La conga de Montanier
Por toda la escuadra ·
La plácida tarde en Anoeta recordó a la de ocho temporadas atrás con otro recital de juego blanquiazulSecciones
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Por toda la escuadra ·
La plácida tarde en Anoeta recordó a la de ocho temporadas atrás con otro recital de juego blanquiazulCon él empezó todo. Hace ocho temporadas la Real ofreció unas imágenes de lo que fue la celebración del triunfo en Riazor y la consiguiente clasificación para la Champions League. Realmente la Real se metió en la previa y después llegó el partidazo en Gerland ... y el pase a la liguilla de grupos. En medio de aquella algarabía, de las bromas de los jugadores, Philippe Montanier se arrancó a hacer la conga ante la sorpresa de propios y extraños. La seriedad del 'zorro de Vernon' quedó a un lado y el júbilo invadió al entrenador francés después de una temporada de ensueño. Aquella campaña fue el enésimo escalón que subió el cuadro guipuzcoano tras el descenso. Subir, permanecer, jugar bien al fútbol y a la Champions.
Del baile de Montanier hemos pasado al 'Erreala Ale' de Imanol en la sala de prensa de La Cartuja. El oriotarra sigue dando pasos para encumbrarse entre los mejores técnicos de la Real en la época moderna. Dos clasificaciones consecutivas para la competición continental y el título de Copa, amén de dar la oportunidad a un buen puñado de jugadores salidos de Zubieta que dan sentido a la filosofía de la Real, son las credenciales que lleva adquiriendo Imanol desde que es el jefe del banquillo de Anoeta.
El 4-1 es el mismo resultado que precisamente aquella temporada de la Champions le metió la Real al equipo vallisoletano. Además del resultado hubo varias similitudes, sobre todo en lo concerniente al juego y a algunos nombres propios. En ambas ocasiones el lechazo se le quedó frío al equipo pucelano. De los goles de Griezmann, Agirretxe y Xabi Prieto aquella tarde de mediados de marzo de 2013, pasamos a lo que hicieron Isak, Silva y Januzaj. Clase para dar y regalar. Ocho años de diferencia, pero el guion sigue siendo similar. El buen juego. Algo que ha conseguido el equipo txuri-urdin desde que Montanier arribó en Zubieta en el verano de 2011.
Lo mejor. El equipo de Imanol finiquitó el choque en un visto y no visto, con otro gran despliegue de juego
Lo peor. No certificar la clasificación matemática para Europa tras una goleada. Hay que esperar
A destacar. Montanier puso hace ocho años las bases de lo que hoy en día es la consagración de una idea de buen fútbol
Historia paradójica la del galo, que en sus inicios recordó al druida Denoueix, al que se le cantaba 'mueve el banquillo, gabacho mueve el banquillo' porque hasta la hora de juego ni se inmutaba con los cambios y que tras clasificar al equipo para la Champions no continuó al frente del cuadro blanquiazul. Sin embargo, quizá puso las bases de lo que es hoy la Real. Hay diferencias y matices, por supuesto, pero el germen es el mismo. Asier Illarramendi es el nexo entre aquella Real y esta. Por cierto, la mala suerte del mutrikuarra está siendo ya para comer cerillas.
El último partido sin público se vivió de forma tranquila para unos y con algo más de ajetreo para quienes eligieron escuchar una radio o seguir por plataformas lo que iban haciendo el resto de equipos y rivales de la Real. La verdad es que el equipo de Imanol finiquitó el choque en un visto y no visto y el Valladolid dio muestras de por qué está peleando por el descenso. Imagen muy pobre la de los castellanos e inmensas facilidades para que la Real tuviera una plácida tarde.
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Miguel González
Miguel González
beñat barreto
Todo estaba saliendo a pedir de boca hasta el minuto 33 –la Real ya goleaba por 3-0– cuando llegó el gol del Villarreal. Posiblemente, se podía pensar que los de Emery lo iban a tener más complicado por enfrentarse al Sevilla, pero ocurrió todo lo contrario. El Betis sufrió y marcó de penalti al Huesca y todo sigue igual, con la Real de mano pero con otra jornada de nervios.
Fue una pena que el cuadro blanquiazul, después de la goleada, no certificara el pase para la Europa League porque lo merecía. Mejor dicho, lo viene mereciendo casi toda la temporada. Tocará esperar hasta el partido 50 de este curso para que el equipo pueda hacer la conga. Montanier sentó las bases del desquite en Riazor y el entrenador del próximo rival de la Real, Osasuna, lo sabe. Porque estaba allí, sin perder detalle del movimiento de cadera del de Vernon.
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