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Lleva tres años tan buenos la Real Sociedad que ya hasta en partidos aparentemente no demasiado brillantes es capaz de ganar con solvencia. El domingo, en los alrededores del Nuevo Mirandilla, la alegría entre los seguidores realistas era grande por los tres puntos ... sumados pero más de uno reconocía que el encuentro tampoco había sido para tanto. «Eso sí, nos podían lanzar córners hasta el día siguiente que no nos harían un gol», comentaba uno de ellos que destacaba la fiabilidad del cuadro de Imanol.
Y es que uno repasa los datos de la visita a Cádiz y éstos son aplastantes: 60% de posesión, el doble de pases dados, siete disparos a puerta frente a dos del rival, seis intervenciones de Ledesma contra una de Remiro... Pero es que la Real también se impuso en los duelos aéreos (51%) y firmó hasta 27 despejes, demostrando que la solidez defensiva de las dos últimas campañas apunta a tener continuidad en ésta. De momento, Remiro ya tiene su primera portería a cero.
Otro foco de distracción. El fichaje de Brais, el ascenso de Turrientes y la continuidad de los pilares principales en el centro del campo dota a la zona ancha de cantidad y calidad para dominar los encuentros a su antojo, sobre todo ante equipos peores dotados técnicamente. En un campeonato que premia la regularidad como la Liga, puntos sumados en estos campos son los que al final te van a colocar en la lucha por Europa. Y frente a esos rivales la Real gana por fútbol, aunque esta vez el resultado no fue más amplio porque faltó puntería y Ledesma fue el mejor jugador local.
Con tanto talento en la medular, Imanol parece decidido a apostar por el 1-4-4-2 en rombo como punto de partida para la presente campaña. Desde ahí tratará de someter al adversario con balón y cansarle en defensa antes de hincarle el diente. No serán resultados muy altos en goles ni habrá demasiados en las primeras partes, pero se hace duro para el contrario estar tanto tiempo corriendo detrás del balón.
La presencia de Brais supone un nuevo polo de atención para fijar adversarios y liberar a Silva y Merino de la vigilancia de los rivales. Anteriormente el navarro estaba controlado como segunda altura de la línea para conectar con la delantera pero el gallego hace que el adversario ya no pueda centrarse solo en un jugador y de eso se van a beneficiar también los jugadores de su alrededor.
Aunque no fue de los más brillantes, el exjugador del Celta y Silva atrajeron por dentro la presencia de Fali y José Mari, que no sabían cuándo saltar a la presión. Si lo hacían dejaban expuestas sus espaldas y si no, el Cádiz se quedaba demasiado replegado en su campo y le costaba salir al contragolpe, cosa que sucedió en los primeros 25 minutos hasta el gol de Kubo.
Desde esa situación de control del partido, la Real estiró sus líneas tanto por los carriles, como al inicio con Rico, como por los pasillos interiores, desde donde Merino mete el pase del gol, una posición más indetectable para el contrario, que no sabe si presentarle al mediocentro o al interior de esa banda. Otra cosa que hizo bien fue tener bajos a los laterales para dejar espacios a la incorporación de los interiores o las caídas a banda de los dos delanteros.
Kubo, chico para todo. Si Brais aporta atracción en la zona ancha, posesión y capacidad para dar el último pase, el japonés sorprendió en el Nuevo Mirandilla porque fue el que mejor profundizó sin balón. Aquí reside la novedad, ya que hasta ahora le teníamos conceptuado como un futbolista habilidoso de regate, descarado para encarar y con destreza para jugar en espacios reducidos. Pero lo que hizo en Cádiz fue atacar la espalda de la defensa contraria, un rol que hasta ahora hacían Portu y Oyarzabal.
Tanto en la primera como en la segunda parte estiró dos veces al equipo buscando sorprender al central más alejado en sendos balones largos que Zubeldia le mandó con una precisión milimétrica. Ambos los controló con mucha técnica aunque después no concretó la acción final. Tener un atacante que siembra incertidumbre a la espalda hace que el rival no pueda permitirse muchas alegrías y le cueste adelantar metros sobre el campo.
El gol fue un buen ejemplo, porque un despiste en salida de balón fue aprovechado por Brais para robar la pelota con los laterales contrarios abiertos y los centrales pendientes de construir más que de vigilar. En ese contexto interpretó bien el gesto de Merino con la cabeza para que fuera al espacio, ganó la acción a Hernández y definió de lujo.
Aunque solo ha pasado un partido, Kubo ha demostrado que puede realizar dos funciones en un solo jugador, ya que tendría la capacidad de visualizar desmarque de ruptura como Portu sin perder el regate en corto de Januzaj. Y parece inteligente al interpretar el juego y sacrificado en defensa para ir a la presión.
Alternancias de sistemas. Imanol comenzó jugando en rombo para hacerse con el mando del encuentro pero en el tramo final cambió de sistema para intentar cerrar el resultado. No lo consiguió porque faltó remate en los últimos metros pero las ocasiones estuvieron en el área gaditana y no en la txuri-urdin.
Con un solo gol de ventaja el guion del choque era peligroso por mucho que Remiro no tuviese trabajo y el dispositivo defensivo funcionara a la perfección. Pero el Cádiz había hecho cuatro cambios y a la Real le faltaba frescura para correr tras recuperación por mucho que los centrocampistas estuvieran bien colocados. Así que mientras Sergio González metía delanteros, Imanol decidió pasar a 1-4-3-3 dando entrada a dos extremos como Cho y Barrenetxea con los que atacar a un rival que buscaba estirarse y abrir el campo con Alejo y Mabil por las esquinas.
Esa opción de cambiar de sistema se tradujo en tres buenas llegadas de Cho. Una primera en la que puso a prueba a Ledesma, la galopada tras robar el balón a Espino y el disparo final que vuelve a desviar el meta. La Real empieza a tener interiorizadas distintas formas de juego y ello hace que el contrario tenga que estar constantemente reinventándose para ajustar las marcas.
Cosas que mejorar. La primera jornada de Liga es para ganarla, no para exhibirse. Las piernas aún están cargadas y no hay más que ver lo que sufrió el Real Madrid en Almería o el empate del Barcelona contra el Rayo para darse cuenta de que no hay partido fácil. Por eso, a pesar de los tres puntos, también hay aspectos a mejorar.
Uno es la situación del lateral derecho, en la que sorprendió que Gorosabel se quedase fuera con Sola lesionado. Jugó Aritz, un recurso más puntual que una alternativa recurrente, aunque visto lo del domingo quizás vaya a tener más continuidad de la pensada en banda que en el eje de la zaga. Le costó tomar las distancias en las presiones y luego mejoró, pero lateral y central son dos posiciones bastante diferentes en las que hay que tener estabilidad para ofrecer rendimiento y convendría que lo hiciera en una de ellas por bien del equipo. Porque si no puede sufrir el jugador y la propia demarcación.
El otro es la falta de puntería. No se trata de ganar los partidos por goleada sino de hacer un tanto más que el rival, pero en la segunda parte hubo un rato en el que la Real tuvo tres buenas llegadas para cerrar el partido –dos de Silva y una de Merino– y no entró ninguna. Tampoco después las de Cho. La temporada pasada costó bastante definir, en pretemporada también y la Liga ha arrancado parecido.
No veo un equipo que viva de un goleador sino más bien de la aportación de todos, y aquí los centrocampistas tendrán que dar un paso adelante como el domingo lo hizo Kubo, más un mediapunta que un delantero.
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