Gol y asistencia de un Kubo estelar que lleva a Japón a su octavo Mundial consecutivo

Un extraordinario y brillante Take Kubo guía a la selección de Japón hacia su octavo Mundial consecutivo. El combinado nipón es el primero oficialmente clasificado para el Mundial 2026, que tendrá lugar en Estados Unidos, Cánada y México gracias a las artes futbolísticas del crack de la Real Sociedad, gran héroe y protagonista del triunfo (2-0) japonés sobre Bahrein en un encuentro disputado en Saitama.

Todos felicitaban a Kubo tras un choque que el realista disputó íntegro. La mejor noticia para la Real y para Imanol es que acabó sin lesión aparente y que no será necesario su concurso en el segundo partido, el del próximo martes contra Arabia Saudí también en Saitama, por cuanto Japón ya está clasificado para el Mundial merced a una fase de clasificación impecable.

Take primero se desenvolvió por la banda derecha del ataque, pero en el segundo tiempo fue corrosivo para la defensa rival en su rol de mediapunta, partiendo desde dentro y cayendo a la izquierda. En esa primera mitad, botó el córner que derivó en un gol finalmente anulado a Endo. Tras peinar Itakura, Ueda golpeó el cuero con el codo, como si fuera una zamorana, y el colegiado tuvo que anular el tanto por mano a instancias del VAR.

Tras el descanso, Kubo, con la sexta marcha metida, recibió el cuero en línea de tres cuartos y, conduciendo en diagonal, trazó una asistencia maravillosa con el interior hacia Kamada, que, en el mano a mano con el arquero, le batió con comodidad. El extremo de la Real demostró una gran química con su compañero del Crystal Palace, con quien comparte agencia de reprentación.

Antes de su gol, Take lo acarició con otra diablura por la izquierda. Su chut de rosca al segundo palo lo desvió a córner el arquero. Y ya en el minuto 86, Kubo, ejecutor de todo el balón parado de su selección, sacó un córner en corto y, tras realizar la pared con un compañero, penetró en el área y batió al arquero de Bahrein, Ebrahim Lutfalia, por el primer palo. Fue una fusión de la indudable calidad y visión del delantero y el escaso acierto de un cancerbero que esperaba el centro y no el disparo.

Kubo es Mundial.

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