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El fútbol no conoce fronteras, y menos en una época tan globalizada como la actual. Andoni Zubiaurre (Ordizia, 1996) da buena fe de ello desde ... Johor Bahru, al sur de Malasia, donde vive desde septiembre pasado su primera aventura en el extranjero. El que fuera segundo portero de la Real hace dos temporadas, la de la clasificación para la Champions, sueña ahora con ganar el máximo torneo por clubes de Asia. Su andadura continental en la presente campaña ha acabado en octavos de final pero lo intentará el próximo año, ya que tiene contrato hasta 2026.
Johor es un estado al sur del país conocido por sus paradisiacas playas, que cuentan con algunos de los mejores sitios para bucear del sudeste asiático, y sus bosques tropicales. El Parque Nacional Endau Rompin atrae a turistas deseosos de bañarse en sus famosas cascadas y contemplar la vida salvaje de los elefantes. Desde allí, a unos pocos kilómetros de la frontera con Singapur, nos atiende un Zubiaurre que se muestra encantado con la experiencia. «Estoy muy a gusto y tengo la intención de agotar el año de contrato que me queda».
El Johor Darum Takzim FC es el club malasio por antonomasia. Ha conquistado las últimas once ligas del país de forma consecutiva y de la mano de su dueño, el príncipe Tunku Ismail Ibrahim, persigue ganar la Champions de Asia por primera vez en su historia. Para ello ha armado un auténtico equipazo en el que se dan cita jugadores con pasado en la Liga como Jesé, Jonathan Viera, Jordi Amat, Roque Mesa, Samu Castillejo, Iker Undabarrena o los exarmeros Eddy Silvestre y Natxo Insa, entre otros. Zubiaurre es su portero titular. «La temporada pasada pertenecía al Eldense, aunque en invierno me fui cedido al Mirandés. En verano volví a Elda pero con intención de salir. A final del mercado apareció Kiko Insa, un alicantino que es el director deportivo del Johor y hermano de Natxo, el capitán, porque iba a ceder a un jugador al Eldense. Se enteró de que buscaba equipo y me comentó que mi perfil les encajaba. De un día a otro me vi camino de Malasia».
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Lo único que le hizo dudar de dar el paso es que su pareja estaba embarazada de siete meses y era un cambio importante para todos. Pero tiraron para adelante. «Ella también estaba animada, así que nos vinimos. El 29 de noviembre nació Lander, nuestro primer hijo, y todo fue muy bien. Los padres de mi pareja estaban aquí, sus hermanos también se vinieron, mis hermanas... Luego, en navidades, lo hicieron mis padres. No sabía que íbamos a generar tanta expectación», dice entre risas.
En lo deportivo ha vivido una situación excepcional porque cuando llegó estaba cubierto el cupo de extranjeros y solo ha jugado los diez partidos de la Champions. Al igual que en Europa, esta temporada ha habido una primera fase de liga en la que se han medido a ocho rivales y luego han comenzado las eliminatorias. «Es una competición en la que hay nivel. No el europeo, pero los clubes japoneses y chinos son muy potentes. En la primera jornada jugamos contra el Shanghai Port y tenía al brasileño Óscar, que jugó en el Chelsea, y Matías Vargas, el del Espanyol, entre otros. Los partidos son más abiertos, no hay la organización táctica de Europa, y pesan más las individualidades».
El dueño del club es el príncipe Tunku, un multimillonario de 40 años que juega al polo, colecciona coches de lujo y tiene más de 5 millones de seguidores en las redes sociales, aunque su verdadera pasión es el Johor FC. Hace cuatro años se rumoreó que quería comprar el Valencia pero la cosa se quedó ahí. No se pierde un entrenamiento, va a todos los encuentros e incluso da las charlas antes de los partidos con la complicidad del entrenador, el argentino Héctor Bidoglio. «Está muy involucrado en el día a día y siempre quiere que ganemos para ver a su equipo en lo más alto. Sabe de fútbol y por eso nos da su opinión cuando lo ve necesario. Sus charlas nos animan mucho, son muy motivacionales. Sabe llegar al jugador. Va mezclando el inglés con el malayo pero se le entiende bien».
