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Estar en una posición solvente deportiva y económicamente y contar con jugadores de gran valía hace que sea complicado que se produzcan movimientos de salida importantes en la Real Sociedad. Porque se tratan de futbolistas cotizados que cuestan dinero y salvo en la Premier ... League, el resto anda bastante tieso de liquidez en Europa. En la misma Liga no hay más que ver cómo está el Barcelona, un histórico como el Valencia o los dos clubes sevillanos, que tienen que poner en el escaparate a sus mejores efectivos para cuadrar sus cuentas.
El interés del Atlético por Le Normand ha vuelto a poner encima de la mesa esta cuestión y lo complicado que es ahora mismo hacerse con un jugador de la Real. Y no porque el club se niegue a negociar por ellos, aunque tanto Aperribay como Olabe han dejado claro que no quieren desprenderse de ninguna pieza clave del equipo, sino principalmente porque tienen un valor en el mercado y para comprarlos hay que pagar mucho dinero.
En los últimos años la entidad txuri-urdin ha dado un salto de calidad para instalarse entre los cuatro mejores de la Liga. Así lo demuestra la clasificación acumulada desde que llegó Imanol al banquillo en 2019, en la que solo Real Madrid, Barcelona y Atlético han sumado más, y la participación ininterrumpida en Europa desde el curso 20/21. Elevar ese nivel competitivo ha provocado que se reduzca significativamente el número de clubes que estén por encima del blanquiazul para ofrecer mejores proyectos a sus jugadores y que éstos ya no tengan la necesidad de mirar fuera para vivir experiencias de primer nivel. El mejor ejemplo es que es el club que más futbolistas aporta a la selección en esta Eurocopa con Remiro, Le Normand, Zubimendi, Merino y Oyarzabal.
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Así las cosas, hoy en día solo se relaciona en el mercado a los blanquiazules con grandes clubes, pero en la mayoría de los casos no pasa de un mero interés porque saben el coste que supone ficharles. Los 70 millones que pagó el Newcastle por Isak en 2022 ahí están, un negocio redondo también para el conjunto inglés porque en dos años les ha aportado 35 goles y ya se habla de que el Arsenal está dispuesto a ofrecer más de 100 millones por su fichaje.
No solo Le Normand ha sido objeto de deseo por parte de terceros. El Barcelona lleva tiempo suspirando por Zubimendi pero el propio Laporta ha reconocido que no dispone de los 60 millones que cuesta el donostiarra. En otra época en la que la Real no tenía sus cuentas ordenadas y era un equipo de zona media se veía obligada a vender por debajo del valor de mercado, pero hace tiempo que eso no sucede. Al menos desde que Aperribay llegó a la presidencia hace 16 años. Y cuando ha tenido que ejecutar un traspaso ha sido porque el jugador lo ha pedido y ha aparecido un comprador con el dinero, las dos condiciones que deben darse para que una operación así salga adelante.
Desde el regreso a Primera en 2010 uno de los aciertos de la Real ha sido afrontar con la cabeza fría las situaciones de salida de varias de sus piezas más importantes. Esa racionalidad para hacerlo le ha permitido obtener buenos réditos económicos que han servido para construir un futuro mejor porque como suele repetir Olabe, cuando alguien piensa en marcharse, ya se ha ido. Y lo único que hay que encontrar ahí es la mejor solución para todos. No es el caso aún de Le Normand, que no ha dado un ultimátum porque vea que su etapa aquí haya terminado, aunque esté abierto a explorar opciones que le permitan progresar en su carrera deportiva.
La experiencia de la Real en estas situaciones es amplia, no en vano ha afrontado hasta siete operaciones similares en los diez últimos años. Y en casi todas ha obtenido un resultado positivo.
La primera fue la marcha de Illarramendi al Real Madrid. En verano de 2013, después de ser el director de orquesta de aquella Real que acabó en Champions con Montanier, su actuación en el Europeo sub-21 hizo que en el Bernabéu se enamorasen de él dejando aparcado el fichaje de Verratti. De un día para otro se marchaba un pieza clave del equipo. El disgusto fue importante y aunque el conjunto blanco abonó la indemnización de 32 millones recogida en su contrato, desde Anoeta se abrieron a negociar el traspaso para evitar en Chamartín el bochorno de tener que depositar por detrás la cláusula en la sede de LaLiga. La Real tenía poco margen de maniobra porque el jugador quería marcharse. Dos años después regresó por 17 millones.
