Urgente Nueve kilómetros de retención por un accidente en la N-I en Tolosa, sentido Donostia
El público fue el jugador número 12 durante todos los minutos del partido de ayer. F. DE LA HERA

La pócima fue intensidad y presión

La velocidad con la que se jugaron los minutos finales de la primera mitad fue endiablada, con Becker y Kubo desatados en busca del gol

Lunes, 11 de noviembre 2024, 01:00

Decidí ver el partido con un amigo que estuvo en Pilsen. Parte por estar bien acompañado –dispone de palco hospitality– y parte por verlo desde lo más random posible. Vaya presión, me decía el ego, lo más cercano a lo simultáneo que he hecho nunca. ... Con el móvil y el notas abierto... se puede con todo.

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Mi razón sin embargo abogaba por lo heroico que supone a día de hoy rivalizar con uno de los equipos con más ritmo de la liga. Entre tanto, ver a los onces a pares sugería ciertas tablas en algunos puestos; no tanto en otros. Y es que el nivel que están mostrando algunos predecía que nos íbamos a divertir un rato.

Ya solo mirar a la medular de ambos ensombrecía la falta de un Lamine que más de un donostiarra no iba a echar de menos. Esa mezcla entre el ritmo machacón de Barricada y el hard rock de riffs de ACDC nos metía de lleno en un inicio de partido con un xirimiri que caía cual manto sobre el verde del Reale Arena. Que no se me olvide el respetuosísimo minuto de silencio por algo que probablemente no debió de pasar nunca.

Muy acertados los cuatro cambios que auguraban guerra hasta el final para mantener presión

La afición estuvo a 'full' y los dos equipos con ganas de meter una marcha tras otra, y si fuera posible el DRS de un Fórmula 1 para coger máxima velocidad. Me encanta. Sobre todo porque veía a la Real con la línea muy pero que muy adelantada. Aviso para navegantes: estoy viendo a los dos equipos entrenando,– lo que se ha podido claro– destacando las vigilancias y meterse en la carrera de adversario en conducción para que no se convierta en un correcalles.

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Rock and roll

Primer gol anulado a los culés en un estropicio por dentro, primero porque dejar a De Jong recibir entre líneas suena a peligroso y segundo por dar una segunda opción a Lewandowski. Curioso ver a Koundé apretando de inicio a Aihen, algo que debió de aprovechar Becker.

Dos tímidas llegadas de los txuri-urdin que mantenían la pólvora mojada. El plan del Barcelona estaba claro, rock and roll a todo trapo con la formación habitual, bajo, guitarra y batería. Te someto todo lo que pueda y lo poco que ataques; con esa línea adelantada, salgo a la contra. Dos acciones a destacar a mitad de camino de la primera parte, falta al borde de área de Brais, sin consecuencias, e internada de Take Kubo con tiro –que le sale demasiado al centro– y parada de Iñaki Peña.

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Acto seguido a Sucic se le ocurrió hacer de Merino, peinando un balón que Becker con izquierda hace que bese la red. Esto sí que metía a la Real en el partido para dar sentido a lo que hacía: el jugador lo necesita; y más cuando te cuesta hacer gol. La velocidad a la que se jugaron los 10 últimos minutos de la primera parte fueron para enmarcar. Becker y Kubo, desatado, relanzaban a los donostiarras por delante.

La ocasión de Oyarzabal

La segunda empezó de vértigo. Pasó del rock al heavy metal con doble bombo. Otra acción de peligro fue una conexión entre Kubo y Becker que intenta ponérsela por encima y la entrega a las manos de Peña. La idea de meter balones a la espalda de la defensa blaugrana generó mucho peligro, sobre todo tras robo en tres cuarto y llegó el pedazo de ocasión de Oyarzabal.

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Los cuatro cambios de Imanol auguraban guerra hasta el final. Mucho desgaste en algunos jugadores. Y para mí muy acertado para mantener la intensidad y la presión y para seguir corriendo hacia portería rival. Y lo hicieron hasta el final. Imperiales ayer todos ante el equipo más en forma de Europa. ¡Zorionak para todos!

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