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Una hora de reunión en un clima de total entendimiento. El lehendakari Imanol Pradales se entrevistó este miércoles con el nuevo presidente del EBB, Aitor ... Esteban, en Vitoria. El tono muy cordial de la visita tuvo como trasfondo una atmósfera de absoluta sintonía. Química personal y política. Ambos escenificaron la actualización de la bicefalia entre la Lehendakaritza y el EBB, que es un mecanismo clásico en el liderazgo del nacionalismo institucional y que históricamente no ha estado exento de aristas y tensiones.
Que Pradales sintoniza de lleno con el discurso de Esteban es algo obvio. Bastaba observar al lehendakari en la última Asamblea jeltzale de San Sebastián, con un mensaje muy orientado a la necesidad de que el PNVsaliera unido y fortalecido de la cita donostiarra. A Pradales le gusta la música y la letra del Atano III: un nacionalismo centrado en 'hacer nación' día a día, sin generar falsas expectativas y con un rumbo basado en la consecución de avances en el autogobierno. La suerte de Pradales es la suerte de Esteban. Y viceversa. Y esa realidad es la mejor argamasa. El interés común.
El EBB facilitó al término del encuentro una nota para explicar el alcance de la imagen de Esteban en Ajuria Enea a los tres días de haber sido elegido por la IX Asambles General del PNV en Donostia. No se trataba solo de un encuentro protocolario. Pradales y Esteban se conocen hace tiempo y han mantenido una estrecha relación política y personal en sus respectivas responsabilidades.
Entre otras cuestiones de actualidad, el lehendakari y el presidente del EBB abordaron la situación del autogobierno, el calendario pendiente para la culminación del Estatuto de Gernika y el estado actual del proceso de transferencias. Las dos partes no dieron más explicaciones pero reconocieron que, obviamente, el debate sobre la búsqueda de un nuevo estatus ha estado sobre la mesa. Es una cuestión delicada en la que PNV, PSE y EH Bildu realizan desde hace meses un trabajo previo de 'cocina' discreto. El ya expresidente del EBB, Andoni Ortuzar, dejó ya definido un 'perímetro' en el acuerdo, que podría girar en torno al reconocimiento de Euskadi como una realidad nacional diferenciada. Es una cuestión que forma parte de los pactos de investidura entre el PNV y Pedro Sánchez. El derecho a decidir, sin embargo, es una fuente de desacuerdo con el PSE.
Pradales y Esteban exploraron la viabilidad de una reforma estatutaria que los jeltales quieren aprovechar para modernizar el autogobierno y blindar las competencias a través de una reforma del Estatuto de Gernika que debe ser viable con el marco constitucional. Ambos, según el comunicado de la ejecutiva jeltzale, «han compartido el diagnóstico sobre los principoles retos a los que se enfrenta el país hoy y se han comprometido a trabajar de forma estrecha para abordarlos».
Según la nota difundida tras el encuentro, «el bienestar social, la competitividad industrial, el avance en el autogobierno, el reto demográfico o el cambio climático han sido algunos de los asuntos tratados en una primera aproximación, aunque ambos han convenido en profundizar en los mismos». «Para ello, y en un objetivo compartido por ambos, Gobierno y partido ahondarán en los ya engrasados cauces de comunicación para, desde la bicefalia, desarrollar un trabajo en equipo que responda a las inquietudes y necesidades de la ciudadanía».
La bicefalia, un sistema de doble cabeza visible entre el partido y el Gobierno Vasco, ha funcionado con una notable eficacia en los últimos años, aunque también arrastra algunos resultados desiguales desde el inicio de la Transición. En el recuerdo más inmediato, los desajustes que se produjeron entre el entonces presidente del EBB, Josu Jon Imaz,y el exlehendakari Juan José Ibarretxe, y que tenían como telón de fondo la propuesta de nuevo Estatuto político y la vía del Pacto de Lizarra, Por no hablar de las primeras desavenencias hace 45 años que se fraguaron entre el entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea y el EBB liderado por Xabier Arzalluz. Con Iñigo Urkullu, que era un hombre con una enorme cultura de partido, las aguas volvieron a su cauce. Y la ropa sucia se lavaba en casa. Al igual que con Andoni Ortuzar, que al final ha preferido no dar la batalla para no dividir al PNV.
Aunque es el partido, en última instancia, el que marca la directriz política, Pradales es lehendakari de un gobierno de coalición PNV-PSE, que ha establecido un programa compartido y que no es un gabinete monocolor. Y que la renovación del nacionalismo institucional ha comenzado a ser especialmente visible en la gestión del Ejecutivo autonómico.
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