SOS eléctrico

Sin embargo, Euskadi se siente perjudicada porque desde la Administración central se frena la posibilidad de incrementar la capacidad de la red eléctrica en Euskadi y, como consecuencia, topa el crecimiento de su productividad. Por este motivo, el lehendakari Pradales reclama ya sin paños calientes, y mirando hacia Moncloa, que la falta de potencia eléctrica está poniendo en peligro los planes de descarbonización y electrificación de la industria. Ese obstáculo energético, además de reducir el crecimiento de nuevos proyectos industriales y tecnológicos, limita la competitividad con relación a otros mercados que tienen mejores condiciones.

La reivindicación de Pradales está soportada en datos elocuentes que deberían obligar al Gobierno central a tomar medidas para evitar que el efecto bloqueo del desarrollo industrial pueda anclarse en nuestro territorio con los indeseados efectos negativos que esa situación conllevaría. Según datos de i-DE, distribuidora de Iberdrola, la demanda eléctrica de la industria vasca se ha multiplicado por ocho en los últimos tres años, pero la mitad de las solicitudes de conexión a la red han sido rechazadas por falta de capacidad.

Ante el preocupante movimiento arancelista que Trump quiere imponer en su particular geopolítica para intentar desestabilizar la economía mundial resulta más necesario que nunca que las medidas energéticas sean activadas de manera cohesionada entre las diferentes administraciones de los Gobiernos central y vasco. Resulta también razonable que un asunto tan estratégico para el desarrollo industrial vasco, como es que haya límites a la capacidad de la red eléctrica en Euskadi, ponga al lehendakari en una posición de sonora reclamación ante el presidente Sánchez. La economía vasca no se puede desenchufar del crecimiento.