Fotografía histórica en la que se puede ver a un joven Juan Carlos de Borbón saltando un obstáculo a lomos de un caballo en Loiola. kutxateka

Allí donde el Rey aprendió a montar

75 años de historia ·

Las instalaciones de la Hípica de Loiola se inauguraron en 1944 y en su época dorada fueron centro de reunión de la aristocracia

Miguel Villameriel

San Sebastián

Viernes, 27 de noviembre 2020, 06:37

En los últimos años, la Hípica de Loiola era una sombra de lo que fue en sus primeras décadas de vida, allá por los años 40 y 50, pero ni siquiera ese lento pero constante declinar puede ensombrecer unos años dorados en los ... que cientos de donostiarras llenaban sus gradas para presenciar sus afamados concursos internacionales de salto. No era extraño encontrar entre el público a aristócratas aficionados a la hípica que apuraban los últimos coletazos de la 'Belle époque' donostiarra, y un repaso al archivo histórico de la Hípica permite encontrar curiosidades como que fue sobre las pistas de Loiola donde un joven Juan Carlos de Borbón, que años después se convertiría en Rey, dio sus primeras clases de equitación en los veranos que pasó en San Sebastián durante el franquismo.

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La Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y su hijo Cayetano -jinete que llegó a participar en concursos de salto en la Hípica de Loiola hace no tantos años- son otros de los aristócratas que daban lustre a los veranos de Loiola cuando pasaban sus vacaciones en la finca donostiarra de Arbaizenea.

La historia de la Hípica de Loiola comenzó en 1944, hace más de 75 años, aunque la historia de la Real Sociedad Hípica de San Sebastián que la impulsó es todavía más dilatada, ya que se fundó en 1916 como club deportivo y social para el fomento de la equitación en Donostia. Recibió el título de 'real' porque se creó bajo los auspicios del rey Alfonso XIII, lo que demuestra que su relación con la nobleza le viene desde sus orígenes.

La Real Sociedad Hípica tuvo sus primeras sedes en el hipódromo de Lasarte y en la playa de Ondarreta, pero en los años 40 el general Pimentel -la Hípica siempre ha tenido una estrecha vinculación con el Ejército-, buscó una sede fija para el club y se decantó por los actuales terrenos de Loiola, pertenecientes hasta entonces a los caseríos Kapuene y Kapuene Berri. La inauguración de las instalaciones de la Hípica se produjo el 4 de agosto de 1944.

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Varias personas siguen el tradicional concurso de saltos que se celebra en julio en la Hípica de Loiola, en la pista de hierba superior

El club iba mucho más allá de unas cuadras y la pista de tierra de rigor, ya que incluía también un chalet social, una pista de hierba de 40x80 metros con gradas para acoger a cientos de personas, un picadero, tres pistas de tenis, piscinas... En 1980 se construyó también un picadero más pequeño.

Además de cumplir con una función didáctica para miles de donostiarras que se iniciaron en la equitación en Loiola, las instalaciones vivieron su época de oro hasta la década de los 80, con la celebración de diversos concursos hípicos que reunían a los mejores jinetes y amazonas del mundo. La joya de la corona era el Concurso Internacional de Saltos de San Sebastián, que se celebraba tradicionalmente a principios de julio y que solía ser emitido en directo por Televisión Española. La peste equina que surgió a finales de los años 80 coincidió con el declive de los concursos de la Hípica, que perdieron gran parte de su repercusión internacional y pasaron a ser mayormente de carácter nacional.

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Vínculo con la vida social

Más allá de la faceta deportiva, las instalaciones de la Hípica han tenido gran importancia en la vida social de la ciudad, ya que el conocido como 'chalet social', junto a la pista de hierba, fue un tradicional centro de encuentro para donostiarras. No son pocas las bodas, fiestas de cumpleaños o cotillones que han acabado allí a altas horas de la madrugada. De hecho, en la actualidad existe una oferta hostelera que trata de revitalizar el lugar, que sufrió un incendio en 1999 y desde entonces no ha conseguido recuperar su antiguo esplendor.

La zona de la pista de hierba y el chalet están separadas -y a una altura superior- de las cuadras y los picaderos, así que podrían salvarse cuando se trasladen los cuarteles de Loiola.

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