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Algunas remeras de Arraun Lagunak posan en el Ayuntamiento de Donostia con la Bandera de La Concha. Sara Santos
Recepción

La azul y blanca ya ondea en lo alto por primera vez en casa

Arraun Lagunak ·

Las remeras de Arraun Lagunak fueron recibidas en el Ayuntamiento de Donostia, 71 años después del triunfo de la Esperanza

Iker Castaño

Domingo, 12 de septiembre 2021, 16:46

Levantarla en casa siempre sabe mejor, más cuando es la primera de la historia y tras 71 años sin que el premio se quedarea en Donostia. «Hemos sufrido, pero es nuestra y estamos muy orgullosos», decía el hermano de la presidenta de Arraun Lagunak, Mikel ... Eguren. La semana ha sido especial. El sentimiento de cada palada en los entrenamientos significaba mucho, no era una semana cualquiera. «Lo hemos preparado al máximo, sabíamos que era una oportunidad única», señaló el aficionado Unai Aldasoro.

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Los primeros rayos de sol que salían por Peñas de Aia iluminaron las banderas colgadas en los vetustos balcones del Muelle. «Hoy es el día», repetían una y otra vez los amigos y amigas de Arraun Lagunak. El ímpetu con el que levantaban las persianas los aficionados hacía presagiar algo histórico, que no se vive todos los días. Las camisetas de Arraun Lagunak se vieron por todos los rincones. El buen día invitaba a salir y comprobar la llegada de los primeros aficionados de las distintas localidades con el color de su camiseta para identificarse, que se dejaron notar desde bien pronto. No veían el momento de que el semáforo se pusiera en verde para aplaudir y dar fuerza a las remeras.

Llegados al momento, los nervios a flor de piel. Mientras algunos se asomaban por el balcón, otros se metían en casa para seguirlo por el televisor. La batalla fue épica con las amarillas, pero una vez que cruzaron la meta, lo festejaron con abrazos y una ovación atronadora. «Esto es increíble. Sabíamos que tenían confianza nuestras chicas y hoy era el día», comentó el hermano de Eguren. Era el momento de descorchar el Codorniú, daba igual que fueran las 10.40 horas de la mañana. «Es el premio al trabajo de todos los que han pasado por este club», remarcó Aldasoro.

El plan de las campeonas no cambió un ápice de las entregas anteriores. Primero, la patrona Andrea Astudillo alzó la azul y blanca entre abrazos y lágrimas, después alcanzaron el Muelle para unirse junto a la plantilla, directivos y miembros del club y, finalmente, de manera emotiva, con su afición. Las remeras dieron la vuelta desde el Muelle hasta Alderdi Eder para después subir al Ayuntamiento y ondear en lo más alto la bandera al son de la marcha de Sarriegui. Una imagen que no se repetía desde la victoria de la Esperanza masculina en 1950.

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«Esta bandera tiene que servir para poner punto y final a todas las discusiones habidas y que de una vez por todas los pescadores de la ciudad lo celebren como un triunfo suyo», expresó Mikel Eguren. «Para la ciudad esto es impresionante, es bueno y a las remeras le da mucha fuerza», destacó incluso alguna de las aficionadas de Donostiarra que quiso presenciar ese momento histórico. Una bandera que puede dar un vuelco en la relación de las embarcaciones donostiarras.

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