-Después de tantos años, ha sido posible un acuerdo para enajenar los terrenos de los cuarteles de Loiola. ¿Contento?
-Bastante. No voy a negarlo.
-¿Cuando se planteó la reivindicación como parte de la agenda donostiarra que trasladaba a Madrid, pensó en este desenlace?
-Soy consiente de que esto es una cuestión compleja. Pero también es verdad que tras la última intervención que tuvo la secretaria de Estado en el Senado me llevé una decepción. Había unas condiciones imposibles de cumplir. Que acepten esta propuesta abre otro horizonte totalmente distinto. Hay un compromiso de enajenación y ya no estará vinculado a que tengamos que buscarles el sitio, ni a que les guste. Ya es una compraventa normal. Es mucho más fácil de abordar. El salto es grande.
-Al parecer la negociación con la ministra de Defensa se prolongó hasta altas horas de la noche. ¿Cuándo recibió la noticia?
-Yo estaba al tanto ayer (por el lunes) a la noche. Aitor (Esteban), evidentemente, me planteaba fórmulas. Me llamaba y me decía: '¿oye, y esto qué? Yo le iba respondiendo. Luego me envió un mensaje con la fórmula que se aceptaba. Vamos, estaba al corriente.
-¿De madrugada entonces...?
-No sé a qué hora, pero de noche.
-¿Por qué ahora sí es posible alcanzar el acuerdo?
-No lo sé. Ahí hay un cambio en la posición que ha mantenido el Ministerio de Defensa. Nosotros, como Ayuntamiento, cuando hemos hablado con el Ministerio siempre hemos reconocido que, efectivamente, estábamos hablando con un propietario de una parcela y que además lo es por adquisición. No estamos pidiendo una cesión gratuita, sino diciendo que ese terreno interesa a la ciudad y que queremos adquirirlo. A eso la condición que siempre se nos ponía era de cumplimiento imposible.
-¿Por qué ocurría eso?
-Se establecía una obligación que incluía la necesidad de buscar una parcela de su gusto y llegábamos a un callejón sin salida. A todas me decían que no y no tenía más parcelas que ofrecer. Y las condiciones que me ponían eran de tal envergadura y de tal coste que era inviable. Ahora se refiere a que el precio que se establezca será el que se derive de los aprovechamientos que efectivamente esa parcela proporcionen. El marco es radicalmente distinto y viable.
-¿Cuáles cree que son las consideraciones que ha tenido el Ministerio de Defensa para llegar a esa conclusión?
-Las desconozco, pero está haciendo un ejercicio de realidad que agradezco. Y me hace intuir que hay una voluntad que hasta ahora se había puesto en duda.
-Se establecerá una venta, pero ¿a qué precio? ¿Puede ser de 100 millones de euros, como se ha apuntado en alguna ocasión?
-Para eso todavía hay que sentarse y mirar. Estamos hablando de una enajenación en base a un convenio urbanístico que determinará los aprovechamientos que se puedan obtener de la parcela.
-¿Cuáles son, a su juicio, esos aprovechamientos?
-Eso es lo que ahora hay que mirar con mucho detalle porque ahí hay varios condicionantes. Primero, las actuaciones sobre el Urumea que también afectan al cuartel. De ahí se puede tener una merma de terrenos que habrá que cuantificar. Después hay que cumplir el porcentaje de VPO. Habrá que ver cuál es el baremo que fijamos, y yo pondré el máximo que pueda. Sin olvidar la edificabilidad que se da a la parcela.
-¿Qué tiene pensado para esas 20 hectáreas de terreno? ¿Edificar 1.600 viviendas ?
-Estamos hablando de una operación de mucha envergadura. Será la última zona llana de esas características que quede en Donostia, con lo cual el desarrollo de vivienda que se pueda hacer será de una envergadura considerable y tendrá que tener un uso principalmente residencial.
-¿Qué supone este logro para el gobierno de coalición PNV-PSE?
-La evolución natural del desarrollo de la ciudad. Hemos pasado de tener el principal acuartelamiento en Urgull y la mayoría de las casas de la calle 31 de Agosto con finalidades militares a, poco a poco, desplazarse la actividad militar hacia el extrarradio. Ahora Donostia, con 188.000 habitantes, ha crecido y ha decidido que quiere dejar de dar la espalda al río. Entonces, no tiene ningún sentido que esta infraestructura permanezca enclavada ahí. Ahora que se está haciendo Txomin Enea todavía queda mucho más de manifiesto que es como un islote, que no tiene ningún sentido desde el punto de vista urbanístico. Y supongo que desde el punto de vista de ellos tampoco. La verdad es que la ciudad se ha comido los terrenos, esa es la realidad.
-¿Y políticamente?
-Representa por una parte una constatación: que estos procesos siempre son largos y que insistir es importante. Y que es una apuesta de ciudad. No es una apuesta ni del PNV ni mía. Es una alegría poder dar un paso adelante en ese sentido y que al frente de la Alcaldía esté yo, no lo voy a negar, pero no pierdo la perspectiva de que estas apuestas de ciudad son de largo alcance y son participadas.
-No fue posible con el PP en el Gobierno central y sí con el PSOE. ¿Qué lectura hace?
-Serán múltiples factores, pero que uno sea determinante para que unos Presupuestos prosperen ayuda. Y para que eso pueda ser así tiene que haber un trabajo previo, posicionamiento y evolución. Y eso también se ha producido.
-¿Cuándo será el desalojo? ¿Agotará el plazo de final de 2021?
-No lo sé, solo sé que tenemos trabajo por delante y que nos vamos a emplear a fondo. No me atrevo a aventurar cuándo sucederá, lo que vamos a hacer es trabajar con toda intensidad del mundo para que esto sea lo antes posible.