El verano de 2014 resultó de lo más movido. Primero tocó gestionar la salida del francés, que ya había comunicado con antelación que daba por concluida su etapa en Donostia después de cinco años en el primer equipo. El problema fue que tenía contrato en vigor y no apareció nadie con los 32 millones de su cláusula. El que más se acercó fue el Atlético, pero no tenía efectivo y pedía abonar el fichaje en varios plazos. La respuesta fue negativa porque un año antes se le había exigido al Real Madrid pagar todo de una vez por Illarramendi y no podía ser diferente. Al final la entidad colchonera ofreció un 20% de un futuro traspaso del jugador que, con el tiempo, reportaría otros 24 millones cuando lo fichó el Barcelona. En total, la Real ingresó 56 millones.
Casi al mismo tiempo el conjunto azulgrana apostó por Claudio Bravo. Fue una petición expresa de Luis Enrique para la portería. Como acostumbra, el Barcelona llegó primero a un acuerdo con el chileno, al que multiplicó por cuatro su salario, para negociar después desde una posición de fuerza con la Real. La primera oferta fue irrisoria pero al final consiguió sacarle 13 millones, los mismos que pagó entonces por Ter Stegen, que venía para ser el suplente. El club txuri-urdin tuvo en consideración que se trataba de una oportunidad única para un portero que tenía 30 años y por eso no se remitió a su cláusula de 30 millones. Eso sí, lo vendió por más del triple de su valor de mercado, que era de 4 millones, y se quitó un problema de encima porque le constaba que se iba a marchar de todas maneras.
Pasaron tres años hasta que se vivió otro capítulo parecido. Coincidió también con un buen momento deportivo tras la clasificación para Europa en 2017 de la mano de Eusebio. Varios realistas aparecieron en el radar de clubes importante, entre ellos Yuri Berchiche, que había sido el segundo mejor lateral zurdo de la Liga por detrás de Filipe Luis. El PSG de Unai Emery vino con 13 millones y la Real aceptó traspasarle por menos de la mitad de su cláusula aunque por encima de su valor de mercado, que era de 10 millones.
En la rueda de prensa para oficializar su marcha Aperribay habló más claro que nunca de cómo actuaba el club en este tipo de situaciones. «Es un jugador que ha dado muchísimo a la Real y ahora quiere salir y aprovechar otras oportunidades. No hemos pedido su cláusula porque entendemos que los jugadores no deben sentirse nunca enjaulados. Quería salir, pelear por retos deportivos mayores como la Champions y va a percibir unas cantidades económicas muy importantes».
Con el tiempo aquel traspaso no ha sido tan bien entendido como otros por el rendimiento que ha demostrado el zarauztarra, que a sus 34 años sigue a un nivel muy alto. También es cierto que la Real afrontaba la reforma de Anoeta y necesitaba liquidez para los primeros pagos, algo que influyó a la hora de tomar aquella decisión.
En enero de 2018 sufrió la única salida que no ha contado con su bendición, la de Iñigo Martínez al Athletic. En este caso no se puede hablar de un traspaso porque Ibaigane depositó la cláusula de 32 millones y no hubo más que hablar, pero el gran movimiento de la Real fue que le había conseguido renovar cuando quedaba poco más de un año para que venciera su contrato y eso evitó que se marchara sin dejar un euro.
Unos meses más tarde, en verano de 2018, se traspasó a Álvaro Odriozola al Real Madrid por 32 millones tras una rebaja de su cláusula, que era de 40. Se trataba de un precio muy elevado por un lateral y también por encima de su valor de mercado, que entonces era de 25. Para el jugador, que venía de disputar el Mundial de Rusia, se trataba de una oportunidad importante en su carrera y por eso insistió también para que la operación fuera adelante.
Ya con Imanol en el banquillo, los dos traspasos más cuantiosos han sido los de Diego Llorente e Isak. El central madrileño fue traspasado al Leeds United de Bielsa por 21 millones, de los que 14 se los quedó la Real y el resto fue a parar al Real Madrid, que tenía un porcentaje de su venta. A pesar de que se trataba de un defensa internacional, en el club se apostó por la reconversión de Zubeldia como central para formar junto a Le Normand y el resultado no ha podido ser mejor.
En el caso de Isak la oferta del Newcastle era irrechazable y por muchos problemas que haya habido para encontrarle un sustituto en estos dos años el equipo ha mostrado su fortaleza para entrar en la Champions, brillar en la fase de grupos y repetir presencia este año de nuevo en Europa.
Estos siete traspasos demuestran que la Real no es una cárcel de oro y que está abierta a negociar por sus futbolistas pero siempre respetando un esquema con tres puntos: que se quieran ir, que vengan un comprador y que la venta no se efectúe por debajo de su precio de mercado. En el caso de Le Normand, entre los 30 y los 35 millones.
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