan la patria potestad. Es decir, si un padre se niega a que le hagan la prueba, el juez podrá ordenarlo. Pero voluntariamente una persona puede someterse. Eso es lo que se ha estado haciendo en cumplimiento de la propia ley española de Reproducción Asistida y es lo que dice el Supremo», recuerda Jornet.
Ante las reclamaciones realizadas por las familias atrapadas en Kiev sobre la inscripción de menores nacidos a través de un proceso de gestación por subrogación, el Ministerio de Asuntos Exteriores no tardó en responder. A última hora de la tarde ayer envió un comunicado en el que detallaba que «la reciente modificación del Reglamento de la Ley Orgánica de Protección de Datos no es la causa de ninguna paralización y que el tratamiento de este tipo de expedientes requiere de un especial cuidado por parte de la Sección Consular de la Embajada de España en Kiev al haber sido informada en los últimos meses de posibles casos de mala praxis médica asociada a los procesos de reproducción asistida, así como de casos de posible tráfico de menores». Además, en el citado escrito dejaron constancia de que se atenderá de manera individualizada a las familias para informarles sobre la legislación vigente, las alternativas legales y ayudarles a buscar la mejor solución posible. Sobre el desarrollo de los expedientes, aclararon que cada caso exige el análisis de toda la documentación presentada y advirtieron que deben tener «especial cuidado». Por último, recordaron que tienen «la obligación de preservar y proteger los derechos de las mujeres gestantes (o madres biológicas) involucradas en este proceso, independientemente de su nacionalidad, así como de proteger el interés superior del menor nacido».
Sea como fuere, los niños de españoles nacidos en Ucrania por la gestación subrogada, por ahora, solo pueden volver con pasaporte ucraniano. Vienen como extranjeros, con pasaporte ucraniano. Esos retrasos burocráticos, si se extienden más de tres meses, dificultan que los padres puedan solicitar los permisos de paternidad y las ayudas económicas.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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