El equipo juega sus partidos en el estadio Sultán Ibrahim, que lleva el nombre del padre de Tunku, el jefe de estado del país. «Es un recinto bastante moderno, de hace cinco años como el Reale Arena», afirma el ordiziarra, quien dice que «hasta la capacidad es similar, en torno a los 40.000 espectadores. En los partidos de Champions se suele llenar y hay muy buen ambiente». El club también presume de unas buenas instalaciones para entrenar que «no desmerecen en nada a las de Zubieta. Hay un gimnasio enorme, sala para los fisios, piscinas, saunas, varios campos de entrenamiento... Es un club moderno y estructurado».
El Johor FC tenía muchas ilusiones puestas en la Champions después de quedar tercero en el Grupo A –en Asia hay dos de doce equipos por proximidad geográfica para evitar grandes desplazamientos–, por detrás de los japoneses Yokohama Marinos y Kawasaki Frontale. En octavos le tocó en suerte el Buriram United de Tailandia, que en liga quedó por detrás. Pero las cosas no fueron como se esperaba, explica el exrealista. «En su casa empatamos sin goles pero en la vuelta se adelantaron y no pudimos darle la vuelta. Dimos un poste y nos anularon dos goles, uno bastante polémico porque no fue fuera de juego, pero aquí el VAR funciona bastante peor que en Europa. La eliminación nos ha dolido porque fuimos superiores y merecimos pasar».
Una de las cosas más curiosas del Johor FC es que tiene cinco porteros en la plantilla, algo insólito. «Yo juego la Champions y Syiham Hazmi, de mi edad, es el titular en la liga. Izham tiene 33 años y Farizal 38, así que están a punto de retirarse. No han jugado ningún partido. Y Christian Abad, un alicantino de 18 años que llegó del Elche, es una apuesta de futuro y solo ha disputado cuatro encuentros. Es una situación nueva para mí pero lo llevamos bastante bien».
A corto plazo el objetivo es concluir el mes de competición que les queda, en el que tienen la liga ganada pero pueden hacer doblete en la Copa, y empezar las vacaciones dentro de un mes. «Yo llegué en septiembre, pero la mayoría de la plantilla lleva año y medio sin descanso desde febrero de 2024 porque en Asia han emparejado el calendario desde este año con el europeo y llevan jugando desde entonces sin apenas parar. En principio estaré dos meses de vacaciones hasta mediados de junio, pero como vamos a hacer parte de la pretemporada en Benidorm tendré cerca a la familia y no les echaré tanto de menos».
Uno de los contrastes más importantes con la Liga es que en Malasia entrenan muy tarde debido a la climatología. «Hace calor y mucha humedad, así que los entrenamientos son a las ocho o así. Pero este mes de marzo, como es Ramadán, lo hacemos a las diez. Malasia es un país musulmán y los musulmanes deben guardar ayuno de sol a sol. Es curioso porque aquí vamos con siete horas de adelanto con el uso horario de Euskadi, estoy en el vestuario antes de entrenar y veo en redes sociales que la Real ya lo ha hecho. Me choca bastante porque cuando vosotros os estáis acostando aquí ya estamos amaneciendo...».
La vida en Malasia es muy tranquila. «Al dormirme tarde tampoco madrugo demasiado. Por la mañana aprovecho para estar con el niño. Vivimos en una zona cerca de un pequeño puerto donde hay muchos extranjeros y compañeros de equipo, por lo que hacemos vida con ellos. En la urbanización hay piscina y un gimnasio en el que me ejercito antes de comer. Cuando tenemos libre hemos cruzado a Singapur, que es un país más moderno que Malasia, donde aún sigue teniendo mucho peso la tradición, aunque hay ciudades como Kuala Lumpur que no tienen nada que envidiar a las grandes urbes occidentales». Al ordiziarra se le ve encantado en el lejano Oriente, donde la vida le sonríe.
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